Image: Los mundos perdidos de Herbert List

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Exposiciones

Los mundos perdidos de Herbert List

11 octubre, 2000 02:00

Estatua de mármol de Antiquiera, Atenas, 1937

Fundación Juan March. Castelló, 77. Madrid. Hasta el 17 de diciembre

En los años treinta el Mediterráneo significa todavía muchas cosas: pintoresquismo, un modo de vida todavía virgen y sobre todo cultura clásica y torsos de jóvenes masculinos

Significativamente, Herbert List (Hamburgo, 1903 - Múnich, 1975) no es mencionado en las historias mundiales de la fotografía al uso; ni en la americana de Naomi Rosenblum, ni en la francesa dirigida por Michel Frizot aparece su nombre. Y, sin embargo, Herbert List es un creador de una especial modernidad. ¿A qué se debe esta ausencia, esta falta de atención sobre este gran fotógrafo?

En alguna ocasión se ha comparado con otro marginal, el pintor De Chirico; no sólo porque las fotografías de Herbert List pueden poseer, como en el caso del artista mencionado, un carácter inquietante, sino porque ambos se sitúan fuera del tiempo, como al margen de calificaciones y tendencias. Son ante todo la expresión de un mundo propio y personal. Pero, ¿cuál es exactamente el mundo de Herbert List? éste, procedente de una familia acomodada y con una gran cultura, es fundamentalmente un esteta que escogió la fotografía para autoexpresarse; ésta es la clave para introducirnos en su obra. En los años treinta, cuando se inició como fotógrafo, la fotografía era fotoperiodismo, era nueva objetividad, era los ensayos de la vanguardia y nuestro fotógrafo participó de todo este mundo.

Así, la exposición de la Fundación "la Caixa", comisariada por Ulrich Polhmann y Max Scheler se abre con una sección titulada "Fotografía metafísica", expresión que él mismo utilizaba, en la que se presenta un mundo inquietante: máscaras, maniquíes, espejos, fotomontajes, composiciones misteriosas; un mundo de alto contenido simbólico y próximo al surrealismo. En la muestra, también se presenta una faceta de Herbert List como fotógrafo del instante a lo Robert Doisneau e incluso una vertiente como retratista de sociedad, en su mayor parte, dicho sea de paso, personajes de la cultura. Pero Herbert List es ante todo el fotógrafo de la belleza, o mejor, es quien busca la belleza con la fotografía desde una posición que podemos denominar vagamente "de alta cultura". En el itinerario vital de nuestro fotógrafo existe un episodio muy importante que nos ayudará a explicar esta idea de Herbert List como buscador de belleza: el Mediterráneo. En los años treinta el Mediterráneo significa todavía muchas cosas: pintoresquismo, un modo de vida todavía virgen y no contaminado por la sociedad industrial y sobre todo cultura clásica y torsos de jóvenes masculinos. Un mundo, éste, que como en el caso del poeta Cavafis, se confunde y se interrelaciona. La idea de belleza a la que antes aludíamos es la utopía, la belleza como sueño robado a la vida y a la realidad, pero también como un destello que se vislumbra en el horizonte, allá en la lejanía, y que ningún gesto puede atrapar. La belleza, en definitiva, como nostalgia.

Las fotografías de Herbert List son la expresión de un mundo imposible y perdido: una melancolía. Incluso en un trabajo que a priori se calificaría de fotoperiodismo, como la serie dedicada a Múnich, arrasada por los bombardeos después de la Segunda Guerra Mundial, la sensibilidad de List es la misma que cuando fotografía las ruinas griegas, la de un esteta; nuestro fotógrafo no capta tanto un evento, una actualidad o los efectos de los bombardeos como una nostalgia. Y más, parece que al final de su vida, List abandonó prácticamente la fotografía para consagrarse al coleccionismo de dibujos de maestros del manierismo y del barroco italiano entre los siglos XVI y XVIII. Entre hacer fotos de ruinas y fragmentos de esculturas clásicas y torsos masculinos o coleccionar dibujos antiguos, no hay diferencia: se trata de la misma utopía y de la misma melancolía.