En febrero de 1991, una serie de veinticuatro vallas publicitarias de diferentes puntos de la ciudad de Nueva York amanecieron ocupadas por una gran fotografía que mostraba una cama revuelta y desocupada, con la huella de dos cabezas todavía perceptibles en sus respectivas almohadas. Se trataba de un homenaje del artista Félix González-Torres (Cuba, 1957 - Miami, 1996) a Ross Laycock, su pareja, que había fallecido pocos días antes a causa de complicaciones derivadas del sida.
En 1992, invitado por la Kunstverein de Hamburgo, González-Torres instaló en diferentes ciudades de todo el planeta otra valla en la que, sobre un gran fondo negro, podía leerse, adaptada en cada ciudad a su idioma oficial, la frase: Es solo cuestión de tiempo. La acción se enmarcó dentro de la exposición Gegendarstellung - Ethikund Ästhetikim Zeitalter von AIDS, una muestra que según la introducción de Stefan Schmidt-Wulffen y Martin Schwander al catálogo, se centró en la cuestión de “una nueva ética y una nueva estética que surgió bajo la presión del sida” y que, según la teórica y comisaria Fiona McGovern, surgía, entre otras cosas, a consecuencia de la exposición que el MoMA había dedicado en 1988 al fotógrafo Nicholas Nixon. En ella se daba una imagen del sida totalmente despolitizada, un hecho que provocó múltiples protestas por parte de colectivos y activistas entre los que se hallaban Douglas Crimp, quien meses antes había publicado en un número especial de la revista October un artículo bajo el título: “SIDA: análisis cultural / activismo cultural”.
El hecho de fijarlas sobre vallas publicitarias, y escribirlas en una fuente tipográfica perteneciente al grupo de las Fraktur, que habían sido identificadas habitualmente con el nazismo, no era algo aleatorio para González-Torres. La frase, sesgada al no contener un sujeto, ampliaba de pronto sus aplicaciones de un modo extensísimo, afectando de manera totalmente diferente a cada viandante que se la encontraba. ¿Qué era cuestión de tiempo?
El paso de González-Torres por el mundo del arte fue silencioso pero trató episodios todavía latentes
Durante la pasada edición de ARCO, Maribel López mostraba la voluntad de cambiar la política de países invitados, alternándola con un formato más teórico, centrado en la figura de los artistas y que permitiese analizar el presente a partir de diferentes figuras actuales. Así, para esta edición, se designó un equipo curatorial que invitaría a una serie de creadores, representados por sus respectivas galerías, a reflexionar acerca del papel que ha tenido en las últimas décadas para el contexto artístico internacional una figura como la de Félix González-Torres, cuyo paso contenido y silencioso por el mundo del arte trató de manera rotunda ciertos episodios todavía latentes.
La sección, articulada bajo el título Es solo cuestión de tiempo, está comisariada por el artista Alejandro Cesarco, Mason Leaver-Yap, Associate Curator de la KW Institute for Contemporary Art de Berlín y Manuel Segade, director del CA2M. Su programa contempla un apartado de trece galerías, del que se ocupan los dos primeros, incorporando a Segade en la dirección del programa público, que propone un foro discusivo y una serie de actividades paralelas que se desarrollarán en diferentes puntos de la ciudad.
Teoría y práctica
El foro de discusión se presenta en una configuración que incluye conferencias, charlas y debates, pero también una serie de piezas en formato audiovisual para las que tendrán como invitados a artistas, teóricos, comisarios y activistas entre los que se encuentran Hamza Walker, Tony Cokes, Jorge Ribalta, Laura Guy, Theodore (ted) Kerr, Lynnen Cooke y Marta Echaves. Las dos jornadas en las que se desarrollará este programa, se han marcado el objetivo de, según sus comisarios, “poner en movimiento algunas de las ideas que plantea la exposición en la feria, dando voz a diferentes contextos –ya sean públicos o íntimos– donde la obra de Félix González-Torres ha tenido repercusión y que, a su vez, permiten generar lecturas sobre ella: los años 80 y 90 a través de la primera persona, de formas de display y de distribución, de activismo y de documentación, y el fondo continuo de la crisis del sida todavía en curso también en el entorno español”.
