Parallel Strata, 1969-2016

Es una de las figuras indiscutidas del arte realizado en Japón a finales del siglo XX y del movimiento Mono-Ha, basado en el uso de materiales orgánicos e industriales. Kishio Suga es ahora objeto de una gran exposición en Milán, su primera retrospectiva en Europa.

No todo lo conocida que debiera, la obra del japonés Kishio Suga desembarca en la sala grande de HangarBicocca en una presentación individual que reúne sus obras más emblemáticas, realizadas todas ellas entre finales de los sesenta y 1997, y reconstruidas aquí para ser adaptadas al espacio formidable de la institución italiana. ¿Qué vemos en Suga que tanto nos sugiere hoy? Son muchas las razones por las que la obra del creador nacido en Morioka en 1944 suscita hoy un enorme interés, tal vez favorecida por los ciclos -tratemos de evitar "modas"- y vaivenes que traen consigo los sucesivos momentos históricos.



El nuestro, ya lo sabemos, aplaude de nuevo las consideraciones en torno al material, su performatividad y también la de quien lo selecciona y lo organiza, y a una forma de trabajar sobre el lugar que entonces, cuando el mundo no era la malla globalizada que es hoy, se resolvió en situaciones de una singularidad sin precedentes. Robo la palabra "situaciones" a los comisarios, Yuko Hasegawa y Vicente Todolí, que titulan con ella la exposición y en la que han encontrado la expresión más precisa y nítida para perfilar el inmenso legado de este artista japonés.



Suga da un paso más afirmando que su trabajo existe en un lugar al que difícilmente pueden llegar los humanos

Kishio Suga formó parte de Mono-Ha, o "Escuela de las cosas", un movimiento frágilmente cohesionado activo en Japón desde finales de los años sesenta hasta mediados de la década siguiente. Entre sus compañeros destacaron jóvenes como Nobuo Sekine, Susumu Koshimizu, Katsuro Yoshida y también Lee Ufan -surcoreano y mayor que ellos- el más conocido en Occidente, o al menos más visible en los últimos años. Entre las preocupaciones del grupo se imponía cierto desprecio a la representación, que constataba mediante el atento estudio de la fisicidad esencial del material, del comportamiento de sus propiedades intrínsecas y de su estar en un lugar y un momento dados, ya sea en su soledad o en connivencia con otros elementos.



Se dice que Mono-Ha es primo hermano del Povera italiano y del Land Art estadounidense, y las analogías formales en modo alguno nos sugieren lo contrario, pero un recorrido por las obras de algunos de los artistas japoneses y, desde luego, por esta exposición milanesa, revela formas de hacer diferentes a las occidentales, que dependían, en mayor o menor medida, de la pericia del artista en su ejercicio transformador del material. Mono-Ha, con Suga a la cabeza, alienta un quehacer no tan dirigido a alterar las formas de la naturaleza como a permitir que estas se expresen con su propia voz. Suga no sólo minimiza el rol del artista de una manera más radical que en Occidente -donde se regodeaban en la muerte del autor sin desligarse de la primera persona- sino que da un paso más afirmando, quizá en un acceso hiperbólico, que su trabajo existe en un lugar al que difícilmente pueden llegar los humanos.



Left Behind Situation, 1972-2016

La citada performatividad no es tanto del artista como de los propios materiales, que Suga dice no situar pretendidamente, siguiendo un determinado criterio. Estos se acogen a una supuesta connivencia por ellos mismos gestada. El papel del artista es más bien el de dar por bueno ese espacio de connivencia, resaltar las condiciones bajo las que ese hecho artístico puede darse, pues el contexto es parte activa de la obra. Una pieza al inicio de la exposición, Continuous Existence-HB-(Renkai-HB), realizada en 1977, constata con sus piedras, cuerdas y ramas la importancia de esa vinculación entre la situación y su escenario. Otra, avanzado el recorrido, consiste en una circunferencia hecha con papel enrollado. En su interior y exterior se sitúan diferentes piedras. Su título es Periphery of Space (Kai no Sokuen), de 1980 y se hace eco del método de contextualización del lugar, del "enmarcado" al que lo aboca.



El acierto de la exposición reside en su montaje, que traduce acertadamente al espacio expositivo las preocupaciones del artista al observar la emoción interna del material. Aguantan bien las piezas en un espacio tan complejo, y lo hacen desde un saberse discretas y desde la asunción del silencio como singularidad esencial, pendientes solamente de sus propias vibraciones en el nuevo marco de significación que les otorga el lugar.



@Javier_Hontoria