Las iluminaciones de César Paternosto
Black, rust, yelow, 1974
Nacido en La Plata, Argentina, en 1931, Paternosto fue abogado asesor de la Dirección de Minería en la Patagonia hasta 1959, consagrándose entonces a la pintura. En 1961 orientó su lenguaje a la abstracción geométrica. Desde 1967 vive en Nueva York. Vinculado a la tradición constructiva de Torres-García, su obra se caracteriza por un singular y reductivista sentido de la estructura y por atender la dimensión sensual de lo pictórico.
Tres salas presentan las iluminaciones de Paternosto. La primera se dedica a la luz. Ofrece un conjunto de pinturas geométricas, realizadas a partir de 1969, concibiendo el cuadro como objeto mural, pintando el artista solamente en los costados del grueso bastidor y dejando la superficie frontal vacía. La obra puede consistir en un solo cuerpo, pero suele adoptar un formato de tres, cuatro o cinco paneles, cuyas separaciones producen un efecto de secuencia de impolutos volúmenes blancos, objetos luminosos separados por cercos o halos de colorido matizado y por franjas de vacío.
La sala segunda proclama el color. Estas obras se inician en 1977, con el primer viaje de Paternosto a los Andes, descubriendo en el arte de los incas la eficacia viva de las formas abstracto-constructivas, y el sentido simbólico-semántico que el color tenía en las culturas antiguas. También se le revela el color del paisaje. Pinta cuadros de una intensidad formidable: territorios de color encendido, con texturas matizadas de polvo de mármol y de pigmentos secos sobre los que emulsiona el acrílico, reapareciendo la veta matérica de su etapa informalista.
La estancia tercera es la del temblor, la de los cuadros de "líneas de agua", largas, verticales, dibujadas con lápices de acuarela, con el color desleído. Todo se vuelve concisión, flotación, ritmo de Naturaleza (de lluvia), reverberación, estremecimiento. Y todo exige una mirada cómplice, un espíritu musical gemelo. Definitivamente, pintura como poesía.