La relación entre el diseño y el surrealismo es el objeto de la exposición que CaixaForum inaugura en Barcelona. Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020 reúne 285 obras de artistas como Marcel Duchamp, René Magritte, Giorgio de Chirico, Joan Miró o Salvador Dalí. Es una relación de ida y vuelta, ya que el surrealismo se inspiró, en parte, en los objetos cotidianos y en el diseño, pero a su vez, este movimiento artístico impactó en el diseño desde el principio y, en una crítica al racionalismo, ayudó a liberarlo del dogma funcionalista según el cual “la forma sigue a la función”. Esta influencia, que se inició en los años treinta y se intensificó en especial después de la Segunda Guerra Mundial, sigue estando muy vigente en parte del diseño contemporáneo.
Después de presentarse de manera oficial en 1924 con la publicación del Manifiesto del surrealismo de André Breton, el surrealismo se convirtió rápidamente en un movimiento intelectual y político internacional cuyos miembros provenían de diferentes orígenes y disciplinas, entre ellas, la escritura, el cine y las bellas artes. Los artistas surrealistas utilizaron el subconsciente, los sueños, las obsesiones, el azar y lo irracional para sus creaciones. El surrealismo demostró un especial interés por los objetos cotidianos y los alteró para hacerlos más fantasiosos, oníricos, irónicos, terroríficos o emocionales.
La influencia del surrealismo se extendió por todos los ámbitos del diseño del último siglo: desde el mobiliario y el interiorismo hasta el diseño gráfico, la moda, el cine y la fotografía. En la actualidad, el influjo del surrealismo está muy presente en el diseño. El enfoque subversivo, las imágenes fantásticas y el interés del surrealismo por la psique humana siguen siendo inspiradores para los diseñadores contemporáneos. La exposición, de carácter multidisciplinar y dividida en cuatro ámbitos temáticos, se propone iluminar ese diálogo creativo fascinante y continuado a través de pinturas, esculturas, objetos, carteles, revistas, libros y fotografías, así como películas históricas y vídeos.
El primero de los cuatro ámbitos se centra en explorar el surrealismo desde la década de los años veinte hasta la década de los cincuenta. En un principio, André Breton y sus compañeros aplicaron los principios surrealistas a la pintura, pero después estos se extendieron a los objetos en una tendencia que, de manera general, se fue ampliando a los muebles y a los interiores, hasta alcanzar la moda y el cine. Los ready-mades de Marcel Duchamp constituyeron una de las principales fuentes de inspiración para artistas como Meret Oppenheim o Salvador Dalí, que establecieron un tipo de escultura totalmente nuevo creando objetos absurdos a partir de materiales y objetos encontrados. Las formas orgánicas creadas por Antoni Gaudí en arquitectura y mobiliario, como su silla de la Casa Calvet, también anticiparon estas prácticas. El arquitecto Le Corbusier establece una de las primeras relaciones directas entre surrealismo y diseño cuando diseña un apartamento para el coleccionista Carlos de Beistegui y Dalí incorpora elementos parecidos en su casa de Portlligat.
Imagen y arquetipo profundiza en la manera en que los surrealistas analizan los arquetipos de los objetos cotidianos y minan la importancia del significado establecido de las cosas con la intención de instaurar el absurdo, la confusión y el azar. René Magritte, por ejemplo, encierra en una quesera de vidrio un pequeño óleo con la representación de un trozo de queso. Muchos diseñadores se sirven de estrategias similares, como Achille Castiglione, que realiza diseños basados en la idea del arte encontrado parecidos a los ready-mades de Duchamp. La tercera sección aborda el papel que el amor, el erotismo y la sexualidad tuvieron en el surrealismo. Artistas como Dalí y diseñadores como Carlo Mollino aportaron una alta carga erótica a obras de arte y a diseños de interiores y de mobiliario.
El pensamiento salvaje, la última parte de la exposición, se centra en el interés por lo arcaico, lo fortuito y lo irracional. A este respecto, los surrealistas se inspiraron a menudo en los objetos etnográficos del arte africano, de Oceanía y de los nativos americanos, e incorporaron técnicas que pretendían abrir las puertas del inconsciente y del azar, como hace Max Ernst con sus frottages o como las prácticas de escritura automática y de asociaciones libres. Man Ray, Joan Miró, Fernando y Humberto Campana, Ronan y Erwan Bouroullec protagonizan esta secicón. En la actualidad, nuevas tecnologías como la impresión digital 3D permiten recuperar en el diseño el factor azar a través de los algoritmos, como el jarrón creado por Audrey Large.
El surrealismo sigue presente en muchos trabajos contemporáneos, sobre todo, en obras que utilizan aproximaciones experimentales y especulativas para trastocar nuevas tecnologías y cuestiones sociales, especialmente en el diseño crítico. La obra Diseños para un planeta superpoblado: los recolectores (2009), de Dunne & Raby, reúne una serie de objetos inteligentes del siglo XXI para un futuro distópico que incluyen un elemento irracional. Por otro lado, el lenguaje visual típico del surrealismo se introduce directamente en disciplinas como el videoclip. La cantante islandesa Björk incorpora motivos pictóricos surrealistas en muchos de sus vídeos, como Hidden Place (2010), que muestra una lágrima que recorre el rostro de la cantante como referencia directa a la fotografía de Man Ray Lágrimas (1932). Es una prueba de hasta qué punto ha penetrado en la conciencia colectiva el lenguaje visual del surrealismo.