Federico Guzmán
La planta que pinta, 2004
Federico Guzmán (Sevilla, 1964) presenta una compleja distribución de intenciones en las que la realidad pierde su potestad absoluta de representación, retomando caminos novedosos donde los objetos adquieren nueva identidad plástica. En la obra de Federico Guzmán la naturaleza de los materiales utilizados es de lo más heterogénea, sin embargo, en todos ellos se manifiesta una clara intención de transportar a situaciones mediatas a la realidad cotidiana. Y en todos los casos se produce una referencia a la sociedad actual, un discurso metafórico que aleja los constreñidos sistemas habituales y que potencia un ejercicio donde se recurre a un sistema mucho más vitalista y, por tanto, provocador de una ilusión vital más intensa. El artista sevillano ha llenado la galería de pinturas, dibujos y esculturas que incitan al entusiasmo. Ha convertido cada una de sus realizaciones en una feliz manifestación plástica llena de absoluta intensidad. Se platea infinitas posibilidades, se hace patente un universo de ilusiones. La pintura nos sitúa en felices realidades inmediatas donde se ha magnificado y se ha llenado de cromatismo algo tan sencillo como un infantil parchis, trasunto mediato de una realidad llena de sentido vitalista de la existencia. Con el dibujo, Guzmán realiza un auténtico exorcismo poético, un especial relato de una realidad que hay que vivirla en toda su intensidad. Con la escultura propone un diálogo absolutamente directo con un hipotético espectador al que se le exige una permanente complicidad. Federico Guzmán suscribe, en definitiva, la especial metáfora de la existencia.