Parece que abrir una galería en los tiempos que corren es algo arriesgado pero Jorge Alcolea ha sido intrépido y ha dado forma a Jorge Alcolea – Nonell, un espacio de 400 metros cuadrados en la antigua Sala Nonell de Barcelona que durante 46 años lideró su padre. Ahora, toma el testigo del anticuario y lo convierte en un lugar dedicado al arte contemporáneo que no deja de lado a los artistas modernos que pasaron por allí. Para su aterrizaje contó con Enrique Juncosa (que ha sido subdirector del Museo Reina Sofía, del IVAM de Valencia y director del Museo Irlandés de Arte de Arte Moderno de Dublín) para su exposición inaugural. Este ideó un diálogo entre la nueva generación de pintores españoles con los artistas que desfilaron por allí tiempo atrás.
“En Frieze y en la Bienal de Venecia noté que hay un gran grupo de pintores jóvenes por lo que se me ocurrió este proyecto que homenajea también la historia de la galería. Por eso, pensamos en usar los fondos de arte moderno y escogimos algunos dibujos porque creo que muchos de los pintores actuales comparten características de este medio como son la experimentación y la espontaneidad”, explica Juncosa. Así, en La caza del faisán, que se puede ver hasta el próximo día 10, reúne 20 trabajos de once creadores con el objetivo de mostrar una panorámica de la pintura española actual junto a artistas como Giacometti, Julio González, Tamara de Lempicka o Joan Miró.
“En nuestro país la pintura parece que tiene que pedir disculpas. Por eso, actualmente es más espontánea, más ligera. Los últimos grandes movimientos pictóricos como el abstracto, el minimalista o el neoexpresionista, tenían una característica épica”, arguye Enrique Juncosa. Sin embargo, en la pintura actual observa que no hay una teoría o escuela que determine cómo hay que pintar: “no es dogmática, ni es un fin en sí misma sino una herramienta a través de la que hablan de sus intereses. Es un arte más poético en sus intenciones”, considera.
Y a pesar de que los artistas son muy diferentes entre sí, hay algunas características que se repiten y que tienen mucho que ver con el dibujo: “la experimentación, la espontaneidad, la inmediatez, la transcripción de una idea personal, la idea de modestia o la apertura de su significado”, recuenta. Son, continúa, características más conceptuales que formales. De este diálogo entre generaciones han surgido conexiones directas y otras más inesperadas: dos dibujos de desnudos de Tamara de Lempicka se muestran junto a dos autorretratos de Los Bravú, una pintura en la que Matías Krahn da forma una cabeza que recuerda a una máscara cuelga junto a una obra de Julio González o un cuadro en el que Secundino Hernández traza un triángulo amarillo aparece al lado de un dibujo de Giacometti en el que tiene un gorro de esa misma forma. Otros protagonistas son Dalí en diálogo con Belén Rodríguez, Miró con Miki Leal o un Tàpies expresionista con Hugo Pontela e Isabel Ramoneda.
Además de las características comunes entre los pintores actuales, ¿existen concomitancias entre los creadores contemporáneos y la generación anterior? Juncosa cree que la pintura ha ido cambiando pero, en términos generales, hoy en día es una “pintura narrativa”. Los Bravú “hacen una especie de pintura narrativa en la que su vida cotidiana se convierte en mítica, Albert Pinya es muy irónico, Belén Rodríguez y Secundino Hernández son conceptuales y la obra de Yago Hortal es más formalista y sus colores iridiscentes de acabados industriales aportan un aire de ciencia ficción y futurista a sus pinturas”.
Juncosa conoce bien el mundo del arte y cree que este ha vivido muy buenos momentos. Sin embargo, en España ha ocurrido algo singular: además de la crisis económica, “los museos han seguido una línea teórico-política que ha sido perjudicial porque solo han presentado a un sector de la realidad dejando fuera el resto, lo que ha hecho que este sea aún más frágil”, asegura. La precariedad en el arte, asegura, existe y en un momento en el que “hay problemas como el cambio climático, la inmigración o el auge de la extrema derecha, muchos artistas hablan sobre la felicidad. No sé si estoy de acuerdo cuando el arte es muy político porque no sé si cambia la vida o no”, se sincera el comisario.
Y, sin embargo, la novedad de la creación contemporánea es que el público le pide que “signifique algo”. En este sentido, Juncosa cita tres revoluciones: el arte vanguardista supuso un ruptura formal respecto a la etapa anterior, lo que dio paso a la abstracción, en los años 60 hubo una segunda con el minimalismo que dio lugar a esculturas hechas con fieltro, plantas u objetos y, la tercera, es la búsqueda de la identidad y del significado con un arte que trata temas ecológicos o políticos.
“Todos los artistas aquí reunidos exploran en su trabajo, con lenguajes y estrategias diferentes, cuestiones poéticas, considerando el arte como un medio de conocimiento en sí y como una forma de indagación metafísica. Todos entienden la pintura como algo instrumental y no como un fin en sí mismo, superando antiguos debates sobre la posibilidad de una pureza de la pintura, algo que representaba el monocromo minimalista. Además de pintar, estos artistas pueden hacer cerámicas, cómics, esculturas, fotografías o películas”. Por eso, para el título de esta temporal Enrique Juncosa se ha valido del aforismo de Wallace Stevens “un poema es un faisán”. En él, el poeta celebra la belleza exuberante y huidiza de la poesía y Juncosa extiende este atributo a la pintura.