Decía el artista Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970) que hay un salto generacional entre los nacidos en España a principios de los setenta y los de los ochenta. Su exposición en la galería Albarrán Bourdais pone el foco en los protagonistas anónimos de los movimientos sociales, algunos de esos años, y los eleva a la categoría de héroes. Transfiere los icónicos pasamontañas de las Pussy Riot, por ejemplo, a bronce, esforzándose en mantener cada detalle como sucede en las crines de las esculturas ecuestres. O se detiene en la masacre de 1968 en Tlatelolco (México) y en las pintadas, tachadas, que veía de niño camino de la escuela.

El espacio público es también el motor del trabajo de Juan López (Alto Maliaño, 1979), que toma la ciudad, sus materiales, arquitecturas y signos, como fuente de inspiración para realizar esas prospecciones con las que nos cuestionarnos nuestra percepción del espacio. En Surco, en Juan Silió, traslada los negativos de distintas superficies urbanas a silicona.

Entre las más de 50 exposiciones que abren hoy al público priman las propuestas individuales, más de cuarenta

Estas son dos de las más de 50 exposiciones que abren hoy al público dentro de Apertura, la inauguración conjunta de las galerías de Madrid. Priman las propuestas individuales, más de cuarenta, hay nombres nacionales consagrados –Esther Ferrer (en 1 Mira Madrid), Concha Jerez (Freijo) o Juan Hidalgo (Adora Calvo)– y otros de esas generaciones más jóvenes que mencionaba Sánchez Castillo.

Reivindicar lo artesanal

En esta franja de edad la puesta en valor de los materiales y la reivindicación de lo artesanal son temas centrales. Jacobo Castellano (Jaén, 1976) se mueve en esta arqueología de lo cotidiano en busca y captura de viejos materiales con los que hablar del paso del tiempo. Su trabajo es principalmente escultórico, con la madera como hilo conductor, una madera encontrada, vivida, que ha trasferido ahora en Retablos, en Benveniste Contemporary, a las dos dimensiones del papel en estampaciones de gran formato inspiradas en la trasera de un retablo de Alonso Berruguete.

Federico Miró: 'Sin título' (detalle), 2021 (Galería F2)

Otro artista que recurre a la madera es José Miguel Pereñíguez (Sevilla, 1977). La galería Michel Soskine Inc. despliega una selección de trabajos de distintas épocas, artefactos, mobiliario, juegos ópticos y hasta instrumentos musicales (recuerden su Premio Cervezas Alhambra de 2017) en los que hay siempre una impronta, real o no, de funcionalidad.

Reivindica también en su escultura el uso de materiales cotidianos y el cuerpo Belén Uriel (Madrid, 1974), que se estrena en The Ryder, poco después de su individual en CA2M, con un proyecto inspirado en la novela de Julio Verne Rayo verde para hablar con ironía de la idealización de la naturaleza a través de un conjunto escultórico –de bronce, hierro y vidrio– orquestado en torno a este color.

Rescatando a personajes femeninos

Hay además varias exposiciones que rescatan o reivindican a personajes femeninos. Álvaro Urbano (Madrid, 1983), en Travesía Cuatro, vuelve sobre la arquitectura, como en su instalación inmersiva en La Casa Encendida, sobrevolando la turbulenta relación entre Le Corbusier y Eileen Grey en L'invitation au vogage. Traslada el salón de la Villa E-1027 que diseñó Grey a la galería e introduce elementos de cosecha propia para reconstruir lo ocurrido: el espíritu invasor de Le Corbusier, que pintó los muros inmaculados originales, se deja ver, por ejemplo, en los champiñones que campan a sus anchas en las paredes.

Otro personaje que rescata con sus piezas textiles Mercedes Azpilicueta (La Plata, 1981), en Nogueras Blanchard, es Catalina de Erauso (la Monja Alférez), una mujer fascinante del Siglo de Oro que viajó a América caracterizada como un varón y participó en la conquista. Su leyenda es enorme, cuestionándose incluso su identidad de género, un tema que siempre gravita también en las inteligentes imágenes de Valle Galera (Jaén, 1980) en Twin Gallery. Galera reflexiona constantemente sobre la influencia del otro en nuestra propia identidad, fijándose en grupos que quedan en los márgenes de una representación monopolizada por un ideal de mujer concreto.

José Miguel Pereñíguez: 'Fake (estructura y revestimiento)', 2014 ( galería Michel Soskine Inc.). Foto: Claudio del Campo

No falta la pintura entre los artistas españoles de esta generación, aunque no sea el medio predominante entre las exposiciones seleccionadas. Elvira Amor (Madrid, 1982) presenta en Moisés Pérez de Albéniz sus últimos trabajos. Las grandes superficies de color saltan del lienzo a los objetos tridimensionales en los que se nota la impronta de su paso por BilboArte.

Frente a esta acción tan gestual, Federico Miró (Málaga, 1991), en F2, basa su pintura en una labor minuciosa en la que se cruzan lo renacentista y lo barroco. Se recrea habitualmente en los detalles de la ornamentación de las telas, aunque en este The Invisible Thread deje paso a una monocromía inspirada en los paisajes japoneses. Un ejemplo más de una mirada atenta a la tradición y lo artesanal.

@LuisaEspino4