Image: La caravana del arte se traslada a Basilea

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Arte internacional

La caravana del arte se traslada a Basilea

Hasta el próximo domingo la ciudad suiza acoge Art Basel, el mayor evento del mercado del arte, con escasa participación española

13 junio, 2016 02:00

Zome Alloy, de Óscar Tuazón ante el pabellón donde se celebra Art Basel. Foto: Art Basel

La caravana del arte contemporáneo se traslada de Zúrich a Basilea tras el intenso fin de semana inaugural de la Manifesta que ha diseñado Christian Jankowski. Desde hoy y hasta el próximo domingo, la ciudad regada por el Rin acoge el mayor evento del mercado del arte -o del mercado del arte que aún no se ha rendido al creciente poder de las casas de subastas- que abre sus puertas en los pasillos de Messe Platz. Durante los peores años de la recesión económica, la feria de Basilea impuso su velocidad de crucero y sorteó el bache sin mayor dificultad. Preguntarse hoy si será un buen año de ventas para la feria resulta hasta inapropiado, cansino.

Cuatro galerías españolas participan en el programa general: Juana de Aizpuru, Helga de Alvear, Elvira González y ProjecteSD. En la sección Feature, la galería valenciana Espai Visor presenta la obra de un grande del arte conceptual europeo, Braco Dimitrijevic, que estos días tiene una interesante individual en la Galería de Arte Moderna de Turín. Y en Statements, el peruano residente en Holanda Daniel Jacoby mostrará sus últimos trabajos en la debutante MaisterraValbuena, que hasta este año era una habitual de Liste. Estaremos también atentos en esta sección al stand de Société, donde podrá verse la obra de Timur Si-Qin, que participa estos días con un buen trabajo en la recientemente inaugurada Bienal de Berlín. La Galería Polígrafa de Barcelona en la sección Editions completa una participación española que, como viene siendo tradición, no encuentra su lugar en la primera división del mercado internacional, algo de lo que no debemos culpar exclusivamente a las galerías sino al coleccionismo en nuestro país en un sentido más general. ¿De qué serviría a las galerías tener en su nómina a los mejores artistas si no hubiera quien los comprara? Que hay mucho trabajo por hacer vuelve a ser la principal conclusión que sacamos al visitar la feria de Basilea. Por alguna razón, nuestros vecinos europeos triplican, por ser generosos, el número de galerías que los representan.

El arte español no encuentra su lugar en la primera división del mercado internacional

Junto a Art Basel, en una gran nave adyacente, Art Unlimited vuelve a poner de relieve las propuestas más ambiciosas, con proyectos de gran escala, específicos y también históricos, a los que sólo pueden acceder, en su mayor parte, las grandes instituciones. Se esperan con expectación los proyectos de Thomas Bayrle, Isa Genzken, Trisha Donnelly, Nina Canell y de un italiano del que muy poco se sabe en España, Emilio Isgró.

Fuera de la feria, derramada por la ciudad, la sección Parcours reclama un justificado protagonismo. Se trata de intervenciones específicas en las que el peso curatorial es mayor. Lógicamente, las galerías de los artistas están detrás, pagan por su participación y por la producción de la obra, pero hay un comisario -se estrena este año Samuel Leuenberger, que sustituye a Florence Derieux- cuyo papel es visible. Proyectos de Michael Dean, nominado para el Turner y con una exposición bonita en la Fondazione Giuliani, Daniel Gustav Cramer o Eva Kot'átková, a quien Juan Canela presentó no hace mucho en la Fundación Miró, son las apuestas más interesantes.

Obras de Félix González-Torres, Jeff Koons, Charles Ray y Katharina Fritsch en la exposición Sculpture on the Move 1946-2016 en Kunstmuseum Basel. Foto: Gina Folly

Fuera de Art Basel todo va a un ritmo diferente, más abrupto, más urgente. La necesidad de atraer a los coleccionistas que visitan la feria grande es imperiosa, y, en esto, Liste, frente a Volta y Scope, tiene todas las de ganar. Inaugurada en una antigua fábrica cervecera hace ahora veinte años, sigue siendo la segunda feria en importancia, visitada en su sede de Volkshaus Basel por un gran número de coleccionistas que salen de la "feria grande" en busca de propuestas más jóvenes que, en muchos casos, ya están sólidamente asentadas en programas institucionales internacionales. NoguerasBlanchard, una veterana ya en la feria, es la única galería española y presentará trabajos de Rubén Grilo y del belga Alan Biltereyst.

