Pintar o no pintar, esa (ya no) es la cuestión. Ocho artistas nos muestran las distintas derivas de un medio que llevamos décadas dando por muerto. Ninguno supera los treinta y cinco, la temida edad de corte de las convocatorias de arte joven en las que hace tiempo que la pintura ya no es el lenguaje dominante.
Los hay estrictamente pintores “de cocina”, para los que el lienzo es el laboratorio en el que todo ocurre. Otros planean minuciosamente cada detalle con fotografías, bocetos y Photoshop antes de saltar a la tela.
En esas escenas se cuelan las experiencias de una generación que se mueve mucho, entre residencias y convocatorias, y las cuestiones que afectan a una profesión marcada por la precariedad. Abstracta y figurativa, matérica y líquida, monocroma y colorida, sobre lienzo o en instalación, vídeo o escenografías.
[Pintar hoy como si nadie lo hubiese hecho antes]
Así es la pintura de hoy. Inclasificable.
Miguel Marina
Paisaje, monocromos y taller son tres de las palabras clave para hablar del trabajo de Miguel Marina. Su punto de partida es siempre lo cotidiano –el amanecer, un paseo, una reunión de amigos– que adquiere nuevas capas en el estudio, conforme va secando la pintura.
La paleta de grises verdosos, azules, tierras, ocres y verdes es fruto del propio comportamiento de los pigmentos –“no solo los uso por una predilección sobre el color en sí, sino por lo que me permiten hacer en un proceso líquido, de capas y veladuras”–. Pinta sobre tela y papel, soportes finos por los que la pintura discurre libremente.
Aunque su técnica principal es el óleo, a veces mezclado con aceites, trementina o grafito, más de una vez ha desbordado las dos dimensiones del lienzo. Lo hizo en Generación 2020, en La Casa Encendida, expandiendo su pintura a tallas de madera, mosaicos hechos con lentejas a modo de teselas o una columna de cáscaras de mandarina.
“Cuando realizo obras tridimensionales –explica– la base en la que se apoyan es la propia pintura. Sea madera, hierro, cañas de bambú o cemento, todas parten de lo mismo: una reflexión y expresión pictórica que ocupa otro lugar, otro espacio, un interés y fascinación por manipular, construir o levantar algo que no existía anteriormente. Usar objetos o volúmenes para pintar sin pintura”.
Ha pasado por los concursos de arte joven más importantes de nuestro país y la Real Academia de España en Roma. Miguel Marina (Madrid, 1989) fue uno de los nombres de Pintura: Renovación permanente con la que el Museo Patio Herreriano tomaba el pulso a la pintura de ayer y de hoy. Representado por las galerías The Goma y Nordés, inaugura en primavera en el Centro Párraga de Murcia.
Mercedes Mangrané
La obra de Mercedes Mangrané discurre entre lo matérico, casi escultórico, y las acuarelas más sutiles. Suele ser en pequeño formato –“tiendo a abarcar pequeñas dimensiones, que recojan un eco del cuerpo (hasta ahora la mano), una escala humana”– y no siempre se traduce en temas concretos.
Entre la abstracción y la evocación, sus pinturas toman forma sobre la tela. “Me desoriento muy fácilmente, quizá por ello el volumen, el tacto, el uso de las ortogonales, la contundencia, son características que se repiten desde la pintura”.
Ha hablado de arquitectura (Asir, Museo Patio Herreriano), de ciudad (en Composiciones, en el Barcelona Gallery Weekend de 2019, acordonó una serie de pinturas a los pilares del puente que une los barrios de Santa Eulàlia y Hospitalet de Llobregat, cerca de su antiguo estudio), y de su propio embarazo, traduciendo sus ecografías a composiciones abstractas de empastes hechos con espátula.
Trabaja ahora en Lipsanotecas, una serie de pinturas, vídeos y escritos que parten de piezas-contenedores de pequeño formato (recipientes, cajas) de los fondos de varios museos de Barcelona. Hará con ellos una autopublicación sobre “las topografías de la curiosidad”.
Entre sus referencias hay pintores, fotógrafos, escultores y directores de cine. De Etel Adnan, Giorgio Morandi y Eva Hesse a Agnès Varda y Abbas Kiarostami.
