Image: González Bernal

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Exposiciones

González Bernal

28 junio, 2000 02:00

Cabeza de bestia, 1930. Óleo sobre lienzo, 73 x 91,8

Galería Miguel Marcos. Junqueres, 10. Barcelona. Hasta septiembre

La profesora Lucía García de Carpi, en una de las primeras panorámicas sobre el surrealismo en el España, apunta: "En los años treinta, Zaragoza vio surgir (el término acoger sería en esta ocasión excesivamente magnánimo), un grupo surrealista, convirtiéndose, por tanto, junto con Cataluña y Madrid, en el único centro peninsular en el que este movimiento supera el mero nivel de las individualidades. (...) De todas formas el carácter marcadamente tradicional de la capital aragonesa tampoco ofreció a los artistas atentos a las nuevas tendencias el ambiente y apoyos necesarios, por lo que muchos de ellos, tras un primer intento en Zaragoza, tuvieron que buscar horizontes más propicios en Madrid o Barcelona, cuando no más allá de nuestras fronteras". Uno de los creadores plásticos más significativos de este centro surrealista, junto con Alfonso Buñuel, Federico Comps y Javier Ciria Escartinol, fue el pintor y diseñador Juan José Luis González Bernal (Zaragoza, 1908- La Malmaison, 1939).

Otros, como M. García Guatas, M. Pérez-Lizano, J. M. Bonet y García de Carpi, han estudiado mejor que nosotros el itinerario de González Bernal y no hace falta insistir en ello. En síntesis se resume como sigue: González Bernal inicia su formación en su Zaragoza natal, completada en Barcelona y París, donde se vincula y mantiene contactos directos con los protagonistas del surrealismo. Se podrían reseñar otros aspectos: sus exposiciones, su filiación anarquista, su vinculación a la República..., pero lo que interesa destacar es que la obra de González Bernal es mal conocida. Más aún, como artista aparece como un proyecto abortado, una intención sin final, ya que murió con treintaiún años, antes de alcanzar su plenitud. Me temo que si se ha considerado a González Bernal, es más bien por la promesa que representaba, por lo que podría haber sido, que por su obra, que hasta ahora se conocía muy fragmentariamente. González Bernal encarna el prototipo de creador romántico, aquel joven artista que, como una estrella fugaz, se consume antes de finalizar su trayectoria devorado por su propia inquietud.

La presente exposición es una reducida muestra del legado Julián Vizcaíno -amigo y médico personal del artista- formado por trescientas piezas y depositado en las Cortes de Aragón. A partir de ahora, con el proyecto de completar el legado con nuevas adquisiciones, de inventariarlo y realizar su catálogo razonado, será el momento de repensar su posición en el seno del arte contemporáneo y contribuir a la reflexión del significado de la vanguardia en España. En este sentido y a grandes rasgos, el debate se sitúa en las siguientes convicciones: uno, que la vanguardia española es una importación de modelos internacionales. Dos, que si no existe una tendencia original, hay una especie de idiosincrasia o reinterpretación de los modelos exteriores. Tres, que no existe tal vanguardia o que, de existir, es un fenómeno sin ningún tipo de incidencia. Lo seguro es que González Bernal no se puede asimilar a un neorregionalismo, esto es, a una suerte de expresión localista, como tienden a hacerlo algunas promociones institucionales para las cuales la identidad local se sobrepone al artista.