Más allá de Klimt y Schiele: la 'Vienna Art Week' reivindica la pasión 'trash' de la ciudad imperial
La 19ª edición de la semana del arte contemporáneo de la capital austriaca acoge más de 100 actividades gratuitas por toda la ciudad, con el objetivo de dar a conocer a artistas nacionales e internacionales.
20 noviembre, 2023 00:45En noviembre de 1987, un grupo variopinto de artistas, entre los que se encontraban el eterno jovencito Egon Schiele y su mentor Gustav Klimt, revolucionaron el panorama artístico de Viena. Fueron aquellos que se atrevieron a proclamar que "a cada época su arte y a cada arte su libertad", y plantaron en mitad de la ciudad una edificación que se salía de toda norma arquitectónica establecida y que fue odiado por la alta sociedad vienesa del siglo XIX: la Secesión.
Construida por Joseph Maria Olbrich, su gran bola dorada sigue sobrevolando los edificios barrocos de Karlsplatz, como un símbolo de provocación y de rebeldía. Este grupo de artistas, diseñadores y pensadores, que adquirieron el nombre de "La secesión", bebían del postimpresionismo, el japonismo y el art nouveau. Juntos desarollaron un lenguaje libre, en el que las fronteras entre las bellas artes y las artes aplicadas se diluyeron, permitiendo que la arquitectura, la ilustración, la tipografía y la pintura se fundieran en un mismo fin.
Sabían que para generar una verdadera revolución artística tenían que bajar el arte del pedestal, sacarlo del Künstlerhaus y llevarlo a la calle. Han pasado exactamente 125 años desde entonces, pero parece que ese soplo de aire fresco permanece en algunos rincones de la ciudad. Como en el distrito 15, donde se ha instalado la sede de la 19 edición de la Vienna Art Week, un edificio en ruinas, a punto de ser demolido para convertirse en pisos residenciales. En la puerta, un lema: Inciting passion.
Estos tres elementos confluyen en la mayor parte de las obras que se presentan en esta “House of Inciting passion”, cuya inauguración fue el pasado 10 de noviembre. Una especie de cápsula del tiempo con la que Robert Punkenhofer y Julia Hartmann, comisarios de la exposición, han querido mostrar cómo la pasión es capaz de brotar desde los rincones más inhóspitos. Y es que al pasear por las estancias de las tres plantas que posee el edificio, parece que el tiempo se ha detenido.
"Casi todo lo que se ve estaba así cuando llegamos", asegura Theresia Nickl, Project manager de la Vienna Art Week, quien explica que el edificio albergó una antigua fábrica de lana de alpaca, llamada Fanni Lemmermayer. Una mesa puesta simula una cena interrumpida, una ristra de objetos personales, desde trofeos hasta cartas de amor del siglo XIX, se acumulan en las estancias. Todas ellas son diferentes, algunas más agradables, en las que los sonidos de la naturaleza opacan la percepción de estar en un lugar desangelado.
Otras más incómodas, pero al mismo tiempo magnéticas, como la habitación donde se proyecta la película pornográfica de Ashley Hans Scheirl, Frogs Fuck fast, o en la que Anna Witt expone su Beat Body, una videoescultura performativa dedicada a las prostitutas de la calle Kurfürstenstraße de Berlín.
Al entrar en cada habitación da la sensación de estar inmiscueyéndote en la historia personal de alguno de los 29 artistas que conforman la exposición. Algunas más veteranas, como es el caso de la siempre controvertida Tracey Emin y la artista libanesa Mona Hatoum, Premio Julio González 2020 y una de las artistas más destacadas en el panorama internacional, que exponen las videoinstalaciones Just let me love you (and other poems) (2016) y Measures of distance (1988), respectivamente.
Pero también otros artistas que vinieron al espacio y crearon sus obras a partir de los objetos que se iban encontrando en el edificio. Como Luiza Furtado, artista brasileña, autora de Colligated arteries, un colorido mural en la fachada que conecta con unas esculturas del interior del edificio, con el que busca hacer reflexionar sobre la sostenibilidad en el mercado del arte.
