Oskar Santos.

El director vuelve a los personajes de Escobar en Zipi y Zape y la isla del capitán, una secuela, que también puede verse como película independiente, en la que los revoltosos hermanos se enfrentan a una villana interpretada por Elena Anaya.

Después del éxito de Zipi y Zape y el club de la canica, los populares personajes de TBO creados por Escobar regresan a los cines en Zipi y Zape y la isla del capitán, una secuela que también puede verse como una película totalmente independiente. Repite, eso sí, el director Oskar Santos (Bilbao, 1972), quien asegura que él no adapta "Zipi y Zape sino los personajes de Zipi y Zape". Los eternos hermanos gemelos, tan revoltosos como lenguaraces y en este caso distinto el uno del otro, deben enfrentarse ahora a la señora Pam (Elena Anaya), la malvada gobernanta de un orfanato en el que los niños pueden vivir su "sueño" de la existencia sin padres. Referentes literarios como Julio Verne, Robert Louis Stevenson o H.G. Wells tienen un protagonismo estelar en este filme que es al mismo tiempo una gozosa película familiar como una reflexión sobre la dificultad de los padres para entender a los niños, y de los niños a sus padres.



P.- Cuando promocionaba la primera película decía que no preveía una segunda parte. ¿Por qué cambió de opinión?

R.- La verdad es que no pensaba hacer una secuela pero los productores nos la pidieron porque la primera funcionó bien. Mi coguionista (Jorge Lara) y yo pusimos como condición que nos otorgaran libertad absoluta y dijimos que no sería una secuela al uso. Lo primero que había que mantener era la edad de los niños, que son mayores al cómic para que tengan más potencial dramático, y por tanto no podíamos volver a trabajar con los mismos actores. Tenía que ser totalmente diferente a la primera y ser un desafío: nuevo villano, nuevo entorno... Sencillamente tenía que ser mejor que la primera porque si no, no hay honestidad en el trabajo.



P.- ¿Y qué le sedujo para volver?

R.- Me gustaba mucho introducir el elemento literario. Yo he crecido leyendo a Barry, a Stevenson, a Wells o a Conan Doyle. Eso me remitía a La Liga de los Hombres Extraordinarios de Alan Moore. Y son películas muy distintas. La primera era un viaje a la infancia y ésta también es un viaje de esa infancia al adulto que soy ahora. En mi generación se nos acusa con frecuencia de ser como Peter Pan, de eludir responsabilidades y no querer asumir cosas en tu vida. Esa sensación de que siempre quieres ser un niño. A eso yo opongo otra idea que es que la infancia es una etapa, hay que vivirla, pero también hay que saber mirar adelante. Yo estoy contento con el hecho de hacerme mayor y creo que es importante no agarrarse al pasado.



P.- ¿Quería mostrar el lado oscuro de Peter Pan?

R.- En la primera el malo era un adulto al que le robaron su infancia y se la quiere robar a los demás y en esta es lo contrario, un adulto que no quiere crecer y que construye una casa que es una apología de la infancia. Es como el reverso de la primera. El primer villano que teníamos en mente era Michael Jackson y fue de allí cómo llegamos a Peter Pan. El villano sería un niño prodigio al que sus padres habían estado amargando la vida y ahora los odiaba, como sucedía con Jackson y los tenía de mayordomos. Surge esa casa del astro, Neverland, a la que se llevaba a los niños. Entonces releo la novela de Peter Pan y me encuentro con cosas que no me esperaba. El personaje de Pan es mucho más oscuro de cómo lo hemos visto en cine, es el que manipula a los niños perdidos y al final Garfio es una víctima más de Peter Pan porque lo único que quiere es que ese niño soberbio y arrogante le tenga un poco de respeto. El lado oscuro de Peter Pan es súper evidente.



P.- En ese orfanato "peterpanesco" hay algo que recuerda mucho al "país de los juguetes" de Pinocho. ¿Fue un referente?

R.- Recuerdo más eso de Inteligencia Artificial. Para nosotros la referencia es Regreso al futuro. Partimos del tema del conflicto generacional y yo veo en mis amigos que son padres que están todo el día quejándose. De algunos de ellos ya era amigo cuando eran renacuajos y te puedo asegurar que eran medio delincuentes. Pero se les ha olvidado. Es una cosa maravillosa cómo se olvidan y piensan que los niños de hoy en día serán distintos. Cuando eres un crío siempre piensas que de mayor serás un tío enrollado y un tío guay pero luego te ves repitiendo las mismas frases que tus padres. Y ese conflicto que es eterno y es imposible resolver es el eje de la historia. A partir de aquí lo que hacemos es poner un espejo para que los padres se vean a ellos mismos como niños.



