Exposiciones

Jaume Plensa, vértigo y laberinto

21 febrero, 2001 01:00

Toni Tàpies. Consell de Cent, 282. Barcelona. Hasta el 15 de marzo. De 1.700.000 a 14.000.000 ptas.

Jaume Plensa inició su trayectoria con una escultura en hierro colado de una rara e intensa expresividad, en la que la noción de material era muy importante. Posteriormente, su obra tendió a un proceso de desmaterialización. En la presente exposición, por ejemplo, utiliza el cristal; la calidad de transparencia del cristal, de "observar a través de", es uno de los símbolos de la disolución de la materia. ¿Porqué este salto? Es difícil de explicar, pero esa desmaterialización representa una fase de una inquietud que ya estaba latente en sus primeras obras; el arte de Jaume Plensa es un arte metafísico, un arte del pensamiento. Otro aspecto importante: Plensa posee un sentido muy amplio del material escultórico; él mismo ha explicado que el sonido -pura vibración- o el agua, son también materia, o mejor, estados de la materia. ¿O acaso, nos preguntaba el escultor, el fluir del hierro incandescente cuando trabaja en la fundición de sus esculturas no es también energía y materia? El substrato romántico, la búsqueda del absoluto, así como esa idea del material, nos ayuda a comprender la voluntad artística de Plensa: dar forma a lo invisible. Una de las obras de la exposición, Knock, Knock... lleva una inscripción que dice textualmente "(...) percibió la voz por la vista". éste sería el proyecto de Jaume Plensa: visualizar lo intangible.

La pieza más importante de la exposición, titulada Europa, consiste en una especie de cabina cuyo interior, con sus caras o superficies realizadas exclusivamente con espejos, provoca una sensación de infinito y vértigo. Vértigo, porque alude al universo de Narciso y porque es una manifestación de lo sublime -concepto vinculado a la experiencia del terror-. Frente a la cosmovisión humanística de un espacio mensurado y limitado, con una distancia entre sujeto y objeto que hace posible el diálogo con las cosas, Narciso es el símbolo de la pérdida de los puntos de referencia. Y más aún, Narciso, inmerso en el efecto calidoscopio del espejo, representa la imposibilidad de articular el propio deseo -o sea, la relación con el mundo-. Este juego de espejos y reflejos sin fin de Narciso, es la imagen del laberinto, de la pérdida del sentido de orientación y la muerte, y en suma, del infinito. Europa es la expresión de un estado del espíritu y por extensión de la sensibilidad contemporánea.

La idea de escultura de Jaume Plensa está vinculada a la idea del propio cuerpo y a la inquietud de reconocerlo y explorarlo. El encuentro entre la escultura/volumen y el cuerpo es un tema antiguo, que Jaume Plensa aborda con un nuevo lenguaje. La cabina que acabamos de describir se complementa con otra pieza muy significativa titulada Continentes, formada por una serie de planos paralelos de cristal en los que se ha grabado una cartografía del cuerpo. La superposición de planos transforma esta geografía en una suerte de laberinto, imposible de descifrar, ni individualizar en identidades; se trata de otra versión de Narciso.

El cuerpo, la escultura como inmaterialidad, el ideal de absoluto, la cultura europea, en todo ello late algo profundamente trágico. Es la tragedia de Narciso como en aquellos paisajes sublimes de Friedrich que expresaban el malestar, la disociación del hombre con el universo.