Un gran ágora de encuentro
Vírseda, Carnicero y Cámara firman la nueva Politécnica del CEU en Madrid
3 abril, 2002 02:00Fachada del CEU (Montepríncipe, Madrid)
El equipo de arquitectos de Madrid Alejandro Vírseda Aizpún, Iñaqui Carnicero Alonso-Colmenares y Miguel ángel Cámara Mamolar han colaborado en diversos proyectos en los últimos años. Esta no es la primera vez que son premiados en un concurso promovido por la Fundación San Pablo-CEU: ya en 1996, siendo todavía estudiantes, obtuvieron el segundo premio en el "Concurso para la Escuela Técnica Superior de arquitectura del CEU". El edificio inaugurado en este curso académico resultó vencedor por unanimidad por su claridad, orden y racionalidad en la disposición adoptada para resolver el programa en su globalidad: se trata de un edificio docente de gran envergadura con departamentos, laboratorios, aulas, salón de actos, biblioteca, cafetería, sala de exposiciones.., además de la construcción de un aparcamiento subterráneo de 1000 plazas y la reordenación de las conexiones con las edificaciones existentes en dicho campus. Las circunstancias topográficas y urbanísticas determinan una propuesta cuyas ideas básicas resuelven los fuertes desniveles entre el área de actuación y el campus existente y reconocen el papel de cabeza de la propuesta dentro de la ordenación del conjunto universitario. Para ello plantean un gran ágora a modo de espacio público de encuentro ya que la experiencia de los arquitectos, no muy lejana como usuarios activos de la Escuela de Arquitectura de Madrid, les hizo replantear los esquemas más utilizados en estas tipologías, donde los lugares de relación quedan definidos por los espacios residuales del edificio. La revalorización de dicho recinto se relaciona con las distintas dependencias "del conocimiento", aulas y seminarios, identificando espacialmente los espacios que generan la vida universitaria.Estos estados estructuran el nuevo edificio. El primero más repetitivo y divisible, necesariamente encuentra su razón separado del suelo, alejado del bullicio del campus, en contacto con un sistema de patios, orientados al norte y en relación matizada con el cielo. El segundo se desarrolla a nivel del suelo, como prolongación del propio campus y vertebrado por la huella que dejan alguno de los patios del primer estadio que, convertidos en pequeños "invernaderos", garantizan la privacidad de las estancias sin renunciar a su continuidad visual. De esta manera el vestíbulo pasará a convertirse en el verdadero intercambiador social de todo el recinto. Este sistema de orden generado por los arquitectos articula espacialmente de manera muy clara la propuesta, tomando el patio como elemento vertebrador del conjunto, cuya volumetría unitaria se muestra capaz de imponer una imagen sólida y aportar un nuevo orden a la disposición de las edificaciones anteriores. Un ligero prisma de zinc se apoya en un gran zócalo de hormigón blanco que introduce una nueva escala acorde con su función: sus huecos incorporan una rítmica que acompaña al conjunto sin perder unidad. Este es el primer gran proyecto de los arquitectos que han sabido afrontar el reto de abordar un edificio de gran escala con racionalidad incorporando espacios de calidad arquitectónica a un complejo programa que se desarrollará por fases y que diseña la nueva imagen del CEU en sus instalaciones de Madrid.