Exposiciones

Las formas del mundo

La Nueva Objetividad alemana en la Colección Wilde

26 diciembre, 1999 01:00

Fundación "la Caixa". Paseo de Sant Joan, 108. Barcelona. Hasta el 12 de marzo

Siempre es difícil enfrentarse con una exposición que se presenta como expresión de una tendencia, en este caso la fotografía de la Nueva Objetividad en su versión alemana con sus representantes más significativos: Alfred Renger-Patzsch, Karl Blossfeldt, August Sander, Alfred Ehrhardt y más tangencialmente Aenne Biermann. Y es que la complejidad y la riqueza de estos fotógrafos supera los esquemas reductores a que se someten en los manuales. Lo que me propongo explicar es el espíritu, aunque no siempre aplicable, que los aglutina.

Las historias de este medio cuentan que en la década de los veinte acontece una nueva manera de entender la fotografía. Hasta entonces se había pensado en términos artísticos o pictóricos. Luego se observa que la cámara posee unas reglas propias al margen de la pintura: se afirma la autonomía y se articula un territorio específicamente fotográfico. Más todavía, se introducen una serie de estrategias expresivas -prácticamente inéditas hasta entonces- y posibles gracias a la comprensión de las capacidades de la propia cámara: el primer plano, el picado y el contrapicado, la fragmentación de la imagen. En la época, no sin ingenuidad, se pensó que este tipo de fotografía significaba una nueva percepción de las cosas o una especie de método de aprendizaje de la visión.

La Nueva Objetividad se sitúa como una variante de esta nueva manera de entender la fotografía. Su rasgo específico es una voluntad de "objetividad", esto es, de nitidez, frialdad, precisión en los detalles, exactitud. En definitiva una realidad -gracias al ingenio mecánico de la fotografía- que motiva una cierta sensación de inquietud o extrañeza. No es la percepción cotidiana; los fotógrafos dirán que la cámara es capaz de percibir con más nitidez y claridad que el ojo humano. En efecto, originalmente la expresión "Nueva Objetividad" designaba a una pintura figurativa que con su "objetividad" radical acaba por provocar un efecto de extrañeza. Aquí radica la contemporaneidad y el mensaje de esta fotografía: una especie de extrañeza propia de la pintura metafísica o también una suerte de descontextualización como en el caso de Duchamp.

Veamos el ejemplo más significativo de la exposición: los primeros planos de plantas de Karl Blossfeldt aparecen como formas desconcertantes; es sin duda alguna una visión extraña. ¿Cómo interpretarla? Se trata de una obra abierta a múltiples lecturas. Tal vez se trate de una expresión en clave pesimista, algo así como un mundo deshumanizado. También es posible una lectura en clave espiritual: como en los bodegones de Zurbarán, la aproximación al objeto induce a una reflexión mística. Otras lecturas serían posibles, incluso se podrían entender como juegos formales. En todo caso algunos ejemplos de la Nueva Objetividad no son arqueología, ni han sido erosionados por el paso del tiempo; son la versión de la pintura metafísica o de Duchamp en el ámbito de la fotografía. Así lo confirman fotógrafos contemporáneos que como Bernd y Hilla Becher, seguidores de estos antiguos maestros, transforman lo real en irreal a través de sus fotografías frías, precisas y nítidas.