Torres de Hejduk en la ciudad de la cultura de santiago de compostela (2002). Foto: M. González Vicente

Teórico, profesor y amante de la experimentación, John Hejduk fue, junto con Peter Eisenman y Richard Meier, miembro de los famosos Five Architects. Ahora el Círculo de Bellas Artes y la Fundación Banco Santander nos lo acercan.

John Hejduk nació en Nueva York en 1929, cuando Le Corbusier terminaba su villa Savoye en Poissy y Theo Van Doesburg finalizaba el Café L’Aubette en Estrasburgo. Su juventud coincidió por tanto con una época de gran agitación cultural en Europa, previa a la guerra, donde se desarrollaron las vanguardias, claves para entender su obra y pensamiento, en especial las relaciones establecidas con el Neoplasticismo del grupo De Stijl liderado por Rietveld, Mondrian y van Doesburg que tanto influyeron en su trabajo. Sus ideas y pensamiento, se desmenuzan ahora en el Círculo de Bellas Artes en un seminario que lleva por título La arquitectura hacia el arquetipo.

Perteneció al conocido grupo Five Architects -Eisenman, Graves, Meier y Gwathmey son los otros cuatro- que apostaban por la creación de una arquitectura autónoma desligada de la función y el lugar, con premisas exclusivamente estéticas apoyadas en una fuerte carga teórica. Con el tiempo el grupo se disolvió, y mientras unos se mantuvieron fieles a sus ideas casi hasta hoy en día -como Meier-, otros entraron en una deriva arquitectónica de la que no saldrán ya nunca. Hejduk estuvo siempre ligado a la enseñanza, en la prestigiosa Cooper Union School of Architecture de Nueva York donde enseñó durante tres décadas y llegó a ser decano.

Más prolífico en los textos y en el dibujo que en las obras, nos dejó sin embargo algunas destacables: las Masques -proyectos que relacionan arquitectura y teatro, sujeto y objeto, poética y filosofía-, la Torre Kreuzberg en Berlín y dos obras póstumas: la Wall House II en Groningen y en Santiago de Compostela -homenaje de su amigo Peter- dos torres diseñadas en 1992 que iban a ser botánicas en su ubicación original y que se han convertido en el punto de información de la Ciudad de la Cultura.

Para muchos arquitectos de mi generación decir Hejduk nos rememora casi automáticamente a esas perspectivas que toman su nombre y que nos pedían realizar en clase. En ellas la planta y el alzado, o la sección, se representaban a la vez siempre en verdadera magnitud, dibujando un objeto extraño, ajeno, a veces difícil de comprender, por medio de una representación propia del cubismo, múltiple, fragmentada, evocadora, intensa y hermosa. Preciso. Dibujo. Precioso. Ya no se vuelve a dibujar así.