Lara Favaretto: Momentary Monument - The Stone, 2016. Vista de la instalación en Welsh Streets, en la Bienal de Liverpool 2016. Foto: Joel Chester Fildes.
Pasados ya los fastos inaugurales de la ampliación de la Tate Modern en Londres, la cita más importante del momento en el Reino Unido es la Bienal de Liverpool, que se inauguró a principios del mes de julio y que podrá verse hasta mediados de octubre (en lo que parece un movimiento acertado, la Bienal ha adelantado un par de meses sus fechas). Organizada por un amplio equipo curatorial entre quienes destacan las figuras -muy mediáticas- de Raimundas Malasauskas y Francesco Manacorda, la Bienal se distribuye en espacios museísticos y otros no institucionales y explora la ciudad a través de herramientas globales y locales, de tiempos pasados y futuros, de realidades y de ficciones. La Bienal está dividida no en capítulos sino en "episodios", algo que parece querer incidir en una nueva percepción de la temporalidad. Estos son Ancient Greece, Chinatown, Children's Episode, Software, Monuments from the Future y Flashback, a los que se dirigen artistas internacionales como Lara Favaretto, Jason Dodge, Céline Condorelli o Lawrence Abu Hamdan.Continuemos nuestro camino hacia el norte de las islas para terminar en Londres. Pararemos en la cercana Manchester, donde la Whitworth Gallery presenta un programa interesante. Por un lado, siguiendo la línea tan popular en nuestro momento de artistas asumiendo el rol de los comisarios, puede verse una exposición organizada por Elizabeth Price, ganadora del premio Turner en 2012. La muestra lleva por título In a Dream You Saw a Way to Survive and You Were Full of Joy y está compuesta por trabajos de setenta artistas en torno al asunto del cuerpo. Se produce así una tensión entre los elementos de carácter fílmico que están tan singularmente arraigados en toda la obra de Price con la visible fisicidad de la materia. El proyecto fue producido inicialmente por la Hayward Gallery de Londres y recalará más tarde en Bexhill-on-Sea y en Swansea. Además, el Whitworth, que pertenece a la Universidad de Manchester, ha pasado recientemente por un largo proceso de rehabilitación. La institución ha encargado un proyecto específico a Anya Gallaccio, en su día nominada al premio Turner, quien ha hecho una intervención en la que sustituye un árbol centenario que había muerto en el jardín del museo por una de sus conocidas estructuras con las que evoca el concepto de pérdida.
Si continuamos hacia el noreste haremos un descanso en Leeds, donde el Henry Moore Institute presenta una exposición colectiva titulada The Body Extended. Sculpture and Prosthetics, un proyecto que no se encuentra lejos del organizado por Elizabeth Price en Manchester. Se trata de una nueva exploración del cuerpo pero esta vez desde la perspectiva de su posible extensión, del modo en que el ser humano ha tratado de ampliar las posibilidades físicas de su cuerpo a lo largo de los años. Una buena exposición con artistas como Franz West, Louise Bourgeois o Martin Boyce.
Bajando ya hacia el sur pararemos en Nottingham Contemporary, donde podremos ver la siempre interesante obra de Michael Beutler que ha sido producida en colaboración con Spike Island, el centro de Bristol. Beutler trabaja en el ámbito del DIY y trata de recuperar el espíritu colaborativo en un contexto artístico en el que los artistas cada vez se desligan más de la producción de sus propios trabajos. Muchos recordarán su muy lograda exposición en la galería de Heinrich Ehrhardt de Madrid, en la que convirtió la galería en una suerte de rudimentaria factoría de columnas, tomando como punto de referencia las emblemáticas columnas del singular espacio de la galería. Hay algo muy bonito en Beutler que vincula los procesos de producción con la experiencia de lo vernáculo. Es un gran artista el joven alemán.
Imagen de la instalación de Michael Beutler en Spike Island, Bristol, antes de recalar en Nottingham Contemporary
Bajamos hacia el sur, donde el Modern Art Oxford está celebrando su medio siglo de historia este año con un conjunto de exposiciones de escala media y otros eventos reunidos bajo el título Kaleidoscope Live. Se trata de pulsar la historia de la institución, una de las más prestigiosas del Reino Unido, en el marco del presente global. Durante este verano podrá verse una muestra llamada Mystics and Rationalists, que parte de la conocida frase de Sol LeWitt y sobrevuela la eterna disputa entre las posiciones estéticas de carácter analítico y aquellas más laxas y poéticas. A partir de mediados de agosto podrá verse una muestra titulada It's me to the world, una colectiva que incluye trabajos de Marina Abramovic y Richard Long y que se dirige a las narrativas que el cuerpo y la naturaleza pueden proyectar sobre el mundo.
