Días atrás, desde estas mismas páginas, Elena Vozmediano se refería en su artículo Ecos de la amistad creativa al género de retratos grupales y al interés de este tipo de glorificaciones de “una fraternidad creativa que protagoniza una época”. Hablaba de las imágenes que preservan en la memoria un momento cultural y de quienes lo definieron. La exposición En tiempo real. La Colección Rafael Tous de arte conceptual nos da la bienvenida, justamente, con un retrato grupal: el retrato de un grupo de artistas cuya obra se desarrolló, en buena medida, gracias a la labor de Rafael Tous, el mecenas, coleccionista y amigo que aparece en la imagen rodeado por los artistas y que, tras regalar a la ciudad de Barcelona y al MACBA cerca de un millar de obras de su colección, ve compensada su donación con esta exposición repleta de obras seminales del arte conceptual de los años 70, pequeñas y grandes joyas y obras que, para algunos artistas, ha sido una sorpresa descubrir que las tuviera Tous.
La exposición reúne 120 obras de 28 artistas –Francesc Torres, Pere Noguera, Àngels Ribé, Miralda, Muntadas, Fina Miralles y Carlos Pazos, entre otros– que priorizaron, durante los años 60 y 70, la idea y el proceso por encima del objeto. Profundiza en la práctica del arte conceptual en Cataluña y establece interesantes nexos de unión con lo que sucede en el resto del mundo, representado con obras de la colección del propio museo.
Junto a la cantidad y, sobre todo, calidad de las obras seleccionadas, se muestra documentación vinculada a los espacios y encuentros donde los artistas desarrollaron, mostraron y disertaron acerca de su obra. Contextualiza ese periodo y permite entender los pasos que dio Tous para conocer de primera mano el trabajo de sus artistas en espacios como La Sala Vinçon, la Galería G, el Espai 10 de la Fundación Miró o los Encuentros de Pamplona, en las intervenciones en el frontón de la casa de Muntadas en Vilanova del Vallés o en acciones artísticas en Granollers.
La muestra es la punta del iceberg de una donación que, como apunta una de las comisarias, Antònia María Perelló, le viene al museo como anillo al dedo por dos razones muy claras: el arco temporal que abarca es el mismo que el del MACBA y el arte conceptual una de sus líneas fuertes. Se acomodan tan bien las dos colecciones que se diría que siempre han estado unidas. Pero eso sí, con una particularidad: las obras de la colección Tous son muy representativas de los artistas y, como manifiesta Perelló, “son las que el museo hubiera ido a buscar”.
Para organizar y exponer esta selección conceptual de Rafael Tous, las comisarias han declinado la cronología para poner el acento en los ejes temáticos que trabajaron todos estos artistas. Se trata de ocho líneas que reflejan intereses comunes al tiempo que permiten rastrear la obra de un mismo artista a través de distintas salas, un acercamiento caleidoscópico a cada uno de estos temas. El accionismo asociado a la naturaleza –con obras incipientes de Francesc Abad, Àngels Ribé, Jordi Benito, Jordi Cerdà o Eva Lootz– sirve de preámbulo a la relación que se establece entre el arte y la naturaleza, con obras de Teresa Gancedo, Fina Miralles, Francesc Abad, Àngels Ribé y Àngel Jové. Mientras que la obra de Miralda, Eugènia Balcells, Joan Rabascall y Ferran García Sevilla reflexiona sobre los nuevos comportamientos sociales impulsados por los medios de comunicación, preámbulo de la sección que glosa sobre la denuncia con obras incisivas de Muntadas, Rabascall, Eulàlia Grau, Francesc Torres y Alicia Fingerhut.
La vida de las palabras, que no sólo de las ideas, también goza de buena salud con obras fantásticas de Benet Rossell, Jordi Pablo, Jordi Cerdà, Pere Noguera, Pilar Palomer y Àngels Ribé y las poéticas y prácticas del objeto, quizás la sala más evocadora, cuenta con obras admirables de Jaume Xifra, Antoni Llena, Carmen Calvo, Benet Ferrer y el siempre sorprendente Jordi Pablo.
Si una colección es la materialización de la mirada de un coleccionista, cuando su actitud es comprometida y sobrepasa la idea de sus fondos puede dar lugar a lo que hizo Tous creando su sala Metrònom, el mítico espacio de experimentación artística, transversal y arriesgada que entre 1980 y 2006 –primero en la calle Berlinés de Barcelona y posteriormente en la calle Fusina– aglutinó, promovió y animó de manera prolongada la actividad artística de Barcelona.
Dos de las instalaciones más emblemáticas vistas en este espacio en 1989 son No hay replay, de Carlos Pazos, que se puede visitar ahora en la Capella dels Àngels, y Las puertas de Linares, de Jordi Benito en la sala Metrònom, reabierta exprofeso para la ocasión en homenaje, quizás, a uno de los artistas más emblemáticos de la colección. Benito es otro de los amigos de los que Tous siempre habla de forma sentida, sincera y fraternal.