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Image: Sarah Lucas o la artista adolescente
Sarah Lucas o la artista adolescente
Autorretrato con huevos fritos, 1996
No hay pensamiento, no hay reflexión, simplemente provocación. Más aún, la provocación bloquea cualquier otra aproximación, el efecto estético desaparece y uno se queda sólo con la sensación de asco
El título de esta exposición, Autorretratos y más sexo, alude a los dos puntos focales de la muestra: por una parte, se exhibe una serie de doce autorretratos de la artista y, por otra, un conjunto de creaciones-objetos. En relación a las doce fotografías, Sarah Lucas se autopresenta en variadas actitudes como si interpretara diferentes papeles. Se trata efectivamente de doce semblantes distintos en que adopta los más diversos ademanes: masculinos, andróginos, agresivos, irónicos -como en el que se cubre los pechos con huevos fritos-, etcétera. Hay algo de juego adolescente, porque se trata de una puesta en escena en que se mezcla la ambigöedad, la pose o la identidad, como en aquellos jovencitos/as que mirándose al espejo -o fotografiándose- exploran su personalidad.
La exposición se complementa con otro juego: el juego de la provocación... En una primera aproximación, la obra de Sarah Lucas, calificada como la niña mala del "Joven arte británico", se diría que gira en torno a la problemática de la mujer y los estereotipos femeninos. Dicho sea de paso, ella misma se apresura a manifestar que es heterosexual y que fue novia de Gary Hume, otra de las estrellas del "Joven arte británico". Su lenguaje, en una tradición dadaísta, es directo: materiales cotidianos, ensamblajes de objetos y muebles, elementos comestibles; de todo ello hace valores metafóricos del cuerpo humano, de la mujer y el sexo. Así, por ejemplo, Sarah Lucas utiliza pollos desplumados que empala con fluorescentes. El pollo atravesado por el fluorescente, expresión fálica primaria, se transformaba en una especie de símbolo -como decía Victoria Combalía-: el pollo-vagina reventado por el falo. O dos jamones grasientos sobre un colchón a los que se les ha colocado unas braguitas como metáfora del cuerpo femenino. Y más: animales despellejados o fragmentos de animales en frascos con formol, huevos fritos, wáteres sucios, muebles atravesados por neones..., elementos y objetos cuyas connotaciones son evidentes en este contexto. Todo esto con una estética intencionadamente descuidada y agresiva, por no decir cutre. El tema no es tanto la mujer, ni el cuerpo, ni el sexo, como la provocación. ¿Pero qué hay detrás de esta provocación? Me temo que Sarah Lucas se expresa en aquella sensibilidad pop: "fuerte", "genial", "fantástico"; no hay más, no hay pensamiento, no hay reflexión, simplemente provocación, provocación del artista como adolescente que se afirma en su gesto de desafío. Más aún, la provocación bloquea cualquier otra aproximación, el efecto estético desaparece y uno se queda simplemente con la sensación de asco. Cuando alguien preguntó a la artista cómo se podía compaginar actitud crítica con su gran éxito comercial y su colaboración con galerías, ella balbuceó algo así como "todos nadamos en el mismo agua" y que no se planteaba especialmente si las cosas tenían que cambiar o no. Cita que define el sentido de su obra; no se trata de una reflexión, o una denuncia o toma de consciencia de una problemática, sino una celebración de lo excrementicio. En todo caso la provocación es una caja de resonancia o estrategia que catapulta a los artistas a la celebridad.