Amber Bracken ha resultado ganadora del World Press Photo por una imagen sobre niños indígenas muertos en los internados de asimilación forzada en Canadá. La fotógrafa lamentó en una entrevista con EFE el “genocidio cultural” de poblaciones indígenas porque se ha “logrado hasta cierto punto suprimir sus idiomas, cultura y ceremonias”.
“No quiero dar a entender que la cultura se haya borrado porque no es verdad, muchas comunidades tienen lazos muy fuertes con su cultura, pero ha sido una batalla recuperar parte de eso. En algunos casos solo hay un puñado de personas en la comunidad que se apegaron a sus ceremonias o al idioma, y tuvieron que enseñárselo a los demás. Las autoridades lograron parcialmente su objetivo”, añade.
El sistema de residencias escolares fue impuesto por las autoridades canadienses a finales del siglo XIX para eliminar la cultura aborigen del país.
Los niños indígenas eran sacados a la fuerza de sus comunidades y enviados a internados situados en algunos casos a centenares de kilómetros de sus familias, donde se les encargaban tareas domésticas u otros oficios, y donde unos 4.000 menores murieron por las condiciones insalubres.
“El gobierno de entonces dijo que trataba de ‘matar al indio que había en el niño’, de quitar la indigeneidad, despojarlos de su cultura y asimilarlos a la occidental, y pensaron que la mejor manera de hacerlo era llevándolos a estas residencias. Pero tratar de aclimatarlos a la cultura occidental no puso fin al racismo que ya existía hacia los indígenas”, explica Bracken.
El trabajo ganador de esta fotoperiodista, publicado en el The New York Times, muestra unos vestidos de color rojo colgados en cruces a lo largo del camino, en recuerdo de los alumnos de la Escuela Residencial de Kamloops, en la provincia de Columbia Británica, y cuyos cadáveres fueron localizados el año pasado en tumbas sin identificar en terrenos de la antigua escuela.
Los tk'emlúps te secwépemc, un grupo indígena de la Columbia Británica, fue una de las primeras comunidades en anunciar el resultado de su radar de penetración terrestre y el descubrimiento de las tumbas de niños en terrenos de la residencia de Kamloops, que estaba dirigido por la orden religiosa de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.
Entre 1890 y 1997 más de 130 escuelas residenciales funcionaron en Canadá y unos 150.000 niños indígenas fueron internados en ellas. Eran instituciones gubernamentales administradas en su mayoría por órdenes católicas, y los menores sufrieron abusos psicológicos, físicos y sexuales de forma sistemática e incluso experimentos a manos de científicos gubernamentales.
Los niños fueron “castigados por hablar su idioma, hubo un largo periodo en el que las ceremonias indígenas y sus identificadores culturales eran ilegales, las personas podían ser enviadas a prisión por practicar su cultura” y “algunos de esos niños nunca regresaron” a casa.
“Todavía no he conocido a una sola familia indígena en Canadá que no tenga alguna relación con las escuelas residenciales. La mayoría de las familias tienen múltiples generaciones e impactos. La mayoría de las familias, si no todas, tienen conexiones o alguna pérdida que se ha producido en esos lugares”, añade Bracken.
La Fotografía del Año, explica, es “un homenaje por parte de la comunidad a los hijos que nunca volvieron a casa, y para ellos, usar esa ropa en esas crucecitas es una forma de personificar a los niños que han sido invisibilidades durante tanto tiempo”.
“No tenemos a los niños, ni siquiera sus efectos personales, así que, lo que se ve en esa fotografía es una representación física de las personas que no están, para que puedan tener algún tipo de presencia, una representación de esos niños a quienes finalmente pudieron traer a casa, hacer la ceremonia y reconectarse con sus familias y sus parientes”, resume Bracken.
En 2015, la Comisión para la Verdad y la Reconciliación de Canadá concluyó que 1 de cada 50 niños enviados a las residencias escolares murieron en las instituciones, alrededor de 3.200 niños, aunque esta cifra es considerada conservadora por dirigentes indígenas.
El pasado viernes, el papa Francisco pidió perdón a los indígenas canadienses por los abusos que sufrieron en esos internados gestionados por la Iglesia católica durante los procesos de asimilación forzada y anunció que espera poder visitar su tierra a finales de julio. “Todo esto ha suscitado mi indignación y vergüenza", dijo el pontífice.
Pero “no he escuchado todavía nada de exigir responsabilidades a los sacerdotes, todavía hay curas vivos acusados de hacer daño a los niños, y aún no se sabe si rendirán cuentas”, lamenta la fotoperiodista.