Galería Max Estrella. Madrid Santo Tomé, 6, patio. Hasta el 21 de octubre. De 100.000 a 1.500.000 pesetas
Llevo siguiendo la trayectoria plástica de Pedro Castrortega (Piedra-buena, Ciudad Real, 1956) hace tres lustros. Ya entonces la vinculación de su pintura con la poesía resultaba inequívoca, Aquellos cuadros destilaban lirismo y un ineludible compromiso con un expresionismo en el que se confabulaban elementos abstractos y reminiscencias naturalistas. Poco después, creí ver en sus pinturas referencias a Dubuffet con la incorporación de materiales aparentemente tan poco pictóricos como las llantas de las ruedas de los automóviles, que fueron sustituidas, en la exposición del Palacio de Velázquez del Retiro, por una decantación formal que las entroncaba con aquellas delicias para un liráforo que podrían haberse denominado "Kreislerianas", como recuerdo a una composición de Schumann. Ahora Castrortega incorpora el ámbito de lo tridimensional a su expresión con unas esculturas que combinan lo etéreo de los alambres con la potencia de otros materiales para definir un proyecto escultórico de referencia figurativa, porque, si continuamos en la senda poética tan aludida por el artista, encontraremos en Castrortega al primer "poetista" de las artes plásticas.