Image: De arquitecturas y otras ilusiones ópticas

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Exposiciones

De arquitecturas y otras ilusiones ópticas

6 noviembre, 2003 01:00

Mesa VII, 2002, de Olivo Barbieri

La ciudad que nunca existió. CCCB: Montalegre, 5. Barcelona. Hasta el 1 de febrero

Esta exposición reúne una serie de obras de muy diversos periodos -desde la Antigöedad hasta la estricta contemporaneidad- que consisten en recreaciones ilusorias de espacios y arquitecturas. No se trata tanto de utopías, sino de visiones imaginarias de edificios y entornos arquitectónicos; esto es, la arquitectura como ilusión, sueño y/o escenografía.

De entre la selección, por su rareza, las piezas que más me han interesado son los fragmentos de frescos romanos. De una extremada delicadeza, de un color amortiguado por el paso del tiempo, son como los restos de un paraíso perdido, salvados por no sé qué milagro. Pero la exposición descubre también, entre otros aspectos, los denominados caprichos arquitectónicos. Estos consisten en una suerte de género pictórico cultivado con un extraordinario éxito entre los siglos XVI y XVIII y que, ahora, según Pedro Azara, duermen olvidados en los almacenes y pasillos de los museos. Se trata de una arquitectura, casi onírica o surrealizada, de pura fantasía que sirve de escenario para escenas muy diversas.

A nadie se le escapa que todas esas arquitecturas, como manifestaciones del imaginario, son metáforas. Metáforas en un sentido muy amplio y ambiguo, o si se quiere de una gran riqueza de matices. Así, aquellos caprichos arquitectónicos pueden ser interpretados como la expresión de un mundo ideal, como si estas arquitecturas fueran la construcción del deseo de los personajes que las habitan. Y sin embargo, al tiempo, estos ejercicios de geometría pueden leerse como absurdo y locura, algo sublime e inquietante. Esta idea de ambigöedad y riqueza de matices me parece que es uno de sus aspectos más significativos.

Ahora bien, el montaje y el dispositivo escénico de la exposición con sus elementos dramáticos (oscuridad, juegos de sombras expresionistas), así como la asociación de piezas que provocan deslizamientos de sentidos (algunos de los frescos romanos se contemplan al lado de un De Chirico) y la incorporación de obras de arte contemporáneo inducen a una lectura lineal e unívoca. Parece como si el mensaje de la exposición fuera negativo, la ciudad como desposesión, laberinto y caos. Una de las piezas más significativas con que finaliza la muestra, como si de una conclusión se tratara, es la de A. V. Janssens, Ring (2002). Esta consiste en una cámara con niebla artificial en la que uno, cegado por aquella particular atmósfera, pierde el sentido de la orientación y la noción del espacio. ¿ No es la expresión más absoluta de la negación: negación del yo, negación del lugar y de la relación entre ambos?

La lectura que se propone en esta exposición es la de una escisión entre el hombre y su entorno. Esta es su tesis. Lejos de mí censurar esta opción posible y legítima. Pero existe un detalle especialmente significativo. Pedro Azara nos comentaba que el proyecto inicial de la exhibición era el de presentar una exposición de "género" sobre arquitecturas imaginarias, de manera que las obras hablaran por sí mismas. En un principio se trataba de explorar el subgénero del "capricho arquitectónico". Esta era la propuesta de un esteta -y además de altura remarcable-, tal como creo adivinar en Pedro Azara. La tesis o mensaje a la que aludía antes y el espectacular dispositivo escénico fue posterior y añadido a última hora. Intuyo que todo esto fue una aportación del CCCB, sospecho también que tal tesis es ajena al propio comisario y que en todo caso no estaba en su proyecto inicial. ¿Esto es bueno o malo? No lo sabría decir exactamente. Constato simplemente que la institución condiciona e implica una manera de hacer y puede transformar (¿se tendría que decir enriquecer?) contenidos e iniciativas. Quiero manifestar, sin embargo, que transformar una exposición en un espectáculo implica unos riesgos. No siempre se controla el dispositivo expositivo, ni todas las exposiciones pueden devenir en espectáculo. Aun así, entiendo que el CCCB es una de las experiencias más estimulantes y ricas de cuantas existen en Europa. Dejemos esta problemática para otra ocasión.