Genio: capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables. Así define la RAE este término que durante tiempo se reservó a los hombres. Lamentablemente, durante años muchas mujeres artistas quedaron a la sombra de sus parejas masculinas. Actualmente, proliferan los estudios y las publicaciones que ponen de relieve la importancia de algunas figuras femeninas como Dora Maar, Lee Krasner o Camille Claudel, hoy nombres bien conocidos. Pero también existen otras creadoras que aún no gozan de tanta visibilidad como Hilda Carline o Marie Bracquemond. Todas ellas forman parte de Más que una musa. Relaciones que eclipsaron a las mujeres (Garbuix Books), un ensayo que publica la escritora Katie McCabe.
Pero este volumen no solo se compone de artistas, también nos encontramos con las pianistas Clara Schuman y Lil Hardin Armstrong o Shigeko Kubota, la madre del videoarte. Ninguna de ellas, de un modo u otro, pudo brillar al nivel de su talento por razones que, obviamente, escapaban a su ingenio. Este libro es “un intento de poner en primer plano a las mujeres importantes y talentosas cuya obra fue eclipsada con frecuencia por la de sus parejas románticas”, escribe Katie McCabe en el prefacio. Sin embargo, en lugar de centrarse exclusivamente en las asociaciones en sí mismas, la escritora y editora irlandesa ha querido “mirar más ampliamente movimientos artísticos como el impresionismo, el surrealismo y el dadaísmo para enfatizar el importante papel que desempeñaron las mujeres dentro de ellos”.
Pero no solo: “también quería explorar cómo la cobertura de los medios de comunicación impactaba en la forma en que se percibía a algunas de estas mujeres para ver la forma en que se escribía sobre ellas o, en algunos casos, apenas se escribía sobre ellas”. Por supuesto, la situación ha cambiado aunque aún quedan territorios por conquistar desde los medios como la tendencia a “colocar a artistas masculinos más conocidos en el titular”, critica. Estas palabras nos llevan a pensar en algunos titulares que recientemente hemos leído sobre los Juegos Olímpicos de Tokio (“Paula Badosa, ex de David Broncano, se clasificó para los cuartos” / “el hombre detrás del éxito de Paula Badosa” / “La admiradora de Nadal que ha destronado a Ledecky” / “La hija de Bruce Springsteen se cuelga la plata”).
Pregunta. En Más que una musa hay muchas historias y, seguramente, sean otras tantas las que se han quedado fuera por diferentes razones. ¿Cuáles son los que más le han impactado?
Respuesta. Todos me impactaron de una forma u otra, pero en cuanto al trabajo, la artista a la que más vuelvo es Camille Claudel. Sus esculturas poseen una sensualidad operística, están llenas de drama y movimiento. En The Waltz esculpe a dos amantes que están tan perdidos el uno en el otro que el espectador se siente casi un voyeurista al mirarlo. Durante su vida Claudel luchó por conseguir encargos oficiales precisamente porque su trabajo era muy sensual. Se le pidió que vistiera las figuras desnudas de su trabajo. Era como si la estuvieran castigando por su talento.
P. Este volumen reúne nombres conocidos y otras que quizá no lo sean tanto. ¿Buscaba un equilibrio para llegar a todo tipo de público?
R. Quería incluir una variedad de historias, algunas de las artistas incluidas se han vuelto mucho más conocidas en los últimos años, como Lee Krasner, algo que es maravilloso de ver. Pero quería ver las formas en que se escribía sobre estas mujeres durante su vida y explorar por qué no siempre se les dio el crédito que merecían. También quería reconocer las asociaciones creativas en las que los hombres apoyaban el trabajo de su pareja. A menudo, descubrí que no eran solo las relaciones en sí mismas las que causaban que las mujeres fueran eclipsadas, sino la tendencia de los medios de comunicación y las principales instituciones de arte a asignar a los hombres un mayor nivel de importancia.
P. En ocasiones hablamos de redescubrir a estas artistas cuando muchas de ellas ya tienen la categoría que debieron tener en su momento. ¿Deberíamos prescindir etiquetas como "descubrimiento" y "recuperación"?
