Pájaro ermitaño (detalle), 1998

Esta exposición, ahora en sus últimos días, se enmarca en un proyecto de colaboración entre el MEIAC de Badajoz y el CGAC de Santiago de Compostela y constituye una mirada a la obra del fotógrafo gallego Manuel Vilariño (La Coruña, 1952). El artista, que en los últimos años ha mantenido una estrecha relación con Extremadura, ha creado un proyecto a partir de un profundo estudio de sus particularidades centrándose fundamentalmente en el tema de las especias. La obra de Vilariño reside en el símbolo, en la virtud de la metáfora y en el verbo despojado. El suyo, como ha afirmado en repetidas ocasiones, es un lenguaje esencializado que busca siempre la raíz de las cosas. Si en Santiago la exposición estaba concebida desde la idea del viaje, del recorrido a través de diferentes metáforas de la existencia que aparecía materializado como un trayecto hacia lo evanescente, el proyecto extremeño se conforma como un hecho estático, más centrado en el elogio del bodegón, una investigación sobre el género que nace de la densidad espiritual, de la percepción icónica de la vida y de la muerte, del latir del tiempo. La imagen que acompaña estas líneas, detalle de la obra Pájaro ermitaño realizada en 1998, es claro exponente del trabajo de Manuel Vilariño. El pájaro en el arduo tránsito hacia la muerte, en ese instante oscuro y silencioso, en ese instante que, como se refleja en uno de los textos del catálogo, hace tiempo y da lugar.