P.- ¿Nos cuesta mucho recordar al niño que fuimos?

R.- Lo que proponemos es que los adultos recuerden cómo eran de niños y que si son honestos se darán cuenta de que no eran mejor que sus hijos, posiblemente peor. Esta película era la oportunidad perfecta para darle algo al público adulto que se pudiera sentir identificado. Sí creo que hemos dado un paso adelante en este sentido porque es una película mucho más satisfactoria para los mayores.



P.- ¿Y es tan duro trabajar con niños como decía Hitchcock?

R.- Los niños tienen eso de sacarle partido a todo y ver algo positivo. Lo veías con los chavales que actúan en la película. Un rodaje es un trabajo duro pero ellos lo estaban viviendo como un juego, como algo súper divertido. Cuando terminé la primera les regalé a los chavales algunas novelas y solo conocían La isla del tesoro. Me hace ilusión que algún niño salga y pregunte a sus padres por esos libros porque son libros inmortales.



P.- Es el viaje de los padres, pero también de los niños.

R.- Hacen un viaje de asumir responsabilidades. Eso es parte del camino hacia valorar lo que tienes. Es un clásico, los padres y los hijos que se llevan fatal y con el tiempo los hijos acaban entendiendo un poco mejor a los padres. Me gusta repartir para los dos lados. Una cosa que funciona en el cine de los 80 es que los héroes son imperfectos. Indiana Jones es un héroe que hace cosas extraordinarias pero es un gruñón, un quejica, tiene mucho ego... ves a Robert Downey Jr. en Iron Man y es el mejor en todo. Incluso en películas como ésta que tienen que ser sencillas debe haber una complejidad.



P.- ¿Es Pokemon Go un retroceso respecto a tiempos más literarios y no tan tecnológicos?

R.- Si yo fuera un niño jugaría a Pokemon Go. A mí me gustaba un poco todo, las películas buenas y las malas. Cada época tiene sus cosas. Yo creo que a la larga lo leerán y lo descubrirán. No hay que ser apocalíptico. A mí se me da bien la aventura pero no tan bien la comedia. Esa carencia la trato de resolver mirando a lo que a mí me gustaba cuando tenía esa edad. Si tratara de hacer una película desde la perspectiva de un niño actual no podría porque no sé lo que es crecer con el Pokemon Go pero sí sé lo que es un tirachinas.



P.- Surge esa villa interpretada por Elena Anaya, siempre al borde del histrionismo.

R.- Yo no quiero el típico malvado. La génesis de la villana es muy compleja porque a mí me interesa mucho saber cómo el malo ha llegado hasta allí. La aventura vale tanto como vale el villano. Le da categoría. En la televisión lo han entendido perfectamente, el villano es el protagonista. Lo vemos en series como Los Soprano. Con Elena ha sido una gozada porque no solo es el prestigio, es una todoterreno. Era un trabajo de equilibrar, de no rebasar el límite. En un rodaje a veces hay que hacer el papel de malo.



P.- Hay un look retrofuturista muy particular.

R.- No me gustan las películas de efectos especiales, me gustan las películas con efectos especiales. Lo más importante de una película es siempre el guion, lo que estás contando. Y después valen lo que valen los personajes. A partir de respetar ese espacio hay que encajar todas las demás piezas. Todo tiene una base científica. Esa era la base y luego puedes meter viajes en el tiempo. De repente, lo fantástico es que cabe todo. Para contar el pasado de la villana puedes hacerlo con animación. O puedes contar una parte de la historia con un musical. Nos encantaba la idea de meter a un gorila. Suelo encontrar las respuestas mirando al niño que fui. Y los niños tienen la capacidad de darle la vuelta a todo, al principio ese gorila les da miedo y luego es su mejor amigo.



P.- ¿Al final lo más importante es disfrutar?

R.- Yo estoy muy agradecido a estas películas. Me han dado la oportunidad de hacer un cine divertido, de aventuras. La estructura es de aventuras y nos gusta mucho los capítulos de Los Simpson de las 15 primeras temporadas, eso de que una cosa lleva a la otra y la otra y al final se acaba volviendo al punto de partida. De Indiana Jones hay muchísimo de la tercera, que era la que a priori menos me gustaba. Pero esa confrontación entre padre e hijo que plantea Spielberg entre Harrison Ford y Sean Connery tiene mucho que ver con esta película y es un referente claro.



P.- ¿Y habrá tercera parte?

R.- Tengo una pequeña idea genérica que podría ser una película de extraterrestres. Una especie de invasores de Marte.



@juansarda