Dice Rocío de la Villa que la crítica de arte no solo nos permite estar al día de exposiciones en museos, galerías y bienales, o asomarnos a la tramoya de lo que ocurre en el taller de los artistas, sino que “es un motivo de reflexión constante que también requiere tomar el pulso a la historiografía artística”. Ella lleva haciéndolo de una manera libre y clara desde hace más de 20 años, quince de ellos desde la revista El Cultural, donde ha publicado una buena parte de los textos que recoge ahora en esta cuidada publicación de UMA Editorial titulada Crítica de arte desde una perspectiva de género (Málaga, 2021).
Título: Crítica de arte desde una perspectiva de género
Autor: Rocío de la Villa Ardura
Editorial: UMA Editorial
Año de publicación: 2021
Disponible en UMA Editorial
Disponible en Unebook
Profesora en la Universidad Autónoma de Madrid, investigadora y comisaria independiente, comenzó en la crítica en el suplemento cultural de La Vanguardia y ha sido la promotora de la revista digital de la asociación de Mujeres en las Artes Visuales (MAV). En estos 20 años, apunta la autora en el prólogo, la revisión de nuestra historia del arte por parte de museos y publicaciones ha ido cambiando y cada vez es más sensible a la perspectiva de género, algo en lo que el movimiento #metoo ha supuesto un claro punto de inflexión. Pero no siempre fue así y eso es algo que deja muy claro en los primeros textos de esta compilación.
Escrito con un estilo ameno, claro y accesible, el libro se organiza en dos bloques temáticos. El primero de ellos repasa en quince textos, de una manera didáctica y sin prejuicios, distintos libros y exposiciones que han sido representativas para las mujeres artistas, bien sea porque eran el foco curatorial o bien por todo contrario.
Mujeres en las exposiciones
Habla de muestras como Mujeres en vanguardia. La Residencia de señoritas en su centenario (1915-1936), celebrada a finales de 2015 en la Residencia de Estudiantes, en la que subrayaba que “resulta bochornoso que a estas alturas buena parte de las pinturas, grabados, etc. que se muestran en esta exposición sigan perteneciendo a colecciones particulares (…). Con lo necesario que es para nuestra sociedad que ingresen en nuestro Patrimonio”. O de Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953, inaugurada en 2016 en el Museo Reina Sofía, y de Realistas de Madrid, en el mismo año en el Museo Thyssen. Los textos más antiguos, lejanos para los lectores más jóvenes, son una buena prueba de todo el camino que se ha recorrido en España en estos últimos años.
“El hecho de que hoy en día nuestro país comience a mostrar síntomas de que no es tan diferente, aumentando en proporción geométrica el número de mujeres artistas en los diversos espacios expositivos -escribía en La Vanguardia en 1999-, en absoluto significa que haya habido planteamiento, reflexión o debate alguno. (…) Aquí se ha producido a la chita callando, al estilo meridional. Tanto que de momento no hay suficiente consenso para afirmar que el recambio generacional de Tàpies, Chillida y Antonio Saura bien pudiera estar compuesto por un grupo de mujeres: Susana Solano, Soledad Sevilla y Cristina Iglesias, en cuyo caso no solo sus excelentes trayectorias, también cierta indiferencia ante planteamientos netamente feministas ha facilitado su consolidación”.
Rocío de la Villa opina sin cortapisas y no flaquea al mencionar y sacar los colores a personajes y medios poderosos. La crítica del libro El espejo del tiempo (Taurus, 2009), por ejemplo, comenzaba con esta pregunta retórica: “¿Es posible a día de hoy publicar una Historia del Arte en España sin una sola imagen producida por una mujer? Sí (…). La barbaridad viene avalada por Francisco Calvo Serraller (…)”.
Hacia otra Historia del Arte
Otro aspecto interesante en la escritura de De la Villa es cómo argumenta siempre todos sus comentarios aportando datos alternativos, nombres de artistas y de investigadoras, en el caso del libro recién mencionado, por ejemplo, proponiendo para esta Historia de España desde el Renacimiento nombres como el de Sofonisba Anguissola, que estuvo catorce años en la corte y fue retratista de Felipe II, Rosario Weiss, María Blanchard, Maruja Mallo o Esther Ferrer.
Hay aquí también espacio para la alabanza de otros proyectos, como la reciente exposición A contratiempo. Medio siglo de artistas valencianas (1929-1980), en 2018, en el IVAM de Valencia, un “mapeado completo” -escribía en El Cultural- “resultado de años de investigación y un modelo de recuperación de la genealogía del arte feminista en nuestro país a nivel local. También es un auténtico ejemplo de proyecto curatorial y montaje expositivo depurados, con un recorrido perfectamente planteado, tan apasionante que disimula las cerca de 250 obras mostradas de más de treinta artistas”.
El apartado dedicado a casi una treintena de artistas se organiza por periodos históricos y es más amable. Están las “Modernas” -Sonia Delaunay, María Blanchard o Ángeles Santos-, las “Maestras” -Elena Asins, Esther Ferrer, Eva Lootz, Soledad Sevilla y Susana Solano, entre ellas-; y en la sección de las “Contemporáneas” algunos nombres más jóvenes, aunque no solo, como Rosana Antolí, Cabello/Carceller, Patricia Esquivias y Cristina Lucas. A todas ellas se acerca desde la curiosidad y desde un estudio profundo de su obra, dos ingredientes fundamentales para practicar la crítica de arte.