Vista del vestíbulo de Hans der Kunts
Tras los realizados en temporadas anteriores por la coreana Haegue Yang y el alemán Manfred Pernice, la convocatoria anual del proyecto Der Öffentlichkeit -von den freunden Haus der Kunst ("Para el público. De parte de los Amigos del Museo") ha recaído en 2015 en el artista albanés Anri Sala, que interviene durante todo el año el vestíbulo central con un trabajo titulado The Present Moment (In D), una vuelta de tuerca más en su investigación sobre las relaciones entre estructuras musicales, espacio y arquitectura. El proyecto es un claro ejemplo de la buena salud institucional de la que goza el museo que dirige Okwui Enwezor, con unos "amigos" que cada año patrocinan un trabajo de gran envergadura para que ocupe el citado espacio. Como ya contamos en este sitio al hilo de la exposición de Abraham Cruzvillegas, de este vestíbulo nacen las extraordinarias salas de lo que en su día fue la Casa del Arte Alemán, inaugurado el 18 de julio 1937 para acoger la "Gran Exposición de Arte Alemán", contrapunto de la tristemente conocida "Arte Degenerado", que Goebbels inauguraría sólo un día más tarde en lo que hoy es la Kunstverein. Hoy en esas salas, con sus extraordinarios mármoles y sus dinteles de madera, pueden verse exposiciones de Mark Leckey, Louise Bourgeois, David Adjaye y Anri Sala. Casi nada.El proyecto de Anri Sala se enmarca en el conjunto de trabajos realizados en torno a la deconstrucción y diseminación espacial de piezas célebres del repertorio musical moderno. Es una inquietud que ya se adivinó en la muestra que Christine Macel organizó en la planta baja del Pompidou en 2012 y que se constató en el Pabellón Alemán de la Bienal de Venecia de 2013 (Anri Sala representaba a Francia pero los dos países se intercambiaron inexplicablemente sus pabellones). Este proyecto de Munich es heredero directo del de Venecia, que llevaba por título Ravel Unravel Ravel -un juego de palabras basado en el verbo "enredar" y su contrario, y el nombre del compositor Ravel- y que recibió el aplauso unánime de la comunidad artística reunida en los Giardini.
Si entonces Anri Sala deconstruía a Maurice Ravel, en Munich hace lo propio con Arnold Schönberg, cuya aclamada Verklärte Nacht, el sexteto para cuerda de 1899 conocido en castellano como "Noche transfigurada", (des)compone casi literalmente. Al entrar en el gran vestíbulo central, uno puede escuchar la pieza del compositor vienés. Es tal vez el trabajo más importante de la primera fase de una trayectoria que todavía se encontraba varada en el Romanticismo pero que tendía ya a las conocidas rupturas que le llevarían a reventar las convenciones tonales imperantes desde hacía cuatro siglos. Como sabemos, los lenguajes de la pintura y de la música vivieron simultáneamente sus respectivos cataclismos con las llegadas del cubismo y de la serialidad. Y es precisamente a este concepto de fractura al que se acerca Anri Sala en su proyecto muniqués.
Fotograma de The Present Moment (IN D), 2014
Hay un componente físico, casi performativo, que enlaza ineludiblemente con la pieza de la Bienal de Venecia. En aquel vídeo se veían primeros planos de las manos izquierdas de dos hombres interpretando el "Concierto en Re para mano izquierda" (1930) del autor francés. Había algo casi escultórico en estas imágenes, que parecían desafiar el espacio no tanto desde su naturaleza bidimensional sino desde una rara corporeidad.
En el Haus der Kunst también hay un vídeo, situado al final del vestíbulo. En él se muestra a un sexteto de cuerda de la Munchener Kammerorchestre interpretando la pieza de Schönberg, pero los seis intérpretes están estancados en la nota Re. La confusión es, por tanto, mayúscula, y sólo parece ceder a cierta legibilidad cuando la escritura real de Schönberg que se escucha en la sala se detiene en la nota Re. Así, la experiencia brota de una sucesión irregular de levísimos destellos de claridad en una atmósfera caótica. La cámara de Anri Sala, pegajosa e inquisitiva, se centra ante los gestos de los músicos. Y es tal la intensidad en la observación que casi semejan formas abstractas, igualmente corpóreas como aquellas manos venecianas que tocaban a Ravel.
Toda esta serie de trabajos de Anri Sala tratan de explorar una suerte de temporalidad asociada a la experiencia inmediata en el espacio, en la arquitectura. En el caso de esta pieza, la alusión a Schönberg y el hecho de que su práctica compositiva resultara de la ambición de fracturar, favorece una literalidad que se hace fácilmente visible sobre el lugar.