Era el favorito entre los nombres que saltaron a la prensa en los últimos días. Los 8 años que Manuel Segade (A Coruña, 1977) ha estado al frente del Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M) de Móstoles avalan su conocimiento de la escena nacional y su red de contactos internacional, y también, e igualmente importante, su control de los laberintos de la administración pública española, un aspecto fundamental para pilotar ese Titanic que es el Museo Reina Sofía con sus más de 44 millones de presupuesto anual.
Tras el anuncio del Ministerio de Cultura, sus primeras palabras han sido de agradecimiento al tribunal que ha seleccionado su candidatura y al resto de compañeros participantes: “Quiero dar las gracias públicamente tanto al comité de expertos como al Real Patronato y al Ministerio de Cultura: estoy feliz y con muchas ganas de afrontar la tarea de ofrecer el mejor Museo Reina Sofía del que sea capaz”.
También ha lamentado las distintas filtraciones ocurridas en los últimos días: “Me gustaría expresar mi respeto por el resto de las candidaturas: parece que ha habido mucha gente a la que admiro y creo que es una pena que no se haya respetado el secreto que garantizaban las bases del proceso”.
“Ha participado mucha gente a la que admiro y es una pena que no se haya respetado el secreto que garantizaban las bases del proceso”
Tras su paso por el CGAC de Santiago de Compostela, entre 2007 y 2009, y una activa carrera como comisario independiente, buena parte de ella en Francia, Manuel Segade tomó en 2016 el testigo al frente del CA2M a Ferran Barenblit, otro nombre que ha sonado entre los participantes en el proceso.
Era su tercer director, tras Carlos Urroz y Barenblit, y heredaba un centro que ya era conocido por sus exposiciones de artistas de media carrera españoles y latinoamericanos, por celebrar la primera exposición de artistas internacionales (pienso en Jeremy Deller) y por abordar temáticas entroncadas en lo popular y en la música. Un museo que el propio Segade describía así en su décimo aniversario: “Madrid tenía su Centro Pompidou —el Museo Reina Sofía— pero no tenía su Palais de Tokyo”.
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Al llegar al CA2M Segade se propuso “contaminar” las exposiciones del museo con actividades, con proyectos como la Escuelita, y ha estado siempre muy atento a la performance, con proyectos estelares como Elements of Vogue, con el que transformó el museo en una gran sala de baile en el que se mostraban cuerpos y otras formas de belleza, apoyándose en el voguing o baile underground. Ha abrazado también a los micropúblicos, mencionando, por ejemplo, siempre que podía, a las vecinas tejedoras que se reunían en la cafetería del museo, algo que entronca con el “museo situado” de Borja Villel.
No han faltado los nombres españoles en su programación, una de las continuas críticas de la programación del director saliente. De la memorable exposición Querer parecer noche, comisariada por Beatriz Alonso y Carlos Fernández-Pello, que reunía a casi sesenta artistas, la mayoría de ellos nacidos cerca de los ochenta y con algún vínculo con la ciudad de Madrid. O el último ciclo expositivo, nacional al completo, con individuales de nombres como June Crespo o Jon Mikel Euba.
“La Comunidad de Madrid tiene en Móstoles uno de los museos de arte contemporáneo más importantes de España”
Además, fue en 2017 el comisario del Pabellón Español de la Bienal de Venecia con ¡Únete! Join us!, del artista Jordi Colomer, que llamaba a una sociedad en movimiento, trashumante. Segade destacaba entonces de Colomer su compromiso político y sentido del humor, dos características que podríamos aplicar también al comisario, que ha puesto el foco también en una línea de investigación interesada por lo queer.
En unos días, el 17 de junio, inaugurará en el CA2M la segunda entrega de la exposición dedicada a Juan Muñoz, En la hora violeta, que completa la propuesta de la Sala Alcalá 31 sobre el escultor. Esta y otras propuestas como la retrospectiva de Cecilia Vicuña, Premio Nacional Velázquez de las Artes en 2019, bien podrían haberse celebrado en las salas del Reina Sofía.
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“La Comunidad de Madrid tiene en Móstoles uno de los museos de arte contemporáneo más importantes de España -comentaba Segade después de su nombramiento-. Creo que mi elección vuelve a demostrar otra vez que, en la cultura contemporánea, lo aparentemente menor o geográficamente periférico constituye una aportación fundamental”.
Con Segade, de 46 años, llega un fuerte cambio generacional al Museo Reina Sofía. Lo hace en un momento convulso, que ha tenido su epicentro en la salida del anterior director, Manuel Borja Villel, y tras unos meses sin apenas actividad expositiva. Los retos no son pocos. Ningún problema para este comisario omnívoro.