En vez bajar directamente hacia Londres nos desviaremos hacia el oeste del país, donde la ciudad de Bristol -que se ha convertido en uno de los lugares más interesantes del país, no sólo en el ámbito del arte contemporáneo sino en el de la cultura en su sentido más amplio- nos recibe con un interesante programa. Por un lado, en Spike Island se puede ver una exposición del artista británico Stuart Whipps, un joven de Birmingham cuya obra transita los ambiguos territorios en los que conviven lo real y la memoria. Recomiendo esta muestra de Whipps, uno de los artistas más prometedores de su generación.
En Arnolfini, otro de los centros más interesantes de Gran Bretaña, podremos ver un homenaje al punk en el cuarenta aniversario de su nacimiento. En Bristol sí saben hablar de punk, y la exposición Moving Targets apela a algo más que a la representación de actitudes radicales que es, esencialmente, el tipo de imágenes que hemos visto en otras muestras recientes dedicadas al movimiento y que han constituido sonados fiascos. Hay algo que hace de esta exposición un proyecto diferente. Los organizadores se han servido de los archivos municipales para esbozar el espíritu de la época en la ciudad de Bristol, sin duda una de las más activas a mediados de los años setenta en lo que a cuestionar la norma se refiere.
The Straits at Westway Cinema, Frome 1977. Foto cedida por Bristol Archive Records que puede verse en la exposición sobre el punk del centro Arnolfini
Más hacia el sur, llegando ya a la costa, el New Art Center de Salisbury presenta una exposición de uno de esos artistas ya legendarios, el escocés Bruce McLean. Se trata de una muestra que reúne un buen número de sus cerámicas, cien en concreto (así se llama la muestra: One Hundred Plates). McLean es un histórico, un artista que ha ido contra la norma no sin cierta altanería. Mató a su padre, que no era otro que Henry Moore, y desde entonces adoptó una posición al margen del mainstream. Sus trabajos con cerámica y sobre azulejos son un buen ejemplo de esta actitud. Los azulejos fueron realizados junto a una conocida firma y presentados en la Bienal de Cerámica Británica el pasado año. Revelan una enorme amplitud iconográfica aunque la paleta está restringida a los siete colores proporcionados por un nuevo pantone producido por la firma.Llegamos a Londres, la gran capital del arte mundial. La oferta es variadísima, pero también es el lugar en el que más nítidamente se observa cómo las instituciones están totalmente atrapadas en el engranaje de las industrias culturales. La cultura, no podemos negarlo, es un gran negocio en Londres. Comencemos por la Tate Modern, que acaba de inaugurar su ampliación con la que quiere convertirse en el gran centro del arte global. A la espera de las muestras que traerá el otoño en torno a Philippe Parreno e Ilya y Emilia Kabakov, este verano pueden verse muestras dedicadas a Mona Hatoum y Bhupen Khakhar. La primera es "una de las más importantes y poderosas artistas de su generación que ahora recibe por fin en Gran Bretaña la revisión que merece". Así lo vende el Sunday Times en la página web de la Tate, como si fuera la camisa de un bestseller. Es la estrategia de captación de visitantes que utilizan los grandes centros globales, más preocupados por la cultura de consumo que por lo que pueda hacer el arte para zafarse de la obsesión mercantilista de la vida contemporánea. La de Bhupen Khakhar es también la primera presentación en Londres de este pintor indio, con quien estará familiarizado el público español que pudo ver su retrospectiva en el Reina Sofía, comisariada por Enrique Juncosa en 2002.
Bhupen Khakhar: American Survey Officer (detalle), 1969, que puede verse en la exposición que le dedica la Tate
Dos pintores estupendos, Alex Katz y Etel Adnan exponen su obra en la Serpentine Gallery. Se da la circunstancia de que también son de la misma generación, el estadounidense nacido en 1927 y la libanesa en 1925, y aunque sus respectivas obras son diferentes hay algo que las une: ambas se alojan en una flagrante sencillez formal. La de Katz es una pintura de contorno nítido, es fresca y luminosa, aunque también se deja seducir por imágenes nocturnas. La de Adnan tiene algo cezanniano en su tratamiento de la iconografía. Como la Saint-Victoire del pintor provenzal, Adnan lleva décadas atrapada por Mount Tamalpais, una de las montañas que rodean su casa de California.
Finalizaremos nuestro recorrido en el Barbican Center, donde está gustando mucho la exposición de Ragnar Kjartansson, un artista islandés que pasa por ser uno de los abanderados de las prácticas performativas. El de Reikiavik proviene de una familia de actores, y lleva la escena en la sangre. Utiliza en su obra algunos tópicos de la estética occidental y los transforma en acciones y performances de gran intensidad, aunque no rehuye de un fino, nórdico y a veces melancólico sentido del humor.
Ragnar Kjartansson: The Visitors, 2012, que puede verse en el Barbican Center
@Javier_Hontoria