Son muchos los artistas que sienten desde pequeños cómo se enciende dentro de ellos la chispa creativa. Victoria Iranzo (Utiel, Valencia, 1989) decidió que esta sería su profesión desde muy niña, cuando el dibujo y las manualidades le servían de evasión. Ya entonces supo que estudiaría Bellas Artes aunque no fue hasta el segundo año de carrera cuando sintió la llamada de la pintura y esta “se convirtió en un modo de vida”, asegura la artista que acaba de ser galardonada con el Premio BMW de Pintura. La pintora, que en el año 2014 recibió la Beca Mario Antolín por Protective Custome, se presentó al concurso con Rue Africaine, una obra que parte de “la metáfora del vestido como protección”. Respecto a un futuro más o menos a largo plazo Iranzo está cerrando un proyecto con la galería Punto de Valencia (con la que trabaja habitualmente) para septiembre de 2021 en el que habrá escultura y pintura. "Por el momento me gustaría seguir trabajando con la idea de vestidos-pintura, como el kimono, que parte de un paisaje pintado sobre papel con el que más tarde confeccionaré la pieza", adelanta a El Cultural.
Pregunta. Al 35º Premio BMW de Pintura se presentó con Rue Africaine. ¿En qué consiste la pieza y cómo fue su proceso creativo?
Respuesta. El proceso empezó hace 3 años cuando construí la base del personaje de Rue Africaine. En su momento fue la protagonista de otra pintura llamada Margarita. Había pasado un tiempo pero sentía que la idea de ese personaje estaba muy presente. El tiempo y el entorno la habían desplazado y debía actualizarse de algún modo. La figura se sitúa en la calle Africaine del barrio de Saint-Gilles en Bruselas, año 2020. Viste un traje de pelo blanco, tiene el pelo largo oscuro, se presenta firme y segura.
P. En la información difundida por la organización del galardón podemos leer que para su trabajo parte “de la metáfora del vestido como protección” y lo relaciona “con la actividad pictórica llevada a cabo en el estudio”. Cuéntenos más sobre esta idea y lo que significa para su trabajo.
R. Hablo de metáforas porque busco una relación visual de ideas. De hecho, tal relación sería una metáfora en sí misma. El vestido cumple un papel protector del cuerpo, es la barrera física que lo separa del espacio, de los agentes climáticos, de los peligros del mundo exterior. Los animales, las plantas o los insectos adaptan sus cualidades físicas al entorno en el que habitan, permitiéndoles sobrevivir a los peligros que les rodean. Los seres humanos nos vestimos, adaptamos nuestra ropa a las situaciones o espacios que vamos a habitar. Para mí el estudio es una burbuja, es un espacio de reflexión, de evolución, de adaptación. Un lugar sin peligro. La práctica artística es un proceso de asimilación, de manipulación de los elementos o materiales, una suerte de meditación activa. Es este proceso el que me permite establecer relaciones y crear un mapa visual. Las obras son finalmente el diario que recoge las etapas.
P. ¿Cuáles diría que son las bases de su obra? ¿Qué busca transmitir con su pintura?
R. Siempre me ha cautivado la capacidad de engaño de la pintura, de describir una realidad aunque no exista. Podemos inventarnos los escenarios y los personajes y la pintura se encargará de posicionarlos. Me gusta jugar con eso, representar maquetas que cobran vida gracias a su escala y al realismo con el que se representan. Crear un paisaje hecho de recortes de muchos otros y darle entidad sobre el lienzo. O pintar un detalle de uno de los vestidos hasta abstraerlo, y que sea la deformación de los motivos o la textura del material la que genere el volumen sobre el plano bidimensional del lienzo. Quiero que esos juegos y engaños cautiven al espectador del mismo modo que el trabajo de otros artistas me ha atraído a mí. Otro de los factores que valoro es que aunque yo produzca ciertas imágenes con una idea de representación es el espectador quien hará su propia lectura. Su magia reside la libertad de la mirada.
P. Y, ¿quiénes son esos artistas que le han cautivado? ¿Qué artistas le sirven de referencia?
R. Hay muchos, hoy en día estamos expuestos a tal cantidad de imágenes… La pintura de Matisse, Henri Rousseau y Philip Guston pero también la obra de amigos o compañeros de escuela. En Amberes tuve la suerte de estudiar con Bendt Eyckermans, un pintor que admiro mucho, o Ben Sledsens. Sin embargo, mis verdaderas referencias van mucho más atrás, me gusta mucho la escultura primitiva y las artes decorativas, la evolución de la moda, el mundo animal y vegetal. Por eso reviso periódicamente la obra de artistas cuya evolución y proceso supone un gran ejemplo para mí como Louise Bourgeois, Eva Hesse, Ree Morton, Paula Rego o Rose Wylie.
P. La pintura es una de esas disciplinas inmortales. España ha dado, a lo largo de la historia, grandes pintores. ¿Cuál cree que es su actual estado de salud?
R. La pintura es atemporal, siempre ha estado ahí e incluso ahora con el auge de las tecnologías es visible la capacidad que tiene para mantenerse, para sobrevivir. La pintura es un medio y está en mano de los artistas, que siguen encontrando en ella una vía de creación y expresión, que se mantenga. Creo que simplemente se adapta y que los nuevos medios la influencian, refuerzan y adopta nuevas vías.
P. Aunque nació en Valencia actualmente reside en Bruselas. ¿Qué propició su traslado?, ¿qué puertas le ha abierto o qué oportunidades le ha dado vivir fuera de España?
R. Me trasladé a Bélgica por estudios. Estudié mi erasmus en Bruselas, en La Cambre, y desde entonces siempre quise volver. Fue curioso darme cuenta de la diferencia metodológica entre la escuela de Bellas Artes de Valencia y la de Bruselas. Compaginar ambas me parecía interesante y muy enriquecedor. Quise volver a estudiar un máster y lo hice en la Academia Real de Amberes. Aquí tengo acceso a una oferta cultural totalmente diferente a la que tengo cuando vuelvo a España, simplemente intento aprovechar ambas.
P. ¿Diría que es complicado vivir en España siendo artista? ¿Qué echa de menos en nuestro sistema artístico que haya encontrado en otros lugares?
R. Son diferentes, ambas tienen sus pros y contras. En España he encontrado mucho más apoyo de instituciones y colecciones, muchos más premios y convocatorias que en Bélgica. Por otro lado, la oferta cultural belga me parece mucho más interesante. Pero no creo que sea un problema del sistema sino que viene de su base educativa y de su capacidad económica. Bélgica es un país muy rico con un gran interés por la cultura y que apoya el coleccionismo. Pero creo que vivir como artista es complicado en todas partes. Hay que trabajar mucho y tener suerte.