Bob Colacello, el escritor y legendario redactor que, durante once años, de 1971 a 1983, fue la mano derecha de Andy Warhol —entre otras funciones, como director de la revista Interview que el artista fundó—, muestra su álbum privado de fotografías en una exposición titulada It Just Happened en la galería Thaddeus Ropac de Paris.
Es una crónica extraordinaria, íntima y fiel, del fascinante círculo social en torno al rey del Pop Art, que documenta de forma privilegiada el panorama social de la Nueva York de los 70, “entonces una ciudad abierta y salvaje” en palabras del propio Colacello, así como su larga colaboración con Andy Warhol y el ciclo de fiestas y viajes que animaban sus frenéticas vidas, desde la gran manzana a Londres, París o Gstaad (Suiza).
Como escribe Colacello en su introducción al libro que acompaña la exposición: "sucedió que la década de 1970 fue la más abierta desde los locos años veinte”. Por su álbum desfilan instantáneas de famosos artistas, escritores, miembros de la alta sociedad de Nueva York y europea, aristócratas, políticos, estrellas de cine y del rock, diseñadores de moda y supermodelos; siempre tomadas en escenarios claves, desde el legendario Studio 54 a la Casa Blanca, desde la Factory, el estudio de Warhol, a las casas privadas de la jet set de Park Avenue. Y más allá: en el club Mr Chow de Londres, el chalet de Valentino en Gstaad, la granja de caballos de Niarchos cerca de Deauville (Francia), o Andy Warhol en Montauk (Nueva York) con Jade Jagger, la hija de Mick Jagger, a quien daba clase de dibujo en la cocina.
Elena Foster, gran amiga de Bob desde hace años y comisaria de la exposición, nos cuenta desde París cómo la exposición, al igual que su título, “simplemente ocurrió”: “La primera vez que vi las fotografías de Bob fue hace años en la galería de Vito Schnabel en Nueva York. Finalmente, el pasado invierno, una tarde nevada en el valle de Engadina (St. Moritz, Suiza), Bob y yo compartimos con Thaddaeus Ropac (el galerista), quien también es parte de nuestra pandilla, la publicación del libro que realicé en IvoryPress del álbum de Bob, y tuvo la idea de realizar la exposición en su galería en le Marais, en París, a modo de celebración con todos los amigos involucrados en ese período en Nueva York que continúan vivos, como Bianca Jagger o Paloma Picasso”.
Según Foster, “el álbum de Bob resume un período maravilloso que nunca se volverá a repetir, clave en el arte contemporáneo, un momento de la historia en el que se dieron cita personajes sorprendentes de diferentes ámbitos del arte y de la sociedad. Bob, un ser humano extraordinario, culto, muy divertido y empático, era amigo de todos. Con talento, de forma amable y discreta, capturó con su pequeña cámara momentos únicos”.
A Bob Colacello no le gusta planear y se ha guiado siempre por el dicho de su madre: "Cuando la oportunidad llama, ¡abre la puerta!". Desde la galería Thaddeus Ropac de París, explica: “Nunca había pensado en hacer fotografías hasta que conseguí la Minox 35, una cámara fotográfica que Andy y yo compramos en Alemania cuando fue a fotografiar al canciller Willy Brandt en 1976. Acababa de salir y era muy fácil de usar; muy estilo 007, pues cabían en el bolsillo interior de la chaqueta y podía sacarla y tomar un par de fotos de momentos sinceros en fiestas privadas sin que nadie se diera cuenta”.
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Colacello recorrió fiesta tras fiesta, como un miembro más de la “familia Warhol”, con su inseparable cámara Minox 35 en el bolsillo; era prácticamente el único que tomaba fotografías en aquellos eventos casi inaccesibles. Las fotografías evocan el legendario escenario de eterna fiesta de los 70, como señala el propio Collacelo: “Los años 70 fueron una década mágica, de gran apertura y libertad. Tras los 60, años de revolución y protestas, por fin sentíamos que era tiempo de celebración. Una nueva música, la música disco, comenzaba a sonar en los clubs gays y allí íbamos con Andy y los grandes diseñadores como Calvin Klein, Halston, Oscar de la Renta, Valentino, Yves Saint Laurent y las supermodelos, quienes atraían a los hombres heterosexuales. Esto llevó a la creación del legendario Studio 54, que Andy y yo definíamos como la dictadura en la puerta y la democracia en el interior", refiriéndose a que dentro del Studio 54 había gente de todas las edades, profesiones, sexualidades y estratos sociales diferentes, incluyendo a la aristocracia europea.
