Ocurrió la noche lluviosa y gélida del 9 de noviembre de 1989 y por una metedura de pata. El encargado de propaganda de la RDA, Guenter Schabowski, se cubrió de gloria al anunciar en una rueda de prensa que las restricciones de viaje para los ciudadanos alemanes del este se levantarían "de forma inmediata... sin demora".
Por lo que el oficial Harald Jäger, que llevaba más de 25 años custodiando ese gigantesco pedazo de hormigón, se dirigió a la multitud que se agolpaba en el paso fronterizo de la calle Bornholmerstr: "Pueden pasar". Lo que ocurrió después ya es historia.
Sobre ese acontecimiento fundamental de la historia contemporánea gira El Muro de Berlín. Un mundo dividido en la Sala Castellana 214 de la Fundación Canal, la primera gran exposición itinerante sobre la historia del Muro de Berlín, creada por Musealia, que se abrirá al público el próximo 9 de noviembre.
Para Luis Ferreiro, director de la compañía, la exposición aspira ser "una plataforma para comprender mejor el legado de una confrontación ideológica y geopolítica que, en muchos más aspectos de los que imaginamos, continúa configurando la realidad de nuestros días" y añadió que "si hay un mensaje del siglo XX para el siglo XXI es la historia del muro de Berlín".
Así lo ha manifestado durante su inauguración, a la que han asistido también el embajador japonés en España, Takahiro Nakamae, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien incidió en lo "oportuno" de la exposición hoy en día y ha instado a no olvidar la historia para "ser libres".
Por su parte, Axel Klausmeier, responsable de la Fundación Muro de Berlín, institución que vela por el legado del Muro y la memoria de sus víctimas, quien subrayó el carácter pacifista de la revolución que derribó esta barrera en 1989, algo de lo que, a su juicio, se puede "aprender mucho para el día de hoy". También la embajadora alemana en España, Maria Margarete Gosse, quien advirtió de que su caída "no fue un milagro", sino el resultado de esa "revolución pacífica"
300 objetos originales y 20 metros de muro
Al entrar en el inmenso espacio, el visitante podrá ver cómo el mundo se paralizó ese otoño. Las televisiones de todo el mundo, incluido el Informe Semanal de TVE con Rosa María Artal, retransmitieron cómo las familias, amigos incluso parejas se reencontraban tras años divididos. Sin embargo, al fondo de la sala, una gran nuble de la explosión nuclear de Hiroshima y Nagasaki se cierne como una amenaza que recuerda todo lo que ocurrió antes de que llegara toda esa dicha y libertad.
Dividida en cinco áreas temáticas, la muestra comienza explicando el contexto de Europa después de la II Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría, ahondando entre los conflictos entre Estados Unidos y la Unión Soviética y su rivalidad por la carrera nuclear. Pero desde el primer momento es posible darse cuenta de que la exposición va relatando los sucesos a través de los 300 objetos, muchos expuestos por primera vez al público y que han sido cedidos por instituciones como el Museo de la Paz de Hiroshima, el Archivo de la Stasi o el Museo de los Aliados en Berlín. Desde un reloj de pulsera cuyas manillas están detenidas en el preciso momento en el que impactaba la bomba en Hiroshima a una blusa perteneciente a uno de las víctimas de la explosión.
Tras situar en el contexto internacional, la muestra se centraen el Berlín de 1945, una ciudad en ruinas y pobre, arrasada por la guerra. Este área explica cómo las tensiones políticas en la capital alemana fueron creciendo, debido al aumento de la migración masiva de ciudadanos del este al oeste del país.
En las pantallas, vídeos de la llamada insurrección de Berlin de 1953, la sublevación en la República Democrática Alemana en contra del régimen político comunista. En el recorrido, los segmentos originales del túnel de espionaje que los aliados occidentales utilizaron en la Operación Gold y un cochecito de bebé que algunos alemanes del este utilizaban para el contrabando.
Es curioso ver como en el Berlín de la Guerra Fría también había hueco para la cultura y en concreto para el jazz, hasta que este acabó adquiriendo connotaciones políticas. Por ello, la exposición le dedica un pequeño espacio, en el que, gracias al neon y los platos de vinilo de los años 40, es posible imaginarse las salas y la música como refugio vital.
No obstante, el estado de crisis permanente desembocó en la construcción del muro en un caluroso 13 de agosto 1961, cerrándose los accesos entre el Berlín oriental y el occidental. Al principio, este se construyó con alambre de espino, del que la exposición ha recuperado un rollo original de la década de 1960, así como
La tercera sala es una de las secciones fundamentales para su comisario, ya que muestra cómo la ciudad quedó dividida de la noche a la mañana, siendo Bernauer Strasse, la calle donde se construyó el muro, y Checkpoint Charlie, el antiguo paso fronterizo más famoso de Alemania, dos de los lugares clave. Aquí, se
El día a día en un Berlín dividido, título de la cuarta sala, es quizá la más personal y humana. Aquí se recogen los testimonios de personas corrientes que vivieron su cotidianidad en una ciudad dividida por el hormigón. Y al lado, en unos fragmentos de los 20 metros del muro se puede leer, "ten un buen día". No son los primeros que se ven en la capital, desde los años 90 se conservan tres de ellos en el Parque Berlín, en el distrito de Chamartín, y uno en el Parque de Europa de Torrejón de Ardoz, donde se expone junto con una réplica de la Puerta de Brandemburgo.
La ultima estancia de la exposición busca reflejar la transformación que supuso el derribo del muro de Berlín, que representaba simbólicamente el fin de la Guerra Fría. Esto dio paso a una revolución global por derribar los regímenes totalitarios y por la búsqueda de los derechos humanos. Desde Rumanía, a Hungría, Polonia o Países Bajos, pasando por los Beatles, la revolución tecnológica o los jeans; una explosión social y contracultural que empezó a descongelar el mundo.
Ese soplo de aire fresco es momentáneo, porque al terminar el recorrido, el visitante vuelve a toparse con el muro. Sin embargo, en él se proyectan de nuevo esos momentos de júbilo y celebración, incluida la famosa conferencia de prensa que dio lugar a todo; destellos de ese momento que cambió el rumbo de la historia.