Microhistorias de Antón Cabaleiro
Sin título. De la serie Mañana hablamos, 2003
El ganador del III Concurso de fotografía El Cultural, Antón Cabaleiro (Santiago de Compostela, 1977) expone en la sala joven de la galería Marlborough el proyecto galardonado, que lleva por título Mañana hablamos. De su todavía breve trayectoria artística -ha parti cipado en numerosas y relevantes muestras colectivas- destaca, a mi juicio, su producción audiovisual, de la que conozco sus piezas de 2001 y 2002, y que es el soporte material y estructural de este Mañana hablamos.Cabaleiro se sirve de la cámara de vídeo digital y de las posibilidades de manipulación de las imágenes para la confección bien de microhistorias sobre las relaciones de pareja o interpersonales, las más de las veces con un fondo humorístico -Dilema, 2001; DigGen, 2002-; bien de modelos icónicos de o en transformación, es decir la exploración de puros juegos con la imagen -así ocurre en Notes, 2002-, o la elaboración de modelos tipo logo o antilogo -como en I"m being, del mismo año, y una de sus obras más atractivas-. Maniobras que juegan con el tiempo de exposición o visión, mediante aceleraciones y retardos, difuminados y desvanecidos, o la repetición casi espástica del gesto -Oh.Betty, 2001-; y, la que es, por así decirlo, su marca más personal: las posibilidades digitales le facilitan una retícula, por llamarla de algún modo, de posibilidades combinatorias, en las que intervienen los protagonistas o motivos elegidos individual o colectivamente y cuyo resultado es acentuado por su compañía sonora, también compuesta por él -Hello Kitti y Nur Geröcht, 2001-. De esta base matemática transformable y de su desinterés por los avatares del personaje da prueba que el protagonista sea, en distintos videos, un mismo actor o que, en los más narrativos sea el propio Cabaleiro quien interviene.
Mañana hablamos es una secuencia discontinuada de un rostro masculino y otro de mujer -perfectamente descrita en estas páginas por Elena Vozmediano en su presentación de julio pasado como «la fotografía como fotograma»-, cuyos ambiguas expresiones apenas susurran acontecimientos concluyentes, mientras diríamos que las nimiedades que les ocurren son representación de la insignificancia y trivialidad de nuestro acontecer. Los intérpretes - residentes inmisericordes en un cándido espacio vacío- tienen su origen en el paseante de I"m being y en la pareja de amantes electroacústicamente conectados de Pez, 2003. Reflejan tanto la realidad mecánica de un presente mediatizado, como la dilución de la personalidad individual en el seno de un tiempo poblado de ruidos, que nos hace sordos a las palabras del otro. Dicho en los términos del propio Cabaleiro: «Es una propuesta que alude al contenido como ausencia y al continente como presencia.»