Image: Broto. Inquietud y extrañeza

Image: Broto. Inquietud y extrañeza

Exposiciones

Broto. Inquietud y extrañeza

2 enero, 2003 01:00

Pintura Abstracta nº 63, 2002

Carles Taché. Consell de Cent, 290. Barcelona. Hasta el 25 de enero. De 3.400 a 44.000 euros

En los últimos años, Broto ha ido depurando su pintura. Aquellas pastas densas y barrocas, aquella diversidad de tonos y matices de los 80 han dado paso a una obra cada vez más esencial, como si el artista se hubiese concentrado en los elementos más significativos de su arte. Claro que existe una línea de continuidad, pero se trata de un trabajo de eliminación de lo anecdótico y lo suplementario... Y lo que queda es la pincelada, ésta es la esencia de la pintura de Broto hoy: la pintura como pincelada.

A grandes rasgos, las piezas de esta exposición consisten en pinceladas que contrastan sobre fondos o planos monocromos. Se trata de una pincelada del gesto espontánea, ejecutada rápidamente... Fluida y semitransparente, sin carne ni pastosidad, es una pincelada desmaterializada, frágil, ahuecada que se deshace y se hace en su trayecto.

A propósito de esta pintura, se ha hablado de la pincelada como una expresión musical o como la representación de medusas en el mar. También se ha señalado que posee una dimensión festiva y vital al tratarse de colores vivos. Pero hay mucho más, aunque no sea explícito. Quiero pensar que la obra del último Broto va más allá de la decoración, porque quien dice pincelada apunta a un universo muy dilatado en contenidos y significaciones. En las entrevistas, Broto evita explicaciones y comentarios sobre su obra, aunque alude a estados anímicos y sentimientos. Y es que su punto de partida son aquellas ideas -casi místicas- propias del expresionismo abstracto americano. En este contexto, por ejemplo, se alude a la pincelada como aventura; ésta, más o menos improvisada y sin ideas preconcebidas, se plasma como algo inesperado y sorprendente. Nadie sabe cómo va a concluir y sin embargo es la expresión de una búsqueda heroica; las palabras clave son implicación, riesgo, etc... La pincelada es como energía, una energía que se congela en la tela. Es una energía plástica, pero también emotiva que contiene una significación ambigua, abierta, pero ante todo es la metáfora del "temperamento" y "personalidad" única del artista.

En fin, se podría continuar, pero en el caso de la pincelada de Broto y en esta serie en concreto, yo la veo como una exploración sobre el pintar; como un preguntarse sobre la pintura. El artista, con estas pinceladas, se cuestiona cómo funciona el gesto, cómo se hacen las pinceladas, qué milagro ocurre para que el gesto se transforme en huella. Algunas de las obras consisten simplemente en bandas horizontales o verticales donde el artista, una y otra vez, repite el mismo gesto. ¿No son acaso como ejercicios de pintura o de escritura en los que el artista se pregunta sobre la vida secreta de la pincelada? ¿No son como una oración? Cada gesto aparece como un milagro para los ojos; cada pincelada es algo que la palabra no alcanza a definir, tan rica en matices, sensualidades y sorpresas que sobrepasa cualquier conceptualización. De ahí esta pincelada que se vuelve a repetir, una y otra vez: se trata de una escrutación de la pintura y del acto de pintar.

Existe un aspecto que no se puede pasar por alto: la rara calidad de los colores empleados por Broto en esta serie. Vivos y luminosos, no son convencionales; se trata de colores fluorescentes que provocan efectos de vibración e inestabilidad óptica, una suerte de temblor o movimiento. La misma naturaleza de estos colores y sus contrastes son de una particular agresividad. ¿Son una expresión festiva y decorativa? ¿Se trata de un divertimento o juego visual? Al contrario, yo diría que estos efectos de inestabilidad, introducen una dimensión in- quietante en la pintura de Broto. No sabría explicar de qué se trata exactamente, pero esa perturbación o inestabilidad podría interpretarse en clave sublime, esto es sentimiento de pérdida, desorientación, vértigo... Aproximación ésta que no nos tiene que extrañar, Broto es un artista de lo profundo, calificado en ocasiones como "una experiencia trascendente". Broto incorpora una dimensión sublime en la medida en que introduce ambigöedad y extrañeza en la percepción.

Está por dilucidar a qué responde esta inquietud. Una hipótesis: tal vez el creador se enfrente al límite de la pintura, al vacío del gesto y la pincelada. Tal vez aquel gusto por pintar al que se ha referido Broto en alguna ocasión se haya transformado en un quehacer mecánico y autocomplaciente. ésta es mi interpretación, aunque, dicho sea de paso, tal vez esta manera de ver esté en mí y no en Broto. Pero aunque fuera así, en absoluto restaría mérito a su aventura, ni a su gesto heroico como artista y como persona. Más bien al contrario. En todo caso, algo extraño e inquietante asoma en la obra del último Broto.