Aldeas globales: de Bamako a Grisonia
Orfanato Soer Ker del equipo de arquitectos Tyin
La simultaneidad entre la exposición The Architect is Present, actualmente en la Fundación ICO de Madrid, y la edición de la esperada monografía del premio Pritzker Peter Zumthor brindan la oportunidad de analizar en paralelo dos códigos de comunicación arquitectónica muy diferentes entre sí y su divergente interés por llegar al público general.
Como era previsible, Peter Zumthor 1985-2013. Buildings and Projects es intimidante: en sus cerca de 850 páginas y 6,5 kg están reflejados sólo 43 de sus proyectos, construidos o no. Del primer edificio aquí incluido (su propio espacio de trabajo en Haldestein, cerca de Coira) hasta el último (un futuro centro de arte en Rusia), lo que Zumthor quiere decirnos es fácil de descifrar: esto es arte y debe presentarse como tal. La narrativa de los proyectos es sistemática, en zoom de lo general a lo particular, y con pocos documentos por página: papel blanco a mansalva.
En su vena colorista y comiquera, The Architectis Present es un tanto lo contrario. Las paredes se abigarran con diagramas e ilustraciones que refuerzan el mensaje de colaboración local que subyace en la exposición. No es una muestra solemne, siquiera tan sólo una muestra: los arquitectos presentes realizan un taller en la propia galería -cuyos resultados se van acumulando, a la vista de cualquiera- y recorren las distintas escuelas de arquitectura de España, participando en las clases o talleres y dictando conferencias.
Reflexionar sobre ambas propuestas es hacerlo, por tanto, sobre las luces y sombras de un producto cultural intramuros y otro de vocación evangelizadora. El contenido de su monografía retrata a Zumthor como un camaleón más intuitivo de lo que pudiera pensarse, pero siempre perfectamente identificable. No es el caso de la edición: pasada la excitación inicial y vistos los trabajos menos conocidos -algunos muy notables, como el frustrado edificio de equipamientos públicos en Isnyim Allgäu (Alemania), una torre semejante a una muela vítrea- aparece el aburrimiento. Nada hay que objetar a la impecable caligrafía de su aspecto, pero sí a su mecánica superficialidad; la reiteración de imágenes exquisitas se acaba volviendo contra el propio volumen. "Represión" es la palabra que mejor define estas páginas en las que lo espontáneo no tiene cabida. No se incluye revelador ensayo crítico -sólo un par de banales textos del protagonista- ni tampoco información realmente inédita sobre los proyectos; puede imaginarse la sonora decepción de quien, tras el notable desembolso, se encuentre con los mismos planos mil veces publicados de obras como las Termas de Vals. Pasar las hojas de los volúmenes deviene, ya extenuada la retina, en porno para arquitectos: vistoso, pero carente de profundidad e imposible de amar, justo al contrario que los edificios que se retratan.