Paz Muro, la artista olvidada por los conceptuales españoles y excluida por irónica
La Neomudéjar presenta una retrospectiva de los archivos que la artista donó a la institución.
29 septiembre, 2024 02:38Cuando, ante el evidente cambio de paradigma y el inexorable ocaso de una generación, en el sistema del arte contemporáneo se habla cada vez más de la importancia de los legados de los artistas, llega esta exposición del archivo de Paz Muro, artista conceptual y performativa, quizás no tan conocida por el público general pero pieza clave en la transformación inmaterial del arte en nuestro país.
Antes de entrar, en un audio la propia Paz Muro explica por qué esta exposición, fruto de su legado al Museo La Neomudéjar, se celebra en este espacio alternativo y no en el Museo Reina Sofía, donde, al hilo de la concesión de la Medalla de las Bellas Artes en 2020, se adquirieron varias obras y se tanteó la posibilidad de celebrar una retrospectiva, frustrada por falta de entendimiento: el espacio ofrecido era muy reducido y la artista temió que algún historiador del arte poco avezado destrozara toda una vida dedicada al arte.
Sobre todo, fue concluyente la displicencia en el trato del equipo del museo, ante el que la ya nonagenaria artista, genio y figura, sentencia: “Cuando la masa que fermenta, alimenta y mantiene los museos somos los artistas; nos convidéis o nos piséis”.
Pero tampoco entre sus compañeros obtuvo siempre la complicidad deseada, como se atestigua aquí: en algunas exposiciones, jóvenes artistas con obra material y que aspiraban a ser tomados en serio, protestaron e intentaron excluir su intromisión humorística.
Luego, no fue incluida en la mítica exposición de arte conceptual en España Fuera de formato, celebrada en 1983 y comisariada, entre otros, por su amigo Nacho Criado, con quien había colaborado en una acción en los Encuentros de Pamplona.
Exclusión a la que respondió con la performance Artemisia sumisa cazadora cazada por fuera de formato en el desaparecido Molino rojo de Lavapiés.
Lo que no se ha perdonado a Muro ha sido su radical fidelidad a la poética conceptual y su inmaterialidad.
Además de su resistencia indómita a no insertarse en el sistema artístico y sobrevivir ejerciendo otra profesión; su ironía y sarcasmo literarios; su revulsiva risa dada; y por supuesto, durante demasiado tiempo, su feminismo tenaz. Este, al menos, correspondido, al ser incluida en la revisión Genealogías feministas en el arte español de 2012.
De hecho, en buena parte de la quincena de acciones presentes en esta exposición, a través de fotografías, vídeos y obra gráfica, su compromiso feminista nos retrotrae a las mujeres que, antes de la muerte del dictador, ya eran libres.
Como el Proyecto imposible de localización y análisis de las señales de prohibición situadas en el territorio nacional, 1972-1973, en el madrileño Colegio Mayor Femenino Santa Mónica, recreando la irrupción de sus admirados ZAJ en las residencias universitarias, auténticos semilleros de oposición al franquismo.
Su acción callejera Burra cargada de medallas, contestando a las vergonzosas celebraciones en nuestro país del Año Internacional de la Mujer en 1975. Y quizás una de las más conocidas, por estar ligada a la inauguración de ARCO en 1982, Desposorios de Paz Muro con el arte contemporáneo, acción con que insistía en despreciar el matrimonio como el único destino para las mujeres.