Idee di Pietra de Giuseppe Penone
A pesar de la merma presupuestaria que asfixia a la gran mayoría de proyectos institucionales europeos, los Rencontres d'Arles, fundados en 1970 en la bellísima población provenzal, presenta hasta finales de septiembre un extenso programa de exposiciones y propuestas culturales en el marco de la fotografía artística. Nos detenemos en la del italiano Giuseppe Penone y la del coreano Lee Ufan.
Un paseo por el centro de Arles descubre espacios extraordinarios con exposiciones más o menos afortunadas (cuesta mucho dinero hacer 50 exposiciones excelentes) hasta que, fruto de una inercia inesperada, uno se topa con la orilla del poderoso Ródano, donde dos pequeños espacios albergan sendas exposiciones individuales -no menos sorprendentes- dedicadas al italiano Giuseppe Penone (1947) y al coreano Lee Ufan (1936). Son dos muestras tan brillantes como paradójicas. Su inclusión en el programa de los Rencontres de la fotografía de Arles parecería algo forzada, pero, a mi juicio, es lo mejor del festival.
Penone es un artista muy conocido internacionalmente. El CGAC mostró en 1999 treinta años de trabajo y volvimos a verle, exuberante, en Documenta (13), pero de Ufan no sabíamos tanto (nada, desde luego, en España). Coreano afincado en Japón, su trayectoria había discurrido silenciosamente hasta la retrospectiva que le organizó el Guggenheim de Nueva York en 2011. Aprovechando ese tirón, un buen número de galerías lo venden como un gran clásico vivo y lo es, ciertamente.
Penone tiene vinculaciones tangenciales con la fotografía, sobre todo desde esa pieza germinal y ya mítica, Rovesciare i propri occhi (Dar la vuelta a los propios ojos), de 1970, en la que se hacía fotografías con lentillas de espejo para especular sobre la mirada y el tiempo, cuestiones, eso sí, esenciales en toda su obra y vertebradoras de esta exposición de la Capilla de San Martín de Méjan.
Titulada Alfabeto, recibe al visitante con una obra que describe con precisa literalidad muchos de sus inquietudes estéticas. Varado entre las desnudas ramas de un árbol se halla el fragmento profusamente tallado de un friso. Los árboles han sido un elemento capital para Penone pues en ellos ha condensado la magnitud inabordable del cosmos y las certezas que afloran de la experiencia vital e inmediata. Éste del exterior de la capilla nos habla del choque entre lo macro y lo micro, entre el tiempo global e insondable y la sucinta temporalidad en la que se cifran las vidas humanas. Ya dentro, en uno de sus más celebrados trabajos, Svolgere la propria pelle (Desenvolver la propia piel), de 1970-1972, Penone deja su huella sobre una piedra como constatando la frontera entre su cuerpo y el mundo, y también para dejar constancia de su breve paso por él. Tal vez la vean quienes vengan detrás.
Vista de la exposición de Lee Ufan
El espacio plástico de Ufan es el espacio que media entre las cosas. En las sucesivas salas del antiguo cine de Le Capitol, asistimos a la relación entre dos elementos, piedras y planchas de acero. Su situación en el espacio responde a una tensa intimidad, y pronto comprendemos que la caída de la luz artificial sobre ellos convierte las sombras en elementos igualmente formales, como si fueran el nexo físico que los une. ¡Y los une de verdad! En el nivel superior, una serie de cuadros de gran formato muestran cómo la vertiente pictórica del artista no es ajena a sus procedimientos escultóricos.
Manchas rectangulares dispuestas con espátula devienen tridimensionales a medida que avanzan en su recorrido, sin dejar de ser islotes en un gran espacio blanco, un vacío sólo aparente pues quiere ser tangible, forma precisa y activa y no un mero fondo. Recuerda este blanco, como aquel espacio que mediaba entre las formas, al propio Penone quien, en uno de sus destellos, decía querer ser el río cuyas aguas liman las piedras.