R. Creo que ciertamente hay un argumento para eso, en el libro apunto que me preocupa colocar a ciertas artistas en un estado perpetuo de "redescubrimiento". De alguna manera, desde que lo escribí, he intentado alejarme de la idea de "recuperación" y hacer de su trabajo el centro de la discusión siempre que sea posible.
P. En ocasiones tendemos a calificar de feministas a todas estas artistas, pero no necesariamente tenían que serlo. ¿Qué piensa al respecto?
R. Creo que eso es cierto en algunos casos, sí. El arte no es feminista solo por haber sido creado por una mujer, y no tiene por qué serlo.
P. Hoy, los museos están dando voz a estas mujeres históricas y están reorganizando sus colecciones para situarlas en el lugar que se merecen. ¿Cree que lo hacen porque realmente se han dado cuenta de esta ausencia histórica o porque es un trabajo que "hay que hacer"?
R. Se trata de ambas cosas. Es un trabajo que debería haberse hecho hace mucho tiempo. Las historiadoras del arte feministas han estado discutiendo esta disparidad de género en las colecciones de los museos durante décadas. La exposición Mujeres artistas 1550-1950, organizada por Linda Nochlin y Ann Sutherland Harris en 1976, arrojó luz sobre la ausencia de mujeres artistas en las colecciones permanentes de las galerías. Creo que gran parte de ello se debe al largo y arduo trabajo de las historiadoras del arte feminista, así como el advenimiento de las redes sociales, que permiten al público participar en la conversación de una manera más visible. Muchos museos son instituciones públicas, por lo que el público debería opinar sobre la versión de la historia del arte que se refleja en ellos.
P. En este sentido, aún se critica que en muchas ferias de arte y exposiciones colectivas, por ejemplo, el número de artistas masculinos sigue siendo superior al de mujeres. ¿No es, por tanto, contradictorio?
R. Creo que realmente depende de la feria de arte o exhibición colectiva, pero el dinero puede jugar un papel en esta disparidad continua. Como señaló el sociólogo Taylor Whitten Brown en este gran artículo de 2019, el trabajo creado por mujeres artistas todavía se valora menos que el trabajo creado por hombres. Creo que este problema actual podría estar afectando el tipo de obra que aparece en algunas ferias de arte y exposiciones colectivas comerciales, ya que se les atribuye un valor monetario superior determinado por el mercado del arte.
P. A día de hoy, ¿cree que el trato que reciben las mujeres y los hombres artistas en los medios de comunicación es el mismo?
R. No, creo que las cosas han mejorado mucho aunque todavía hay problemas, obviamente. Cuando se organizan exposiciones de mujeres artistas, las reseñas a menudo se centran en gran medida en su biografía de una manera que no suele ocurrir con los artistas masculinos y esto puede distraernos de la importancia de su trabajo. Pero para ver los aspectos positivos, casi todos los días se escribe sobre mujeres artistas, tanto contemporáneas como históricas, en los principales medios de comunicación. Solo tenemos que asegurarnos de que este paso positivo hacia adelante no se considere "parte del espíritu de la época". No es una "tendencia". Así debería haber sido siempre.
P. ¿Qué podemos hacer desde los medios de comunicación?
R. Al revisar el trabajo de mujeres artistas históricas existe una tendencia a colocar a artistas masculinos conocidos en el titular, por ejemplo, Artemisia Gentileschi se presenta como una "contemporánea de Caravaggio". Incluso cuando se anunció la retrospectiva de Krasner en el Barbican en 2018, un titular se refirió a ella como "la esposa artista de Jackson Pollock, Lee Krasner". No necesitamos la presencia de nombres de artistas masculinos para legitimarlas, dejar que ese nombre sea independiente es un pequeño cambio que se puede hacer. Otra cosa que podemos hacer es aumentar nuestro nivel de curiosidad. La mayor parte del tiempo en los medios de comunicación confiamos en las últimas exposiciones para informar y cuando las últimas exposiciones están dominadas por artistas masculinos se crea un círculo vicioso en el que publicamos los mismos nombres familiares al público una y otra vez. Me encantaría ver a más escritores salir de ese ciclo, para mirar más allá de lo que ofrecen las galerías. Se pueden buscar historias interesantes de forma independiente utilizando los muchos recursos dedicados al trabajo de mujeres artistas, como AWARE.