En las fotografías de la exposición aparecen, además de los grandes diseñadores y las modelos, la mítica Diana Vreeland, la emperatriz de la moda, y Diane von Fürstenberg. También artistas como Joseph Beuys, Basquiat, Peter Beard, Larry Rivers, Robert Mapplethorpe, Robert Rauschenberg y Roy Lichtenstein; escritores como Truman Capote y Norman Mailer; actores como Arnold Schwarzenegger, Audrey Hepburn, Raquel Welch, George Hamilton, o Marisa Berenson; estrellas de la música como Bianca y Mick Jagger, Ringo Star, Cher, Liza Minelli; políticos como Jimmy y Rosalynn Carter, Willy Brandt y Golda Meier, o iconos de la élite social como la Princesa Carolina, Christina Onassis, Margaux Hemingway, Paloma Picasso, los Agnelli, los Niarchos, los Guinness, los Getty o los Rockefeller…
“Capté la libertad y el glamour de esa época desde una posición muy especial porque era escritor y tenía un sentido muy visual, pero era sobre todo un observador, no un fotógrafo ni un paparazzi”, recuerda Bob Colacello. “Mi prioridad era la amistad. Nunca le pedí a nadie que posara. Lo excepcional de este archivo es que todo es muy auténtico. Estas fotos crean un estilo único, subversivo y descarado frente a las convenciones de la fotografía tradicional. El retratado no era la persona famosa sino la persona… Quizás por ello dos de mis instantáneas favoritas es la de Henry Kissinger hablando con Andy (Warhol) y la de Pelé”. Justamente ahí radica la aportación del Bob Colacello fotógrafo: la construcción de una nueva identidad estética dentro del género fotoperiodístico de los setenta y ochenta.
Andy Warhol era muy consciente de que estaba documentando su época y consideraba a los líderes políticos como “grandes estrellas”, superfamosas y poderosas, y Bob Colacello, que había estudiado en Georgetown, fue quien le animó a aceptar invitaciones más allá de las fiestas de las embajadas en Nueva York y Washington. Su comentario habitual en estas veladas era: "Bob, ahora estamos realmente arriba”.
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La paradoja es que Andy Warhol, el artista estrella que era invitado a todas partes, “era en realidad un outsider”, opina Colacello. “No era muy sociable y necesitaba gente en su equipo-familia que le hiciese sentir cómodo. Ese fue mi caso. Andy era una persona muy solitaria en medio de las fiestas; tenía una actitud cínica. Muchas veces me preguntaba:'Bob, ¿crees en el amor? Yo quiero creer'. En el fondo era muy humilde y autocrítico sobre su posición en el arte, siempre fingiendo no saber nada. “No se consideraba una gran estrella y era muy accesible”, señala Colacello.
Warhol, a quien llamaban “el Matisse del acrílico”, era también una especie de filósofo y sociólogo. Su célebre frase “todo el mundo querrá tener 15 minutos de fama” se reveló profética, la realidad que impera. Hoy todo el mundo quiere ser famoso. Él fue pionero al defender que cualquier publicidad es buena publicidad. “Era adicto a la fama, pero también era consciente de que era una especie de broma”, añade Colacello. “Esa ambigüedad, con un irónico sentido del humor, era el centro de su ser y de su obra”.
¿Tiene Colacello alguna nostalgia de esa feliz década? “No soy nostálgico; creo firmemente que hay ser consciente del presente y moverse hacia delante. Lo que sí es cierto es que a Andy Warhol le gustaba mucho bromear y reinaba un ambiente lleno de gran sentido del humor; quizás esa sea mi única nostalgia porque, en cierta forma, en el mundo actual de lo políticamente correcto, el humor está prohibido. Y concluye: “Fue una época liberadora en la que se rompieron las cajas en las que nos habían encasillado, y la pena ahora es que con la política de censura, nos están volviendo a encasillar. Y por ello, es fantástico trabajar con Elena (Foster), que es una fuerza de la naturaleza, un motor dinámico que junta gente de todo el mundo. Elena es en cierta forma la heredera de ese tiempo de libertad”.
Con motivo de la exposición, Ivorypress publica un libro del mismo título, en el que cada fotografía va acompañada de comentarios manuscritos por el propio fotógrafo, en los que explica y contextualiza dichas imágenes. “El libro ha sido fruto de años de búsqueda conjunta de materiales que Bob guardó a lo largo de su vida en sus casas de Nueva York y Southampton”, concluye Elena Foster. “Ha sido un esfuerzo enorme de investigación juntos en sus archivos, armarios, bibliotecas, cajas, carpetas, muchas cartas, miles de fotos, montones de notas, entrevistas… Un período estimulante, lleno de grandes momentos”.