Uno de los mantras de la Vienna Art Week es celebrar que las cosas pasan a mejor vida. Hace dos años, llenaron de arte un concesionario de coches abandonado, y en la anterior edición, la exposición inaugural tuvo lugar en un edificio del siglo XVII. Lo que comenzó en 2005 como un evento íntimo entre amigos, ha cobrado mayor dimensión en los últimos años, convirtiéndose en un evento imprescindible del otoño vienés. Porque, como cuenta Robert Punkenhofer, director artístico de la Vienna Art Week, "nadie se imaginaría que tras ese barroco y elegante del primer distrito, hay otras cosas por descubrir".
La exposición inaugural fue solo un reflejo de la vitalidad artística de la ciudad, que durante dos semana acoge casi 100 actividades gratuitas, entre talleres, exposiciones y performances, como las de los artistas Ramiro Wong o Marina Markovic, artista serbia que utiliza su propio cuerpo como lienzo y que se tatuó el corazón en llamas de la Vienna Art Week en directo.
Transmitir la pasión
Para Theresia, estas dos semanas en las que la ciudad se convierte en un hervidero de arte contemporáneo son también una forma de visibilizar a los artistas jóvenes locales. "Este año se han presentado casi 200 propuestas, de las cuáles se han elegido solo 50 para participar en los Open Studio days", explica. El jurado está conformado, entre otros, por Ramesch Daha, artista y presidenta de la Secesión de Viena, reflejo de la sintonía que ambas instituciones comparten.
Este año, bajo el lema "Transmite tu pasión", se incitaba a los artistas a compartir su trabajo y abrir sus estudios a cualquier curioso que quisiera acercarse. Algo imprescindible para el dibujante Aldo Giannotti o la artista de origen indio Nita Tandon. Giannotti explica que su obra está "menos enfocada al mercado del arte y más a las instituciones y al espacio público", motivo por el que el italiano se mudó a Viena hace ya más de dos décadas.
De ahí que muchos de sus trabajos, que parten de dibujos pero siempre están enfocados a lo performativo, se hayan realizado para instituciones. Como Domenica (2017), que recreó un campo de fútbol dentro de la Embajada italiana en Viena, o su próximo proyecto, Museum Encounters, con el que busca concertar en el Künstlerhaus de Viena encuentros entre desconocidos, creando una obra de arte que nazca de la propia interacción humana.
La Vienna Art Week parece un oasis de modernidad que cohabita con su famoso pasado suntuoso. Sin embargo, poco a poco ha ido posicionandose al nivel de ciudades vecinas como Berlín, apostando por incluir el arte contemporáneo como otro reclamo turístico más. La inauguración en 2020 del Albertina Modern, una nueva filial de la pinacoteca, es prueba de ello. Situada cerca del antiguo palacio residencial de los Habsburgo, este nuevo museo alberga artistas austriacas consagrados, como Maria Lassnig, y otras que merecen la pena ser descubiertas más allá de sus fronteras, como Isolde María Joham o Xenia Hausner.
Otro ejemplo a seguir es el museo de la Secesión, que puede presumir de ser la institución independiente dedicada al arte contemporáneo más antigua del mundo. Allí, artistas como el neoyorquino SoiL Thornton y su sutil crítica a Tinder y al mundo del arte, retratando a ambos como "mercados de atención", expone en el mismo edificio donde yace el Friso de Beethoven, mural que Klimt dedicó al compositor y que se instaló en una de las salas principales del Pabellón de la Secesión vienesa, con motivo de su XIV Exposición, en 1902.
Sin embargo, solo hay que pasear por la capital austriaca para toparse con algunas de las cientos de galerías que albergan tanto obras maestras antiguas como de arte contemporáneo, como la de Eva Presenhuber. O simplemente coger el metro, donde se puede encontrar hasta 30 obras de arte, entre murales, instalaciones de vídeo y esculturas, tanto del famoso arquitecto Otto Wagner, como de artistas modernistas como Ernst Caramelle o el canadiense Ken Lum.
Viena parece estar viviendo una efervecencia cultural sin precedentes, un cambio generacional y de mentalidad, donde la pasión, la misma que motivó hace más de un siglo a los secesionistas a reivindicar que lo que ellos hacían también era arte, se ha convertido en una pieza fundamental para dotar de un esplendor contemporáneo a la ciudad imperial.