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Arte

¿Cultura? ¿Qué cultura?

Javier Gomá, Liz Perales, Javier Celaya y Rosina Gómez-Baeza, profesores del Máster de El Cultural, comparten su visión de la crítica y la comunicación cultural

30 marzo, 2021 01:48

Como país puntero en la generación de contenidos culturales, España necesita un sistema educativo que forme a los futuros profesionales de la crítica, la programación y la comunicación cultural. Es imprescindible que quienes van a dedicarse a este sector conozcan su funcionamiento y sus últimas tendencias, y aprendan a utilizar las nuevas herramientas y metodologías que lo han transformado en los últimos años. Por todo ello, porque la cultura necesita expertos que conozcan la creación y los nuevos negocios que la red está generando, El Cultural puso en marcha en 2015 su Máster Online en Crítica y Comunicación Cultural, que en octubre comienza su quinta edición.

En una serie de reportajes, los profesores del máster, todos ellos primeras figuras de la crítica, el arte, la literatura, el cine, la música y las artes escénicas, nos contarán en qué consiste su asignatura y qué conocimientos tratarán de transmitir a los alumnos. En esta primera entrega toman la palabra el filósofo Javier Gomá, que abrirá el curso sobre crítica cultural con una reflexión acerca del papel de la cultura en el mundo de hoy; Liz Perales, profesora de crítica teatral; Javier Celaya, que ilustrará a los alumnos sobre los actuales retos del libro electrónico y el audiolibro; y Rosina Gómez-Baeza, que hará lo propio sobre el sistema del arte.

En primer lugar, dice Gomá, conviene preguntarse en qué punto está la cultura como industria. “Desde hace veinte o treinta años, muchos españoles que trabajan en empresas o son empresarios han tenido una educación empresarial de altísima calidad; sin embargo, en el ámbito de la gestión cultural aún hay ciertos resabios no profesionales”. Lamenta el autor de Ejemplaridad pública que, durante demasiado tiempo, los mayores talentos de cada promoción hayan desembarcado en la empresa y en los altos cuerpos de las administraciones públicas, mientras que las instituciones culturales han sido, dice, “como un cementerio de elefantes”. Un ejemplo de esto es el presidente de banco que, al jubilarse, pasa a ser el presidente de la fundación del banco. “Eso en los últimos tiempos está cambiando”, señala el filósofo y director de la Fundación Juan March.

La conferencia de apertura del máster, titulada ¿Qué cultura?, tratará de fijar el significado, hoy, de tan escurridiza palabra, lo que servirá como marco general para el desarrollo de las clases. Gomá apunta los cuatro sentidos de la palabra cultura: en primer lugar, cultura “como un conjunto de creencias y costumbres que comparte una comunidad en un espacio y en un tiempo dados”; en segundo, “como un sector muy minoritario de personas que producen obras culturales”; en tercer lugar, “como industria cultural, que tiene que ver con los procesos de distribución, difusión y venta de las obras de la cultura en el sentido dos, ya sea el negocio editorial, la programación del Teatro Real o las salas de cine”; y, por último, “como política cultural llevada a cabo por las administraciones públicas cuyo objeto es cooperar en los niveles 2 y 3, ayudando a que los artistas produzcan obras o a la distribución, difusión y venta de las mismas”.

Música, teatro, libros, arte

Los alumnos del Máster, además de aprender tareas de gestión, se familiarizarán con la comunicación cultural y la crítica en distintas áreas: música, teatro, literatura, cine… cada una con sus particularidades. “Las diferentes industrias culturales tienen más en común en la era digital de lo que sospechamos”, opina Javier Celaya, fundador de dosdoce.com, empresa especializada en la comunicación cultural en el entorno digital. Es importante, dice, “aprender las singularidades de cada una de las actividades culturales y a la vez saber identificar los aspectos transversales derivados de la irrupción de internet”. Esto es, las redes sociales, los precios dinámicos o los nuevos modelos de gestión y negocio digitales.

Esto hace que se imponga un modelo de enseñanza capaz de proporcionar una visión general del sector y que al mismo tiempo profundice en el estudio de las industrias concretas. Como la del mundo editorial, donde al tradicional formato en papel se le han sumado en los últimos años el libro electrónico y el audiolibro, así como nuevos canales de comunicación entre autores, editoriales y lectores. De dibujar ese escenario se encargará Javier Celaya. “Compartiré información de máxima actualidad, así como casos y experiencias de buenas prácticas. Analizaremos el impacto de las principales tendencias digitales en el mundo del libro, indagaremos en las nuevas formas de contar historias, los nuevos prescriptores y profundizaremos en los nuevos modelos de negocio existentes en Internet para atender las nuevas formas de lectura en dispositivos electrónicos”.

El arte es otro de esos sectores que ha experimentado grandes avances desde los años ochenta del pasado siglo. “Es un sistema hoy muy complejo”, explica Rosina Gómez-Baeza, consultora de arte, socia fundadora de YGBArt y exdirectora de ARCO.  Señala cuestiones como “la descentralización territorial, la dimensión económica de la producción artística, las nuevas condiciones de trabajo y de acceso al arte impuestas por la comunicación online y la consiguiente globalización”. Conocimientos, dice, necesarios también para ejercer la crítica de arte, que también tendrá su propia asignatura en el programa del máster.

Por su parte, la crítica teatral Liz Perales afirma que “posiblemente el teatro, por su naturaleza efímera, es la manifestación artística que más necesita una documentación por escrito”. Paradójicamente, en los medios tradicionales ha ido perdiendo terreno y lo ha ganado en los digitales, a través sobre todo de los blogs. La formación, añade Perales, es fundamental para “descifrar y traducir al lector/espectador lo que el autor y los artistas quieren contar en el espectáculo, lo que exige documentación y análisis; juzgar, ofrecer una valoración de la obra, y es importantísimo que lo haga con un personal y cuidado estilo literario; y anticiparse a la historia, es decir, olfatear a aquel artista que perdurará o que marca tendencia”.