Image: Hernández Pijuan, la esencia de la pintura

Image: Hernández Pijuan, la esencia de la pintura

Exposiciones

Hernández Pijuan, la esencia de la pintura

30 enero, 2003 01:00

Paisatge, 1984

Volviendo a un lugar conocido. MACBA. Plaza de los Ángeles, 1. Barcelona. Hasta el 23 de marzo

El MACBA inicia el recorrido de una exposición itinerante dedicada a Hernández Pijuan (1931) que abarca desde principios de los setenta hasta la actualidad. Se trata por tanto de una retrospectiva. Aunque la trayectoria del pintor arranca mucho antes, la exposición empieza en el punto donde se manifiestan unas inquietudes que a partir de entonces acompañarán siempre al artista. Claro que después su obra evoluciona y se enriquece con nuevos elementos. Pero de alguna manera los setenta representan el punto de partida, es en estos momentos cuando Hernández Pijuan define su actitud y posición respecto a la pintura.

Esta obra de los primeros setenta sintoniza con el espíritu de la época. Se trata de una expresión de estructuras primarias, de pequeñas pinceladas sobre papeles milimetrados, repeticiones y tramas... Es una pintura que se plantea problemas y cuestiones de la percepción desde una problemática minimal, esto es, de matices, gradaciones, escalas, variaciones sobre el mismo tema... Es un arte que posee un profundo carácter formalista. Y así es la obra del Hernández Pijuan maduro. Su trabajo posee una eminente dimensión decorativa. El mismo Hernández Pijuan explicaba el contenido de su pintura "Me gusta mucho el aspecto artesano de la pintura (...) yo no soy un pintor intelectual, a pesar de lo que dicen muchos críticos". En efecto, Hernández Pijuan realiza una pintura no intelectual, pura forma, pura artesanía, pura percepción; éste es el mensaje de su obra.

¿Acaso una pintura decorativa es algo malo? ¿Hay que renunciar a la pintura que sólo es pintura, es decir a la pintura-pintura y a sus valores? En absoluto; el arte es diverso y plural, pero es necesario saber orientarse. Nos tenemos que preguntar por qué una pintura como la Hernández Pijuan goza de esta proyección. No me refiero al artista Hernández Pijuan, porque no sería correcto ni ético, pero pensando en artistas de fama internacional y en términos generales, suele ocurrir que la valoración de las obras se explica por aspectos ajenos a la propia obra. Que si el compromiso político del artista, que si su círculo de amistades, que si sus actividades extra-artísticas... y, sobre todo, por el mercado; el mercado presiona, configura y favorece un tipo de arte determinado. Se favorece el arte espectáculo, pero también se promociona un arte estrictamente decorativo, formalista, un arte que se sitúa en el punto justo entre lo visualmente interesante y lo agradable.

Con el paso del tiempo, Hernández Pijuan ha ido esencializando su arte, cada vez más elemental, más simple. Ha introducido la materia y los esgrafiados entre otros aspectos; pero el elemento más significativo es aquella máxima de "menos es más": cuantos menos elementos, más fuerza poética, más personal será la pintura... Hace falta preguntarse por los resultados. Existe unanimidad al respecto: Joan Hernández Pijuan es uno de los artistas con más proyección nacional, uno de los más cotizados y considerados por la crítica.

En alguna ocasión he disentido de este lugar común. Pero ante esta exposición he de reconocer un trabajo y un itinerario coherente, esté o no de acuerdo. Mi reproche se dirige a la crítica, a la ausencia de pensamiento y creatividad en la critica de arte y en el periodismo cultural. Aunque dicho sea de paso, no se escapa de ello quien esto escribe. El mismo mercado y la lógica o ilógica de los medios también configuran nuestra manera de ver, nuestro discurso y nuestro criterio.