Image: La música entre las notas

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Arquitectura

La música entre las notas

Nuevo Centro de Interpretación para Picos de Europa

13 marzo, 2008 01:00

Centro de Interpretación de la Naturaleza en el Valle de Liébana

Cuando una cámara desenfoca de cerca un vaso, una pieza de fruta, una tela doblada o un tenedor, y se mueve lentamente por ellos, muy lentamente, esos objetos desaparecen como tales al dejar de ser reconocibles, pierden sus contornos y se transforman en masas, texturas y colores, luz y sombra. Si añadimos una melodía interpretada por una cálida voz femenina comienza entonces un espectáculo para los sentidos, para la intuición y la sugerencia; un espectáculo donde descubrimos de repente las múltiples capas que forman la realidad y la importancia de la observación, descubrimos que no conocíamos tan bien aquello que pensábamos conocer.

Este bodegón de pequeños objetos no es más, ni menos, que el vídeo que Conrado Capilla y Pucho Vallejo (arquitectos asociados desde 1985 y profesores de Urbanismo y Proyectos respectivamente de la ETS de Arquitectura de Navarra) presentaron junto a Mª Auxiliadora Gálvez en el Pabellón de España de la VII Bienal de Arquitectura de Venecia en 2002.

Si hacemos un salto en la escala y en el tiempo, si convertimos el pequeño bodegón en el abrumador paisaje de los Picos de Europa, si sustituimos la cámara por los ojos, y lentamente, muy lentamente, recorremos el Centro de Interpretación de la Naturaleza del Parque Nacional Picos de Europa, en el valle de Liébana, descubriremos un edificio que desaparece como tal, para convertirse en esa misma naturaleza que quiere interpretar. Y éste creo, es el mejor elogio que podría recibir.

Un edificio mudo, pequeño, discreto, que busca la abstracción, renuncia a lo superfluo e incorpora en su ejecución la tradición constructiva del lugar. Se compone de dos elementos superpuestos. El primero de ellos: la plataforma tan halagada por el maestro Utzon. De piedra. Con la que arquitectura y naturaleza entran en contacto y el edificio busca su asiento en el terreno, con una firme voluntad de permanencia, escondiendo en su interior las grandes salas de exposición. El segundo, el prisma perfecto tan querido por Le Corbusier. De madera. Formando una celosía de lamas con sus tablones separados que permite el paso de la luz, el viento y el sonido, guardando en su interior la sala de audiovisuales y conferencias, unas pequeñas oficinas y las circulaciones perimetrales que se realizan por medio de rampas. Como un enorme tronco depositado en el paisaje.

La naturaleza se transforma en el momento en que entra en contacto con la arquitectura, que es el medio con el que el hombre modifica el paisaje. Y así, lo entiende o lo respeta, a veces lo destruye, lo ignora o lo valora, pero en cualquiera de los casos, transforma su apariencia. La naturaleza gracias a su reverberación con la geometría incorporada de la arquitectura, se convierte en una naturaleza controlada por el hombre. En este edificio nos encontramos con que la arquitectura se ha reducido al propio material que es el del paisaje, a elementos como la luz, el viento, la nieve o el cielo, que perforan el edificio invadiendo el espacio arquitectónico, introduciendo la naturaleza en él. Un edificio que recoge sin duda esa idea de Debussy de que "la música no está en las notas sino entre las notas", a lo que Schoenberg podría suscribir diciendo "ojala se oiga este silencio".