Enrique Encabo Inmaculada Maluenda

Exterior del edificio del estudio de arquitectura MX_SI

El nuevo Centro Federico García Lorca, obra del estudio barcelonés MX_SI, abrirá sus puertas en Granada tras diez años de paciente proceso. El equipo de arquitectos, compuesto por el esloveno Boris Bezan (1972) y los mexicanos Mónica Juvera, Héctor Mendoza y Mara Partida (los tres de 1974), resultó ganador del concurso internacional en el año 2005, con Rafael Moneo como presidente del jurado. Les trajo suerte: desde entonces, han encadenado éxitos en el sector público: desde el auditorio de la cercana Lucena (Córdoba) a la ampliación del Serlachius Museum Gösta en Mäntta (Finlandia).



Interior del edifico

El nuevo volumen, de 5.000 metros cuadrados y seis plantas (dos de ellas bajo rasante), alojará los fondos referidos a la figura de Lorca en pleno centro histórico, apenas a un centenar de metros de la Catedral. El Centro se configura mediante cierta dosis de pragmatismo contextual en la que, sin embargo, no siempre encajan con precisión intenciones y resultados. Así sucede, por ejemplo, en la fachada principal, una boca profunda que vierte a la plaza de Romanillos y que remite a las hondas arcadas de la portada eclesial. En ese doble gesto de abrirse al espacio público e integrarse con la altura de la trama colindante el edificio invierte todo su rédito formal. La cascada de planos inclinados es tan eficaz en su propósito de solucionar el cambio de escala entre lo urbano y lo íntimo como efectista en su formalización. Se trata de un recurso más escenográfico que arquitectónico, y que no siempre se relaciona de forma orgánica con los espacios de su trasdós.



Su materialidad responde también al lugar, pero lo hace en un idioma extraño: el edificio, en prístino hormigón blanco, trata de asimilar la tonalidad luminosa de sus vecinos, pero su textura rugosa, un extraño patrón en bandas horizontales y verticales, parece más propio del aparejo de fábrica sevillano que de este entorno de austeras superficies.



Imagen de la Sala de teatro del nuevo Centro Federico García Lorca

Al inicio de cada uno de los capítulos de sus Fabulosas narraciones por historias, Antonio Orejudo reproducía un (ficticio) programa de actos en la Residencia de Estudiantes en el que Federico era siempre "el mejor intérprete del alma de Andalucía". La ironía de ese retrato tópico era revitalizadora y subrayaba que quizá nos contentemos, en demasía, con la coraza de la cultura oficial. La vuelta del poeta a su ciudad es estratégica, por supuesto, pero la ortodoxia del solemne modelo elegido para su sede parece entrar en conflicto con algunos aspectos de la identidad lorquiana o, al menos, con esa vena ligera y zumbona que supo apropiarse del imaginario popular.