Tal vez la reapertura del Kunstmuseum sea uno de los platos fuertes de la temporada en Basilea
Fuera del ámbito comercial, aunque no demasiado lejos -ya se sabe que los artistas que exponen en los museos de la ciudad durante la feria tienen una visibilidad sin parangón y, por lo tanto, una muy fácil accesibilidad a la venta-, la oferta es extraordinaria. Tal vez sea la reapertura del Kunstmuseum uno de los platos fuertes de la temporada en la ciudad. Su sede de St. Alban Graben, junto al Rin, se ve ahora duplicada en la acera contraria en un edificio sobrio de ángulos sutiles en cuyo interior puede verse una monumental exposición de escultura dirigida por el responsable saliente de la institución, el director Bernhard Mendes Burgi, a quien sucederá en el cargo el suizo Josef Helfenstein, que viene de la Colección Menil de Houston. La muestra, Sculpture on the Move 1946-2016 es una exposición demoledora. Es heredera de ese otro blast, la colectiva Painting on the Move, que Mendes Burgi organizó al poco tiempo de llegar el cargo en 2001 y que montó en los espacios del Kunstmuseum, el Gegenwartkunstmuseum y la Kunsthalle. La exposición de escultura que ahora vemos tiene lugar sólo en los dos primeros, pero es igualmente extraordinaria. Es su muestra de despedida y es imprescindible.

En la cercana Kunsthalle, que dirige Elena Filipovic, anterior directora de WIELS, puede verse una muestra individual del noruego-germano Yngve Holen, dueño de un trabajo fuertemente arraigado en la tecnología con el que interpela a un cuerpo que se nos revela siempre ausente. Holen viene de realizar un trabajo potente en la bienal de Berlín, donde ha presentado un proyecto que mezcla la ansiedad contemporánea que dimana de nuestra relación con la tecnología y cuestiones de naturaleza mística arraigadas en imaginarios ancestrales. Como siempre en este espacio del centro de la ciudad, la relación entre el espectador, la obra y la singular arquitectura del lugar, produce una experiencia sobresaliente.

La relación entre el espectador, la obra y la Kunsthalle, produce una experiencia sobresaliente

Más alejados del centro se encuentran Schaulager y la Fundación Beyeler. En el primero puede verse una instalación de Katharina Fritsch y el bielorruso Alexej Koschkarow. Fritsch ya realizó una intervención permanente en una de las salas del espacio firmado por los arquitectos Herzog y De Meuron, y, pese a ser algo más escueto que otras exposiciones anteriores dedicadas a artistas como Jeff Wall, Tacita Dean o Francis Alys -la institución ha reducido la escala de sus exposiciones temporales y ha dado un viraje definitivo hacia la investigación-, no deben dejar de visitarlo.

Instalación de Michael Landy en el Museum Tinguely. Foto: J. Hontoria

La Fundación Beyeler es, como hemos venido contando en reiteradas ocasiones, uno de los grandes espacios de arte contemporáneo europeos, conocido por la arquitectura de Renzo Piano y la fabulosa colección de Ernst Beyeler. Esta varía con cierta frecuencia aunque siempre pueden verse los magníficos nenúfares de Monet enfrentados a nenúfares reales al otro lado de la cristalera del edificio del arquitecto italiano, donde, además, descansan ahora las vibraciones de Philippe Parreno. Los giacomettis junto a los richter negros, los espléndidos mondrians, unos extraordinarios cuadros de Christopher Wool o algunos extraordinarios matisse forman parte del montaje actual. La exposición temporal es un diálogo entre Alexander Calder y el dúo suizo Fischli/Weiss. Es una asociación puramente formal basada en el equilibrio, pero tiene momentos interesantes, como los Untitled (Question Projections), las célebres frases proyectadas, que con su lenguaje tembloroso y efímero, plantean una lograda evocación de las esculturas del artista americano.

No por ser citada en último lugar debe pasar desapercibida una magnífica exposición dedicada al artista británico Michael Landy en el Museum Tinguely. A la institución le gusta programar artistas que guarden relación con el gran Jean Tinguely, uno de los popes del arte suizo del siglo XX. Cuando era aún un joven artista, Landy, que emergió como uno de los más interesantes artistas británicos de principios de los noventa, fue seducido por el "Homage to New York" que Tinguely realizó en el MoMA en 1960, una pieza performativa diseñada para destruirse en el proceso. Toda la obra de Landy, de quien llevábamos tiempo sin saber gran cosa, tiene que ver con la deconstrucción y la entropía a la que la sociedad de consumo aboca a los propios productos que alumbra. Está bien traído el trabajo al Museum Tinguely en una exposición en la que toda la obra de Landy se muestra mezclada sin muros ni jerarquías, cronológicas o formales.

@Javier_Hontoria