Lo que iba a ser una primera muestra de la artista británica Phyllida Barlow en España, y la primera artista viva en participar en la programación de Chillida Leku ha devenido en un homenaje póstumo. Su repentino fallecimiento el pasado 12 de marzo truncó su presencia en la muestra que tanto le había ilusionado.
Un conjunto de esculturas y dibujos realizados desde los años 60 hasta los últimos meses de su vida permite iluminar una trayectoria insuficientemente conocida aquí. Compaginó su práctica artística con su dedicación docente en la Slade School of Art hasta 2009, cuando le llegó un reconocimiento tardío y pudo dedicarse de modo pleno a su hacer escultórico.
La incorporación de Barlow a Hauser & Wirth en 2010, la galería suiza que gestiona Chillida Leku, tuvo un efecto notable en su reconocimiento en las instituciones y mercado del arte contemporáneo glocal. Precisamente su intervención en el pabellón británico en la Bienal de Venecia de 2017 marcaría un nuevo hito en su estatus de artista irreverente, cáustica y litigante con las expectativas de los públicos. En aquella ocasión su propuesta, colmatada de piezas de una monumentalidad irónica y colapsada, se percibió como su respuesta a la locura del Brexit. Exige en la recepción de sus obras una aptitud performativa, una semiosis estética, ética y política.
En el exterior del caserío Zabalaga nos recibe una instalación sorprendente. Un simulacro de barricada untitled: fallengunstyresandplacards, 2015, realizada con materiales recurrentes en sus piezas –madera, cartón, yeso, cemento, tela, pintura, espuma de tapicería, lona, alfombra o cinta adhesiva–, expone la vis irónica que se manifiesta de múltiples maneras en el conjunto de sus obras.
Otra pieza situada en el exterior es untitled: holder, 2015, cuya estructura acumulativa, que genera un espacio interior de cobijo precario, provoca reminiscencias con el arte povera.
La práctica libre y experimental de Barlow encuentra más afinidades con artistas como Louise Bourgeois o Eva Hesse
En el interior, nada más cruzar la puerta del caserío, topamos con una gran escultura que juega con las dimensiones del edificio y conecta sus dos plantas, untitled tower-holder. Esta estructura de hierro con forma de herradura es intervenida mediante envolturas de cemento y telas de colores, acentuando así los procesos manuales e industriales presentes en sus dinámicas de trabajo. La enfática presencia de esa obra reclama nuestra atención sobre dos imperativos que informan su práctica escultórica: el principio constructivo que ensambla materiales y el principio performativo que interpela a los públicos.
La tercera gran obra que destaca es su instalación untitled: folly, doublehang, 2016-2017. El carácter teatral emerge con rotundidad ocupando el espacio disponible desde suelo al techo y generando un espacio interior que desvela su condición de artefacto escultórico y escenográfico.
La voluntad de intervención específica es muy recurrente en su idea de una monumentalidad deconstruida, que reutiliza materiales desechados o industriales ajenos a la tradición moderna de la escultura. Otros atributos asociados a su acción escultórica irreverente son la tensión formal que propone entre lo tosco y delicado o entre la aparente pesadez y la ligereza real de sus piezas.
Dado que algunas de sus instalaciones se adaptan a los entornos expositivos, su condición es precaria –y en parte metamórfica– y manifiestan un ciclo de construcción, destrucción y reconstrucción. La artista nos invita a experimentar el carácter dinámico y lábil de esas piezas, pues parecieran ocupar el espacio adaptándose al mismo.
[Miró, en los ojos de Chillida]
Por otro lado, la exposición incluye su última obra inacabada y una escultura realizada al hilo de la guerra en Ucrania. Se muestran otras piezas recientes y relevantes como untitled: hollow, 2022. La ironía y el humor tan presentes en sus esculturas se expanden también a sus dibujos de un acendrado cromatismo pop, y que a veces ensayan formas que tendrán un desarrollo escultórico. O los juegos intertextuales que se inscriben en su modo de titular las obras.
Ajena a los postulados minimalistas y conceptuales con los cuales a veces la han relacionado, la práctica libre y experimental de Barlow encuentra más afinidades con artistas como Louise Bourgeois o Eva Hesse. Sus piezas sugieren la idea de detención cuando quisieran seguir desarrollándose extrañadas, acumuladas en una suerte de escenario que podemos recorrer y activar para experiencias y sentidos por venir.
[Tàpies y Chillida, vivos en el tiempo]
Esta oportuna muestra desarrolla de modo novedoso un primer Education Lab de Chillida Leku en colaboración con la Universidad del País Vasco. De ese modo seis estudiantes de escultura de la Facultad de Bellas Artes han iniciado una investigación artística con las propuestas de Barlow. Todo ello conecta este espacio singular con la formación de nuevas generaciones de artistas.
Antimonumental
Phillyda Barlow (Reino Unido, 1944-2023) se instala en Chillida Leku después de Antoni Tàpies y Joan Miró. Ella misma ideó esta muestra en la que trabajó hasta su muerte. Sus esculturas “antimonumentales” llegan al caserío de Zabalaga tras haber pasado por la Royal Academy (2019), la Tate (2021), la Kunsthalle de Zúrich (2016) o la Bienal de Venecia (2017).