Hourly Field Notes, 10 october, Dakesawa, 2012

La Fundación Culturgest, con sedes en Lisboa y Oporto, dedica una amplia exposición a Helen Mirra, una de las artistas más sugerentes hoy en su mirada sutil a la naturaleza.

Helen Mirra (Rochester, Nueva York, 1970) viste siempre de ocres, verdes y azules, que son los colores de la tierra, de los bosques, del mar y del cielo. Son también los colores que invariablemente utiliza en su actividad artística, que en las últimas dos décadas ha puesto de manifiesto una intensa y muy singular relación con la naturaleza.



A mediados de los 90, Mirra emprendió un modesto e introspectivo análisis del espacio exterior de hondas declinaciones románticas. Y lo hizo desde la sobriedad minimalista y el rigor conceptual en una estrategia aparentemente contradictoria, que compartió con no pocos artistas del momento y que circuló con vigor amparada en el legado de artistas como Susan Hiller o Bas Jan Ader, que ya en los 60 y 70 apelaban a la racionalización y sistematización de la experiencia subjetiva.



Esta exposición que ahora se le dedica en las sedes de Lisboa y Oporto de la Fundación Culturgest muestra con nitidez todas las facetas de su obra, entre las que conviene destacar, por un lado, su fascinación por la cartografía y los diferentes sistemas de medición del mundo y, por otro, el carácter manual, anti-monumental y profundamente analógico con el que ese interés se hace visible.