Antes de 1936, Antoni Campañà i Bandranas (Arbúcies, 1906-Sant Cugat del Vallès, 1989) fue uno de los fotógrafos artísticos españoles más difundido internacionalmente. Más tarde, durante la guerra, sus imágenes llegaron al Pabellón de la República española de París de 1937 o a los fotomontajes del mítico John Heartfield. Después de 1939, optó por una escapada comercial y estética. Pero lo que durante mucho tiempo no se supo es que había ocultado en una caja las cinco mil fotografías que disparó durante la Guerra Civil. Halladas fortuitamente por la familia más de setenta años después, en 2018, estas fotografías, muchas inéditas, suponen una nueva aportación de gran relevancia al patrimonio fotográfico.
Pero, ¿por qué fotografías una guerra si acabarás escondiendo las imágenes en una caja? La respuesta –si la hay- condensa todas las contradicciones: las del mismo fotógrafo, las de la Guerra Civil y del siglo xx. Republicano, catalanista y católico, agente de Leica en Barcelona, Campañà se adentraba en la belleza cuando, en julio de 1936, se le vino encima todo el dolor. De su cámara hará terapia, con humanidad y universalidad: la mirada de los catalanes bombardeados por los fascistas se volverá la de los andaluces refugiados en Barcelona. Encerrando esas fotografías conscientemente en "la caja roja", como es conocida, Campañà compuso un inmenso retrato de su país, de su siglo y de sí mismo.
Ahora, la exposición La guerra infinita, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, proporciona una mirada nunca vista antes en toda su extensión y que se puede resumir en un hecho esencial: Campañà estaba allí con su cámara revelando el siglo xx. Es, en definitiva, el descubrimiento de una trayectoria con expansiones y cierres. Una historia de belleza, dominio técnico y sufrimiento humano, única y singular dentro del patrimonio fotográfico europeo.
Más de 300 fotografías
La muestra presenta un total de más de 300 fotografías, muchas que jamás habían sido positivadas ni por el propio fotógrafo. La mayoría de las piezas de la exposición proceden del fondo de la familia del artista, que ha decidido hacer al museo un importante depósito de 63 fotografías de su etapa pictorialista, anterior a la guerra. Una parte de estos materiales se mostrarán también ahora por primera vez.
Campañà se puede definir como un fotógrafo de contrastes. Se inició muy pronto en la fotografía y se convirtió en uno de los fotógrafos pictorialistas más premiados en todo el mundo. De hecho, su obra forma parte de la colección del museo como representante del pictorialismo catalán, con una obra tan emblemática como Tracción de sangre. Se integró bien pronto en las corrientes estéticas de la vanguardia europea y utilizó las técnicas pigmentarias del pictorialismo pero con una mirada que bebe de la Nueva Visión. Las diagonales, los picados y unos encuadres atrevidos pasan a ser su manera de plasmar la realidad. El fotógrafo mantendrá esta mirada durante la Guerra Civil, a pesar de que la crudeza de la realidad que le rodea hará que su fotografía sea más directa y rápida.
Campañà realiza más de 5.000 fotografías durante los años de la guerra, capturando todo lo que ve en un intento de superar el trauma del conflicto a través del visor de la cámara. Fotografía la complejidad de su tiempo sin autocensura ni concesiones a ninguna causa determinada. Las milicianas, los refugiados que llegan de Málaga a Barcelona en enero de 1937, las ruinas después de los bombardeos, los comedores populares, el entierro de Durruti o la exhibición de las momias de las monjas de las Salesas en el paseo de Sant Joan estuvieron bajo su objetivo. Campañà recoge escenas de la vida diaria, entre lo cotidiano y la violencia de la guerra y, finalmente, en 1939, la retirada del ejército republicano y los desfiles franquistas. Es entonces cuando el fotógrafo decide encerrar la guerra en una caja para intentar comenzar de nuevo, a pesar del contexto.
La postguerra supondrá para Antoni Campañà una adaptación traumática, y la recuperación y dedicación intensa a temas como los deportes, los paisajes o escenas de la modernidad, cuando ésta empezó a llegar al país. Vista en su globalidad, la obra de Campañà recorre el siglo xx en su complejidad y con sus contradicciones. La exposición descubre a un artista incansable que intentó llegar a todos los ángulos del mundo de la fotografía.