Licenciada en Bellas Artes y Máster en Cine documental creativo, Mercedes Mangrané (Barcelona, 1988) ha expuesto individualmente en el Museo Patio Herreriano, la galería Ana Mas Projects y Georg Kargl Fine Arts, que le representa. Hasta 2018 fue residente en Hangar.
Federico Miró
El gusto por el arte sacro, los ropajes y el detalle puede todavía rastrearse en la obra de este artista marcado por un hacer extremadamente minucioso y original en el que el ojo del espectador, confuso, no sabe si está ante una pintura o una pieza textil.
Todo comienza con un dibujo sacado de una fotografía, que modifica a su gusto en Photoshop y traslada a un lienzo preparado con finas líneas de acrílico sobre las que superpone y retira capas hasta crear esa textura textil tan característica.
La naturaleza siempre ha estado ahí, pero con el tiempo ha ido virando hacia el ornamento, “que no deja de ser una abstracción del paisaje”. Son muchos los estímulos que le han llevado por este camino. Uno de ellos fue su paso por la Real Fábrica de Tapices, donde conoció de primera mano la obra del artista flamenco del Renacimiento de Willem de Pannemaker.
“En mi trabajo –recuerda– tiene una gran presencia la idea de tapiz. Me interesa porque es un trabajo artesanal y rudimentario, que conlleva un largo y cuidadoso procedimiento que huye de la instantaneidad que impregna el mundo actual”.
También se cuela en su obra la filosofía oriental. La estampa de Keisai Eisen que descubrió en Japón, una historia de amor y guerra en CentroCentro es el punto de partida de la exposición que todavía puede visitarse en la galería JM de Málaga (hasta el 27 de enero).
Empezó Bellas Artes atraído por la imaginería religiosa, pero los pinceles se cruzaron en el camino de Federico Miró (Málaga, 1991). Premio BMW de pintura a la Innovación (2017) y Circuitos de Artes Plásticas (2016), trabaja con Legacy Fine Art de Panamá y con F2 en Madrid, donde ha realizado dos individuales. Sigue abierta La trama del sí mismo y el otro, en JM Galería, en su ciudad natal.
Manuel M. Romero
La relación de Manuel M. Romero con la pintura no tiene filtros. Es lo que vemos. Todo sucede en su estudio de Sevilla de una manera muy orgánica, entre capa y capa. “Mi pintura –explica– se forma como un contenedor de tiempo en el que se describe minuciosamente todo lo que ha sucedido en ese espacio concreto (que es la obra) durante un periodo de tiempo determinado, mediante un largo proceso en el que los soportes y los materiales van sufriendo accidentes y mutaciones”.
No busquen ningún tema. Elimina cualquier referencia a conciencia. Predominan los monocromos pero nunca son completamente puros, como tampoco lo es su técnica. Mezcla rotulador, spray y óleo, ceras, esmaltes y deja a la vista retazos de collages, de telas y papeles arrancados junto a restos de otros colores.
Procede de una ciudad de fuerte tradición pictórica, donde admira a pintores como José Suárez o Gerardo Delgado. Albert Oehlen, David Ostrowski, Joe Bradley, Günther Förg, Malévich, Ad Reinhardt, Richard Serra y Oteiza son otros nombres que le vienen a la cabeza.
Fue uno de los doce artistas seleccionados por el CAAC en su última muestra de arte joven (Entre las formas que van hacia la sierpe y las formas que buscan el cristal, 2021), a donde regresa este año. En Madrid le hemos visto en la galería We Collect en 2021.
Pintor en estado puro, Manuel M. Romero (Sevilla, 1993) prepara individual para junio en su galería, Artnueve de Murcia, y participará en la segunda parte de la muestra Devenir pintura del CAAC de Sevilla. Ha pasado por todo el circuito del arte joven andaluz: Sala Santa Inés de Sevilla (Iniciarte), colectivas en el C3A de Córdoba y el CAAC.
Blanca Gracia
Dice que utiliza cuadernos para todo y que cada pieza tiene un boceto previo a lápiz o acuarela. A veces se transforman en cuadros, siempre con técnicas aguadas, otras en escenografías, animaciones, instalaciones. Blanca Gracia tiene algo de juglar contemporáneo. Cuenta historias en las que se cruzan naturaleza, magia, el poder de la voz, los márgenes sociales... Ha tocado todos los palos.
