Sentido y virtud de Riga
Maarten Vanden: Pinpointing Progress, 2018
En su primera edición, la Bienal de Riga que firma la comisaria griega Katerina Gregos es un ejemplo de elocuencia. Una bienal a la antigua, de gran formato y con una temática abierta, que acierta en el examen de las sociedades contemporáneas. Con muchos trabajos de nueva producción muy bien armados en siete sedes del singular contexto letón, puede visitarse hasta el 28 de octubre.
Por eso llama la atención la aparición de una nueva bienal, ahora en Riga, que vuelve a la gran escala y a la temática abierta. ¿Por qué, entonces, habría de llamar la atención? Muy sencillo: es la mejor de este año en Europa. Bajo su pegadizo título, Everything Was Forever Until It Was No More (Todo era para siempre hasta que dejó de serlo), y organizada por Katerina Gregos, está extraordinariamente bien formulada, con una selección impecable de sedes de enorme interés histórico a las que los trabajos, firmados en buena medida por artistas letones, estonios y lituanos y en un alto porcentaje producidos para la ocasión, se dirigen con elocuencia y rigor. El contexto ayuda. La capital letona se encuentra en el centro geográfico del territorio que ocupan las repúblicas bálticas, tres jóvenes países con una vertiginosa historia reciente, zarandeadas por fuerzas de variado signo durante décadas, desde varios flancos.
Aslan Gaisumov: People of no consequience, 2016
La antigua Facultad de Biología de la Universidad de Riga, un edificio construido a finales del siglo XIX siguiendo modelos neorrenacentistas, es la sede principal. Está en desuso como centro de docencia, pero conserva activos algunos talleres de química y biología, así como un pequeño museo. La naturaleza y la investigación predominan, como era de esperar en este espacio, pero la comisaria ha acertado en la orientación que da al ejercicio de la investigación. Resulta cansino el continuo trasiego por diferentes disciplinas de muy escaso interés artístico cuya justificación única es la de estar emulando procedimientos científicos. Es el eterno problema del oportunismo con el que hoy se busca la visibilidad, pues pertenecer al club de artistas para quienes el Antropoceno resulta ser la pasión de una vida parece más seguro que ir por libre buscando un lenguaje propio.
Hace muy bien Gregos en impulsar la evidencia de la experiencia personal frente a la aridez del método, el tono especulativo y la duda frente a la búsqueda de certezas objetivas. Así, el silencio y la quietud de la inspección ornitológica en el marco del fragor capitalista en el vídeo de Sven Johne o la vibrante vuelta de tuerca de Oswaldo Maciá al estudio de la polinización, en la que "los sentidos -nos dice- afloran sólo a las puertas de la ignorancia".Extraordinariamente bien formulada, esta bienal es la mejor exposición de gran escala del año en Europa
Oswaldo Maciá: The opera of cross-pollination, 2018
También hay en la bienal espacios derrengados, ya saben, marca de la casa. En el antiguo puerto los almacenes tienen las horas contadas, ya al borde del aburguesamiento urbanístico, no así la antigua fábrica textil bolchevique, que aún parece oponer cierta resistencia. En el puerto hay una buena pieza que define bien la actual situación europea. Es una videoinstalación muy bien ejecutada en el interior de un barco atracado, la firma el estonio Karel Koplimets y muestra el tránsito de viajeros en los ferries entre Tallin y Helsinki, donde coinciden dos tipos de pasajeros. Los del norte bajan a comprar alcohol barato. Los del sur suben a buscarse la vida.
@Javier_Hontoria