En 1664, cuatro años después de la muerte de Velázquez, se hizo un inventario de bienes de Pedro de Arce en el que se cita un cuadro atribuido al maestro. En él se aportaban unas medidas para La fábula de Aracne, aunque es más conocido como Las hilanderas. Más tarde, la pieza ingresó en las Colecciones Reales y cuando muere Carlos III se aprecia que tiene unas dimensiones más grandes a las especificadas anteriormente. El cuadro había sido ampliado con una banda superior de cerca medio metro en la que se añaden el arco y el óculo y bandas más pequeñas en los extremos. “No se trata de una rareza, entonces las pinturas crecían o menguaban según las necesidades decorativas de los lugares en los que se exponían”, relata Javier Portús, jefe de Conservación del Museo del Prado.

Esta intervención realizada en el siglo XVIII altera el cuadro desde el punto de vista “espacial, cromático y narrativo”. En el caso del primero “alarga los planos espaciales y aleja el fondo del primer plano. Además, Velázquez utilizaba el color como materia principal y este en concreto tiene un sistema lumínico que depende en exclusiva del color lo que hace que la densidad cromática del original quede diluida”. La tercera variación responde al plano narrativo y es que el tema principal no es una escena costumbrista en la que vemos a unas hilanderas en una fábrica de tapices sino “una disputa entre la diosa Palas y Aracne sobre sus capacidades para hilar”, cuenta Portús. Así, con el añadido superior el núcleo narrativo se alejó y hasta 1948, cuando se encontró aquel inventario, “no se planteó que fuera un cuadro mitológico”.

La pinacoteca en la que descansa esta obra maestra acaba de poner en marcha Enmarcando el Prado, un proyecto que tiene como objetivo “enmarcar obras sin marco, reenmarcar pinturas con un marco más adecuado o desarrollar soluciones innovadoras para mejorar la presentación de las colecciones”. La iniciativa, que cuenta con el patrocinio de la Fundación American Express y con el apoyo de la American Friends of the Prado Museum, empieza “con el rey de la colección”, destaca Miguel Falomir, director de la pinacoteca. El objetivo es que el espectador pueda ver Las hilanderas tal y como Velázquez la concibió en origen. Además, se incorporarán medidas técnicas para garantizar la conservación de la obra.

A pesar de que “la hemos conocido así durante siglos el frágil estado de conservación debido a una forración del siglo XVIII ha contraído algunas zonas y los expertos han descartado cualquier solución que no sea conservarlo íntegro”. No obstante, tras la reordenación de 1987 se decidió mostrar la parte creada por el maestro en exclusiva con una  estructura “que se mimetizaba con el resto de la sala aunque el público no se percataba de que la obra se encontraba encajonada”, recuerda Portús. Esto conllevaba varios problemas dado que el peso de la estructura dificultaba su manipulación y daba la sensación de que el cuadro estaba “embutido”.

De modo que la nueva estructura que han ideado Marta Hernández y Miriam Rubio, y que se verá a partir del 25 de mayo, mejora la anterior. El nuevo sistema de enmarcado permitirá visualizar la creación de Velázquez (lo cual permitirá comprender mejor el mensaje que quería transmitir) y mejorar su protección. La propuesta consiste en el diseño de un panel de enmascaramiento que nace como un proyecto museográfico global que permite una total integración estética de la obra en la arquitectura de la sala sin alterar la percepción tradicional del objeto. 

Para ello, han buscado materiales resistentes y más ligeros. Este nuevo enmarcado cuenta con dos partes: una parte interior “donde va el cuadro con una barra niveladora y donde se puede colocar una funda de protección que permite poder envolver el cuadro en caso de un incendio o de una inundación”, asegura Portús. En la parte exterior, por su parte, se abre una ventana de fácil apertura para acceder al cuadro e inspeccionarlo por delante y por detrás. Según Portús son tres los objetivos: favorecer una experiencia cercana al estado original de la pintura, aumentar su protección y control, y que la estructura se mimetice con el entorno. 

Para Miguel Falomir “Las hilanderas es una obra cumbre del arte universal, con un complejo significado que podremos exponer en las mejores condiciones museográficas, en virtud del nuevo sistema de enmarcado ideado por nuestro equipo”. 

@scamarzana