La conocimos vinculada a la pintura con exposiciones como Panta Rei (Centro de Arte de Alcobendas, 2016) pero se ha ido despegando con otras propuestas en las que lo escenográfico tiene mucho peso.
“Siempre me ha interesado contar historias y conforme he ido introduciendo otros lenguajes he descubierto que la hibridación de medios es la mejor forma para hacerlo. La animación fue el primer paso, más tarde el teatro y la instalación”.
Generación 2017 lo ganó con un vídeo, dos años después presentó en Matadero la obra de teatro Rompu, rompu!, y en su última exposición, Cabeza de Lobo, transformó la segunda planta de la Sala de Arte Joven con una animación hecha con distintos papeles pintados que envolvían al espectador.
Premio BMW de Pintura en 2017 (Beca Mario Antolín), Blanca Gracia (Madrid, 1989) ha expuesto de manera individual en la Sala de Arte Joven de Madrid, el Centro Párraga de Murcia, el Centro de Arte de Alcobendas y en las galerías Luis Adelantado, Ángeles Baños y Twin Gallery, entre otros.
Los Bravú
No es raro toparse en Instagram con imágenes de Los Bravú que creemos haber visto en sus lienzos. El retrato es uno de sus géneros fetiche y comienza siempre con una fotografía que después acomodan con Photoshop.
“Solemos pedirle a amigos que posen para nosotros, pero vivimos en la era del selfie y en muchas ocasiones somos nosotros mismos los modelos. Salvo excepciones, no nos preocupa ser fieles al parecido físico, y buscamos más transmitir cierta profundidad sentimental y psicológica que hable de la época que vivimos”.
Estudiaron Bellas Artes en la Universidad de Salamanca pero hasta su paso por la Real Academia de España en Roma, en 2016, se dedicaban más a la ilustración que a las exposiciones. De esa experiencia viene la fuerte tradición clásica que rezuman todos sus obras, pinturas esencialmente, pero también esculturas.
En ellas hay siempre un guiño a lo contemporáneo en todas esas figuras de facciones a la manera de Piero della Francesca o Fra Angelico que sin embargo sostienen un móvil o calzan unas deportivas último modelo.
Han cerrado el año con individual en la galería Yusto/Giner en Madrid y muestra colectiva en Moisés Pérez de Albéniz: selfie. Sigue todavía en pie, en la Gran Vía de Madrid, el mural de 30 metros de azulejos con el que han alicatado el Palacio de la Música.
Dea Gómez (Salamanca, 1989) y Diego Omil (Pontevedra, 1988) están detrás de este colectivo desde hace una década. Funden la tradición del Renacimiento con referencias actuales sacadas de internet. DA2 de Salamanca, Centro de Arte Contemporáneo Alcobendas o la galería Yusto/Giner son algunos de los espacios por los que han pasado.
Jan Monclús
La pintura de Jan Monclús es marcadamente autorreferencial. Se detiene en las dificultades que implica ser artista hoy y revisa las propias posibilidades del medio pictórico. El humor es una de sus herramientas –no hay más que pensar en uno de sus motivos más recurrentes, las salchichas–, al que se suman las ideas de error y fracaso que no solo no enmascara, sino que visibiliza a conciencia.
Entre sus obras hay marcos vacíos a los que le salen telarañas, y a un Pinocho le crece la nariz. También se puede leer –le gusta mucho apoyarse en el texto– la palabra Apply!, en alusión al día a día del artista joven entre solicitudes de convocatorias que se repiten en loop año tras año hasta los 35.
[Metapintura: Poder y vida de las imágenes]
Salta a veces de la pared a la instalación, colocando una pila de telas dobladas, lienzos desenmarcados que no han pasado su filtro, sobre el suelo. Hay guiños al artista Paul McCarthy, y John Baldessari resuena en muchas de sus obras junto a otras referencias más populares como los Simpson.
“Me interesa todo lo relativo a los relatos del fracaso y la figura del loser, así como el uso del humor como recurso a la hora de afrontar las distintas problemáticas de la práctica artística”. Estrena ahora nuevo estudio en Barcelona.
Artista de pincel afilado, Jan Monclús (Lleida, 1987) ha expuesto de manera individual en las galerías Twin Gallery y etHall, con quien trabaja en Barcelona. Disfrutó de las residencias de Hangar entre 2018-2020. Este año expondrá en The Curators Room en Ámsterdam.