Así, dentro de esa sección, que se presenta mediante una estructura alejada de la clásica división por stands, podremos encontrarnos, representadas por la berlinesa Barbara Weiss las Film Lexicon of Sexual Practices, una exhibición del imaginario sexual propuesto por la artista Maria Eichhorn. Realizadas entre 1999 y 2015, estas piezas audiovisuales muestran, por medio de un proyector y diferentes bobinas de película, diferentes prácticas sexuales pensadas para ser proyectadas en un espacio no oscuro, y a petición de los espectadores. La también alemana Buchholz acude invitada con trabajos del recientemente desaparecido cineasta y compositor experimental Tony Conrad, y del danés Henrik Olesen, cuya crítica a la cultura contemporánea y el desarme de ciertos clichés sobre la identidad gay viene articulada por un impoluto desarrollo formal que pudo verse el pasado año la primera monográfica que el Museo Reina Sofía le dedicó en España.
A través de la madrileña García Galería, se inserta la obra de Pepe Espaliú en esta sección. Espaliú es una figura clave cuando se analizan dentro de nuestro contexto artístico las primeras consecuencias del sida y las acciones que el artista dedicó a visibilizarlo, evidenciando su carácter político. Su legado, que ha ganado presencia en los últimos años, sigue sin embargo sin ocupar quizás el espacio que le corresponde dentro de la historia de un período que, salvo en honrosas excepciones, no se ha analizado de manera clara.
Junto con García, la otra española que participa de esta sección es Parra & Romero, aunque estos lo harán con la estadounidense Kia La Beija, una joven artista afroamericana cuyo cuerpo de trabajo transita en torno a su condición de niña nacida con VIH y por medio del cual ha ido contando desde los 24 años su día a día a través del autorretrato, ubicándose en los diferentes lugares en que su vida se ha ido desarrollando desde la infancia.
Podremos encontrarnos también el trabajo de la brasileña Jac Leiner, representada aquí por la italiana Franco Noero, cuyas composiciones fruto de una obsesiva actividad recolectora, muestran de manera fría y aparentemente anecdótica diferentes episodios autobiográficos: sus idas y venidas, sus obsesiones y adicciones. La lista es amplia y se completa con nombres como Glenn Ligon y Danh Vo, representados por Chantal Crousel; Andrea Büttner, de la mano de Hollybush Gardens; Manon de Boer y David Lamelas con la belga Jan Mot; Wendy Jacob con Krakow Witkin o Jem Cohen con LUX. Hay sitio también para Liam Gillick, cuyo trabajo vuelve, como en el caso de Jac Leirner, sobre la configuración de la personalidad creativa y la mutabilidad del artista como figura cultural, y llega representado por la berlinesa Esther Schipper.
Jaqueline Martins, surgida en São Paulo en 2011, acude con trabajos del legado de Hudinilson Jr, una de las figuras más interesantes y libres del arte brasileño de los ochenta, cuyo proyecto Narciso se caracterizó por el uso de la fotocopiadora como máquina de reproducción sobre la que trabajar directamente con su cuerpo. Finalmente, Jack Pierson, perteneciente al grupo de la escuela de fotógrafos de Boston, aúna tanto en su trabajo inicial como fotógrafo, como en las posteriores composiciones a partir de letreros publicitarios, algunas de las diferentes formas en que la relación con el trabajo de Félix González-Torres se articula en esta sección a la que él llega bajo el abrigo de Thaddaeus Ropac.
La feria sigue extramuros
Paralelo a lo que estará ocurriendo en Ifema, la frase Es cuestión de tiempo volverá a las calles y se repartirá por diferentes espacios de Madrid en forma de valla publicitaria, recuperando el mensaje ambiguo de González-Torres. Entre otras actividades, Matadero se suma a este programa público presentando el trabajo del chino Hao Jingban, resultado del Premio de Producción de Vídeo Arte Fundación Han Nefkens ARCOmadrid 2019, y el CA2M inaugura la individual Lights (Body), de Wolfgang Tillmans.
Surgieron dudas sobre esta sección desde el mismo instante en que fue anunciada, hace ahora un año. La posibilidad de que Manuel Segade, director de un centro público, pudiese ocuparse de un programa vinculado a una feria, alarmó de pronto al contexto. No era efectivamente un tema menor, pero bastaba echar un vistazo a cualquier feria internacional para descubrir que eso que aquí parece escandaloso, lleva mucho tiempo ocurriendo lejos de nuestras fronteras. Quizás al hecho de seguir sin asumir que el mercado es una parte muy importante de todo esto, debamos muchas veces esa falta de presencia a nivel internacional de la que nos quejamos sin descanso. Es probable que, entre muchas otras cuestiones, también a esa se refieran las vallas de Félix González-Torres.