Cuando Eltono (París, 1975) empezó a intervenir las calles de París en 1999 solo existía el graffiti. Salía y pintaba su nombre con spray, convivía en la calle observando todo a su alrededor. Patinaba y pintaba. Las calles y las paredes de las ciudades han sido el lienzo en el que siempre se ha sentido cómodo, el soporte que más le ha atraído para crear una obra que puede llegar a una mayor parte de la sociedad. Desde entonces las cosas han cambiado, el arte urbano ha adquirido otra categoría, la sociedad lo entiende mejor y su estilo también ha evolucionado. Sin embargo, hay algo que se mantiene impertérrito: Eltono sigue interviniendo nuestras calles sin preaviso. Pero también expone en espacios como Nueva Galería, donde inaugura Desperfectos, una exposición que reúne tres grupos de obras en las que el primer sorprendido por el resultado final de sus piezas es el propio artista. 

“Llevo más de diez años haciendo experimentos con los que pierdo el control del proceso creativo. Para cada exposición individual busco nuevos inventos porque me gusta la posición del artista que también puede ser espectador de su obra”, cuenta. Como creador busca ser sorprendido y esa es una de las razones por las que no le gusta “controlar la obra de principio a fin. Nunca una pieza va a quedar como uno quiere y siempre se puede retocar pero a mí esa forma de trabajar no me interesa”, sostiene. De modo que Eltono crea sistemas de trabajo en los que “lo divertido reside en que todo depende del trabajo anterior, que se basa en la creación de un protocolo”. 

El azar de los dados

Antes de ponerse a trabajar Eltono diseña un protocolo, después ejecuta la pieza y finalmente acepta los resultados. Esta manera de trabajar la emplea tanto para las exposiciones en galerías como para pintar en la calle. Una de esas maneras de trabajar junto al azar consiste en decidir una serie de formas geométricas y colores que corresponden a unos colores determinados. Así, el artista tira el dado y si sale un seis pinta un triángulo. Vuelve a tirar el dado y si el resultado es un 3 lo pinta de amarillo. Con este método también decide la orientación de las formas con las que va rellenando las casillas. 

Aunque el proceso para las piezas que se exponen en una exposición es algo diferente también tiene ese punto de juego que tanto le atrae. En este caso se vale de sus propios movimientos por la ciudad. “A veces camino de manera aleatoria por Madrid, en cada intersección tiro el dado y según el resultado voy hacia un lado o hacia el otro. Recojo el camino en una aplicación y hago una escultura que enseña la experiencia de mi cuerpo en la ciudad”, explica. 

Tres familias de obras

Las obras que reúne en Desperfectos tienen que ver, precisamente, con sus paseos por la ciudad. Uno de los tres conjuntos de piezas es Averses, una serie en la que la lluvia se convierte en la cocreadora. Algunas de estas obras las concluyó y presentó en una exposición que tuvo lugar en Normandía en el mes de julio. Para ello, Eltono dibujó una serie de líneas paralelas con tres colores sobre una tabla. Cada vez que llovía el artista cogía una de las tablas y daba una vuelta al centro de arte. “Las piezas se mojan, las gotas hacen correr la tinta y rompen la perfección de la línea”, apunta. En Madrid se podrán ver cinco piezas concluidas y dos que quería activar aquí. Sin embargo, el pronóstico para los próximos días es soleado. 

La segunda serie es una especie de “plotter de paseo”. Eltono ha fabricado una caja con un disco que gira y una barra con rotuladores. Este artilugio se lo coloca en la espalda y sale a caminar una o dos manzanas al azar. El movimiento de su cuerpo hace que la barra gire y los rotuladores se muevan. Cada paseo genera un dibujo diferente en el que no puede intervenir y que no puede ver hasta el final. La tercera se titula Transportistas y se compone de cinco cajas. “Para enviar las obras de taller a la galería he hecho cajas para protegerlas. La caja está vacía y la obra en sí está pintada en la cara exterior debajo la caja”, cuenta. Durante el trayecto la tapa se va estropeando y los transportistas, sin saberlo, participan en el proceso. “Se trata de ver cómo factores externos como el roce pueden afectar y cambiar la obra que propongo”, subraya. 

Jugando con los factores de la calle

Una de las 'pinturas furtivas' en Madrid, 2018

En realidad todo este proceso no difiere tanto de lo que ocurre con las obras que se pueden ver en la calle. El arte urbano está expuesto a la lluvia, al deterioro del sol, a la polución e incluso a la intervención de terceros. “Dejar de ser el dueño de las obras” es, de hecho, uno de los aprendizajes que se ha llevado de tener la calle como lienzo. Una vez realizada “dejas de pensar en ella y aceptas que le puede pasar cualquier cosa e incluso puede desaparecer”. Por eso, los protocolos que inventa para sus exposiciones en galerías tratan de crear un puente entre ambos ámbitos. En lugar de “obviar la decadencia que añade la calle” se trata de pensar que el deterioro forma parte del mismo proceso creador. 

No hay duda de que el arte urbano está ahora más aceptado que nunca. De hecho, desde hace tiempo somos testigos de cómo algunas grandes marcas colaboran con creadores para promocionar sus productos. Eltono tiene una opinión clara al respecto y es que estas grandes empresas “nunca te van a pagar lo suficiente para las ganancias que les generas. Nunca es un juego equilibrado”, apunta.

Así pues, Eltono prefiere seguir con sus pinturas furtivas, esas pequeñas intervenciones que no requieren más de 20 minutos. Por el momento suma 546 y aunque corre el riesgo de ser pillado Eltono sigue jugando al despiste unas diez veces al año. 

@scamarzana