Candida Höfer
Arte en el mundo
18 mayo, 2006 02:00La alemana Candida Hüfer es una de las más fieles representantes de la fotografía alemana contemporánea. En Philadelphia se le dedica una muestra que cubre 30 años de trayectoria.
Candida Hüfer es sobradamente conocida entre el público español. Sus repetidas exposiciones en la galería Fúcares de Madrid y alguna que otra individual en instituciones de nuestro país (Palacio de Caja Cantabria, en Santillana el Mar) hacen de esta artista de Eberswalde nacida en 1944, una de las figuras de la escuela de fotografía alemana más conocidas. Porque Hüfer encarna como pocos el espíritu alemán. Son imágenes frías de interiores en los que "sucede" la vida cultural. Librerías, museos, auditorios o teatros son algunos de los lugares protagonistas. Se trata, en todos los casos, de lugares públicos, accesibles a todo el mundo, pero siempre interiores. Es como si trasladara las ágoras griegas a los interiores de las instituciones públicas y crear así lugares de intercambio y comunicación, lugares en los que negociar ideas.Candida Hüfer pertenece a la generación de fotógrafos alemanes que estudiaran bajo el matrimonio Becher en la academia de Dusseldorf junto a otros artistas como Thomas Ruff, Andreas Gursky o Thomas Struth. Con todos ellos pero sobre todo con sus profesores comparte el tono metódico de su trabajo y el interés por las tipologías. Y, como se ha dicho en alguna ocasión, son un espacio en el que se palpa la densidad del tiempo y no su mera detención porque, como ha dicho J. F. Chevrier, "la obra de Hüfer busca una duración de la experiencia que no esté sometida a la fragmentación repetida de la compulsión lírica y del consumo mediático".
Candida Hüfer presenta 38 fotografías que no han sido nunca vistas en Estados Unidos. Han sido elegidas por el comisario en el estudio de la propia artista y en su galería de Colonia. Son miradas al interior rigurosamente estructuradas modeladas en patrones que se repiten y suceden en toda la extensión de la imagen. Escenarios urbanos en los que no aparece el hombre, creador absoluto de estos lugares de los que dimana un certero sentido de la proporción y el orden y sobre todo el ritmo. Hay un contraste entre la dimensión barroca de muchas de estas fotografías y la aparente distanciaron que nos son presentadas pues la cámara nunca se acerca demasiado su objetivo. Se mantiene distante, no dejando que nos introduzcamos del todo, casi como reacia a compartir el misterio de tanta exuberancia.