Image: El arte del espacio

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Exposiciones

El arte del espacio

Espacios construidos

17 enero, 2001 01:00

Sala de exposiciones Almudín. Plaza San Luis Beltrán, 1. Valencia. Hasta el 28 de enero

El coleccionismo de arte contemporáneo sigue siendo en España una actividad peregrina que ha frustrado la normal relación del arte con el espectador. Sin apenas apoyo institucional y con escaso interés por parte de una burguesía ilustrada en lo pompier, el arte ha entrado, a trancas y barrancas, en colecciones muy desiguales y poco compactas. Si bien numerosas iniciativas -la crea-ción apresurada de museos y centros de arte contemporáneo, la feria de Arco, la regulación de los estudios de Bellas Artes y la irrupción de galerías y publicaciones- han tratado se salvar en las últimas décadas esta situación de enquistamiento, la carencia de información y una educación no interesada en el arte, así como la falta de una ley de mecenazgo, hacen del coleccionismo una actividad marginal, sólo contemplada en los espectaculares fastos en los que apremia una rentabilidad política, al amparo de megalomanías culturales.

Al margen de esta situación, y guiada por el fino olfato de María Corral, la Fundación "la Caixa" ha sabido atesorar probablemente la colección de arte contemporáneo más importante de España. Como preludio de su esperada presentación permanente, se da entrada en la irregular programación de la sala Almudín a una selección de obras de quince artistas nacionales e internacionales, agrupadas en relación con dos temas esenciales en el arte del siglo XX: el espacio y la construcción. Miquel Barceló abre boca con la espléndida pintura L’Amour fou (1984), única obra puramente pictórica, perteneciente a una de las mejores series del pintor y con difícil acomodo en la exposición. Le siguen una brillante obra de Andreas Gursky y las sutiles derivas espaciales de Gönther Fürg, Thomas Struth, Thomas Ruff y Jordi Colomer, muestras del importante capítulo que ha escrito la fotografía en el arte contemporáneo. Dos espectaculares instalaciones de Richard Long y Mario Merz sirven de eje en una sala en la que se acompasan las magníficas casas para pájaros de Thomas Schötte, las ingeniosas naturalezas espaciales de Perejaume, la no menos sagaz instalación de Pello Irazu y una efectista instalación de Soledad Sevilla. Desde otra perspectiva, y como contrapunto, se sitúan obras de corte más escultórico en las piezas de Cristina Iglesias, Susana Solano y Miquel Navarro. Una selección ésta que -aún a pesar de las ausencias, de entre otros, Juan Muñoz, Montserrat Soto o Txomin Badiola, justificadas aquí por la falta de espacio- condensa uno de los múltiples extractos que nutren la savia de esta soberbia colección.