Image: Juegos sin fronteras

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Arquitectura

Juegos sin fronteras

Brut Deluxe

17 abril, 2015 02:00
Enrique Encabo Inmaculada Maluenda

Instalación lumínica en Hong Kong

El trabajo de Brut Deluxe, la oficina del arquitecto Ben Busche, se divide entre dos países y hasta tres actividades complementarias. Una trayectoria que ejemplifica cómo la arquitectura puede aspirar, en un mundo cada vez más conectado, a construir prácticas más complejas.

Esta, más o menos, podría ser la historia abreviada de una oficina portátil: de Múnich a Madrid, y vuelta pasando por Hong Kong. Ben Busche (Múnich, 1968) decidió, a mediados de la década de 1990, probar suerte entre los meridionales. Así, aterrizó en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid siendo estudiante Erasmus. Los recuerdos de esa etapa quedan ya lejanos (es posible rememorar, vagamente, una maqueta en color rojo Ferrari), pero quienes le conocieran entonces pueden dar fe del progreso del director de Brut Deluxe, la oficina que fundó hace 10 años en la capital.

Tras graduarse en Stuttgart y volver a la península, su carta de presentación tuvo lugar con la iluminación navideña del centro de Madrid en 2004. Busche (quien compartió encargo con, entre otros, Eva Lootz y Manuel Estrada) explicaba su trabajo alejado de tópicos y mediante imágenes atmosféricas, como caminar por la montaña o el brillo del sol sobre un río helado. La propuesta alcanzó el éxito necesario para demostrar que el mercado aún permite pasos en direcciones inesperadas.

La praxis de Brut Deluxe se articula en una serie de vías paralelas: por un lado, arquitectura construida en el sentido convencional de la palabra, por otro, el diseño de producto y una pléyade de pequeñas instalaciones de carácter efímero centradas en el tema de la iluminación. Se trata, por tanto, de una carretera asfaltada en dos direcciones: "En realidad, aunque los clientes suelen ser diferentes (no se suele producir la transición entre esos dos ámbitos), sí suelo aplicar ideas de lo efímero en arquitectura y al revés".

Brut Deluxe, además, se reivindica como despacho europeo de escala intermedia. Tras años de práctica en Madrid ha abierto, al fin, oficina en Alemania, en la que compagina, de nuevo, encargos de arquitectura (como la sala de la Academia Alemana de Cine y Televisión en la Potsdamer Platz) con instalaciones lumínicas. Busche ha tenido que esperar mucho tiempo para retornar a su país: "La alemana es una sociedad que limita sus riesgos". Según detalla, el sistema de concursos restringe las posibilidades de acceso de los arquitectos más jóvenes, algo que, durante la primera década del siglo XXI no ocurría en España. Puede, no obstante, que la convergencia europea también levante aquí esas barreras: "desde hace años, cuando se habla de arquitectos jóvenes siguen (seguimos) apareciendo siempre los mismos", lamenta.

Uno de sus últimos trabajos vino, precisamente a través de sus instalaciones navideñas en Berlín. Se trata de una pieza, de nuevo, lúdica y efímera, esta vez en Asia: "Hong Kong es una ciudad en la que apenas existe espacio público; allí las cosas se apilan de una manera bastante curiosa", comenta. Su intervención habilita mediante juegos de luz una zona de conexión en la cubierta de un centro comercial por la que pasan miles de personas al día. Busche ha optado por resolver este microurbanismo privado mediante un laberinto reflectante que remite a las Infinity Rooms de Yayoi Kusama. Cuando se le pregunta por esos chispazos de trabajo en sitios tan improbables o por su nomadismo, responde con sorna no carente de pragmatismo: "En realidad, me he dado cuenta de que la oficina ahora podría montarse de manera casi instantánea en cualquier sitio y no pasaría nada. Es una libertad que aprecio cada vez más". El cosmopolitismo era esto.