Image: La erótica de la tiranía

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Exposiciones

La erótica de la tiranía

30 enero, 2002 01:00

Artur Muharemi: Antes de la creación, 1989. óleo sobre tela, 105 x 129

CCCB. Montalegre, 5. Barcelona. Hasta el 28 de abril

Tiran(í)a se plantea como una reflexión sobre la dictadura tomando como referencia el caso de Albania, cuya capital es Tirana. El comisario, el escritor Bashkim Shehu, establecido en Barcelona, ha vivido dramáticamente y en primera persona el proceso albanés. Pero la actual exposición no es una evocación personal. Al contrario, a través de materiales muy diversos (documentos, vídeos, obras de arte, libros, fotografías y referentes arquitectónicos), se presenta como una radiografía del poder y la tiranía. él mismo explica que hay una voluntad de articular un discurso sobre la tiranía más allá del caso anecdótico y expresarse en términos más amplios o universales.

"La exposición es una metáfora", dice Shehu. Pero ¿de qué metáfora se trata? La exposición se complementa con los textos de un catálogo que, por la gravedad del tema, desborda un comentario desde estas páginas. Pero, a propósito de la exposición, en ella existe una retórica y un dispositivo escénico que transforman al dictador en algo fascinante y seductor. Y me temo que esta no era la intención de la muestra. Ya sé que el realismo socialista, el arte oficial de Albania en la época del tirano Enver Hoxa, es una manifestación anodina y estéticamente devaluada, pero cuando unos bustos, con aquella expresión heroica del trabajo y la patria, se colocan en una serie sin fin, estos bustos se transforman en algo más. Y este "algo más" modifica el sentido original. La repetición de monitores, la presentación en series, las lecturas simbólicas de los búnkers, las escenografías, implican unas connotaciones. Igualmente, en una de las últimas salas de la exposición se exhibe un simulacro de las esculturas públicas de los dirigentes albaneses derrumbadas por el pueblo, algo así como un combate después de la batalla ¿Acaso no es ésta una imagen romántica que inspira una nostalgia infinita? Como dice McLuhan, el medio es el mensaje. Pero aquí el medio -el lenguaje expositivo- traiciona al mensaje.

Estos ejemplos, entre muchos otros que se podrían citar, me hacen apuntar una hipótesis para la polémica: en esta exposición no se controla el dispositivo expositivo; la puesta en escena deforma e invierte los contenidos. Así la tiranía acaba teniendo un significado estético o profundamente simbólico. Pero si esto ocurre es por algo. Naturalmente que existe una dificultad para narrar con objetos e imágenes -esto es, con el lenguaje propio de las exposiciones- una problemática como la presente. Pero existen otras cuestiones: por un lado la necesidad de nuestras instituciones de atraer al público cuando se han introducido criterios de la empresa privada en el marco de la cultura. Y por otro, la necesidad de divulgar el discurso político al margen de su contexto natural, como si aquel fuera ininteligible y excesivamente denso para el gran público. El resultado es la supervaloración de la imagen y la escenografía. Peor: una suerte de erotización que tergiversa el contenido. Curiosamente un lugar común en todas las tiranías y dictaduras es la de crear una imagen, una escenografía, un imaginario, una ficción. Erótica del poder, erótica del diseño... ¿A que se deberá este paralelismo, esta apuesta por la imagen entre la tiranía y ciertas exposiciones? ¿Se trata de dos tiranías?